Anika entre libros

la sal de la tierra

Ficha realizada por: Txema

Título: la sal de la tierra
Título Original: (salz der erde)
Autor: Joseph Ratzinger
Editorial: Palabra


Copyright: Traducción de Carla Arregui Núñez ISBN: 84-8239-920-9
Etiquetas:

Argumento:

Entrevista efectuada por el periodista alemán Peter Seewald al Cardenal Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) en el año 1997, cuando todavía era el Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe.

Opinión:

Antes de pasar a dar mi opinión sobre este libro, quiero hacer algunas consideraciones que me parecen importantes: por una lado he respetado la propuesta del editor que indica como autor del libro al Cardenal Ratzinger, aunque la entrevista haya sido efectuada por Peter Seewald quien verdaderamente es el autor material de la obra. Sin embargo es evidente que, en todo tipo de entrevistas, el protagonismo debe corresponder al entrevistado y jamás al entrevistador. Mal asunto es cuando esto no se cumple. Por lo tanto, y siguiendo esta norma, doy el protagonismo del libro a Joseph Ratzinger, si bien la elaboración del mismo corresponde a Seewald.

En segundo lugar he de señalar que la entrevista fue hecha hace nada más y nada menos que ocho años (estamos en el 2005). En este plazo de tiempo han sucedido muchas cosas y es muy posible que algunas de las opiniones vertidas por Ratzinger en ese instante estén hoy matizadas o, incluso, revisadas por completo.

No deja de ser curioso que la edición inmediatamente anterior a esta sea del año 1998. Quiere esto decir que, desde esa fecha, por lo menos por lo que se refiere a España no se había vuelto a reeditar, lo que demuestra una evidente falta de interés por las opiniones que pudiera tener el Prefecto. Ahora, como ha sido elegido Papa, la editorial rescata un libro que puede haber quedado absolutamente obsoleto en varios temas. Puede ser correcto desde el punto de vista comercial pero no así para con los autores del libro, entrevistado y entrevistador, al menos de que se trate de una edición revisada, algo que no se dice en parte alguna.

En tercer lugar, y un poco en relación con lo anterior, he dudado bastante sobre el interés que para el lector español de hoy, e incluyo a cualquiera que se exprese en esa lengua, es decir fundamentalmente a los ciudadanos de los países latinoamericanos, pueda tener el libro. Finalmente me he decidido a publicar mi opinión porque, aún con el filtro del tiempo, puede servir para tener una idea, aunque sea aproximada, de qué piensa Joseph Ratzinger. Mucho menos sabremos del personaje, pues es muy poca la contribución biográfica, salvo hechos aislados.

No pretendo comentar este libro, como se hace con una novela o un ensayo, porque tendría que juzgar al propio Joseph Ratzinger y no creo que esa sea mi función, ni mucho menos el espacio adecuado, que es una revista literaria. Así pues, quede claro que la figura del nuevo Pontífice ni me gusta ni me disgusta, por ahora sólo me interesa. Y es, precisamente, ese interés el que, modestamente, quiero compartir con otros lectores de esta web por lo que paso sin más dilación a comentar el libro en cuestión.

No cabe duda de que estamos ante un personaje importante de la historia de la Iglesia Católica y cuyas opiniones tienen un gran peso específico. Joseph Ratzinger a lo largo de la entrevista no elude contestar, salvo en un par de ocasiones, las cuestiones que Seewald le plantea con bastante habilidad.

La primera parte del libro se ciñe a cuestiones relativas a las relaciones de Ratzinger con Juan Pablo II, algunas referencias biográficas y también sobre lo que significa la Fe Católica en la actualidad. Me ha llamado especialmente la atención su contestación a la pregunta de cuántos caminos hay para llegar a Dios: tantos como hombres. Ciertamente se aleja esta respuesta, aunque es matizada por el propio Cardenal, de la idea de que fuera de los preceptos de la Iglesia de Roma no hay posible encuentro con Dios. Es posible que yo, personalmente, haya efectuado una interpretación excesivamente optimista de la contestación, pero me parece positivo que esa posibilidad, la de distintos caminos para llegar al mismo destino, pueda ser tenida en cuenta.

Pero, cuando la entrevista alcanza su máximo interés, es al tocar los asuntos que hoy día pueden preocupar a los católicos y, en general a los cristianos. Ratzinger reconoce sin tapujos que hay una auténtica crisis de Fe y que también hay una fuerte crisis dentro de la propia Iglesia. Esta posición de Ratzinger sustenta alguna de sus opiniones que se expresan en el libro.

Es evidente que a la hora de examinar estos hechos, la entrevista por su propia limitación de tiempo y espacio no puede profundizar demasiado en los temas. Es este, en mi opinión, uno de los fallos, si es que se puede llamar así de este libro. Nos deja casi siempre a mitad de camino, las respuestas son a veces demasiado esquemáticas, no resuelven las dudas y posiblemente algunas hubieran merecido por su trascendencia todo un tratado. A pesar de esto, repito que Ratzinger no elude contestar.

Otro aspecto del libro que puede decepcionar al lector español es que, al ser hecha por un periodista alemán y a un cardenal alemán, se centra demasiado en los problemas de la iglesia católica alemana o, incluso, de los problemas que tienen que afrontar los cristianos alemanes, católicos y evangélicos. Sin embargo, una lectura atenta, nos permite sacar algunas conclusiones interesantes para nuestro propio caso, ya que, podremos observar con bastante desolación los años que separan a la iglesia española de la alemana.

Peter Seewald pregunta a Ratzinger sobre la cuestión de la enseñanza de la Religión en las escuelas. Evidentemente el cardenal se muestra a favor pero con una postura que en nada se parece a la de la Conferencia Episcopal Española (CEE).

Ratzinger señala que los profesores de religión deben sobre todo ocuparse de que los alumnos reciban correctamente el mensaje de lo que significa ser cristiano. Tienen que entender que profesar esa fe, supone aceptar voluntariamente un modo de vida determinado y hacerse eco de ese mensaje. Desde luego no se refiere para nada a si esa asignatura o la enseñanza de ese mensaje debe puntuar en el bachillerato o no.

La CEE, enrabietada, se preocupa de lo accesorio, es decir parece que le interesa más que la asignatura de religión pueda ser todavía una forma de presión evaluatoria sobre el alumno que lo que pueda aportar a éste el fondo del mensaje. La iglesia española quiere seguir siendo, de forma sibilina, parte del Estado usando el evangelio, algo que en opinión del propio Cardenal Ratzinger puede llegar a ser muy peligroso, como también pone de manifiesto a lo largo de la entrevista. En la CEE deberían leer este libro.

Tampoco rechaza Joseph Ratzinger contestar sobre las cuestiones referentes a la sexualidad y lo hace con bastante claridad. Dice algo que me ha parecido muy significativo: el sexo existe antes que el pecado, por tanto, se equivocan quienes equiparan indefectiblemente el placer sexual con el pecado. Evidentemente también matiza esta respuesta pero, en el fondo, Ratzinger tira por tierra la teoría de que el sexo es pecado en sí mismo.

Ciertamente nos tenemos que congratular de escuchar esas palabras auténticamente liberadoras. Es verdad que vincula el sexo a ser el elemento de transmisión de vida pero, en todo caso, parece que las tinieblas tienden a despejarse un poco.

Además esta opinión es, con todos sus matices, mucho más estimable en alguien que se reconoce admirador de San Agustín, que como es notorio llegó a decir que era mejor no tener relaciones sexuales, aunque también señaló que en determinadas circunstancias era mejor que la propia Iglesia controlara los burdeles. Es uno de los capítulos más interesantes de libro-entrevista.

Mucho menos permisivo se muestra Ratzinger en otras dos cuestiones que también son centro de debate permanente: la teología de la liberación y la colegialidad eclesial. En estos dos puntos no hay ni acuerdo ni reforma posible.

Ratzinger considera que los teólogos de la liberación han caído en el error de politizar el cristianismo. En su opinión han hecho del mensaje de Cristo una opción política más, de acuerdo con el principio de que la Iglesia no sólo se debe ocupar de las cosas de la vida eterna sino también de las de la vida cotidiana. Lo más curioso del asunto es que, en principio, Ratzinger cree que, efectivamente, la Iglesia tiene que ocuparse de las necesidades cotidianas y, especialmente, de los más pobres y de los más desfavorecidos pero sin perder en caso alguno su carácter de reveladora del mensaje de Cristo.

Parece que la gran controversia, como él mismo da a entender, está en los caminos que algunos, como Leonardo Boff, han elegido como el propio Ratzinger sugiere. Este es un tema en el que se echa de menos una profundización porque para muchos cristianos sigue hoy siendo esencial aunque, por supuesto, existen varias obras para consultar escritas por los propios protagonistas. Es más, Leonardo Boff tiene escribe una columna semanal disponible en le red.

En cuanto a la toma de decisiones colegiadas por parte de la Iglesia Católica me ha quedado la impresión de que Ratzinger está bastante conforme con la situación actual en la que la última palabra la tiene el Papa. Sostiene que, antes de pronunciar esa última palabra, el Papa consulta, solicita y escucha otras opiniones y decide después de haber conocido varias opciones sobre los asuntos, pero, en definitiva, es él quien toma la decisión definitiva de forma indiscutible. No parece que las expectativas de un cambio de posición en esta cuestión vayan a encontrar mucho eco en el ahora Papa Benedicto VXI, aunque insisto en que la entrevista fue hecha en 1997.

También es interesante lo que dice sobre el celibato, los anticonceptivos y el aborto. En realidad no añaden demasiado a lo que se conoce sobre la opinión de la Iglesia en estos aspectos. Reconoce que el asunto del celibato no es un dogma, pero no parece que haya muchas posibilidades de cambio. Es decir no habrá libertad de los sacerdotes para elegir, pese a los casos que producen bastante escándalo.

También es conocida la actitud frente al aborto y la opinión de Ratzinger no aporta nada significativo. Sin embargo, Seewald le pregunta de una forma muy clara que cómo es posible que la Iglesia se oponga de forma tan inflexible a la interrupción del embarazo y sin embargo acepte la pena de muerte como un derecho del Estado.

Ciertamente la respuesta de Ratzinger no ha dejado de sorprenderme. Dice que la pena de muerte cuando es "justa" puede admitirse porque el Estado tiene derecho a evitar que se ponga en peligro la paz social. Verdaderamente, y aquí si juzgo, esta contestación me ha producido estupor.

Sinceramente no creo que alguien que sostiene que la vida es el bien más preciado incluso en las situaciones más adversas para el nacido pueda justificar, ni siquiera en el caso de gravedad más extrema, el uso de la pena de muerte, porque además las sentencias judiciales no son infalibles necesariamente y se puede producir un error fatal sin reparación posible.Pero, ni siquiera en el caso de certeza absoluta de la maldad de un condenado es justificable semejante actitud.

También son interesantes sus opiniones sobre el papel de la mujer en la Iglesia y su justificación de por qué está excluida del orden sacerdotal. Tampoco son novedosas pero aportan algunos datos curiosos para los que estén interesados en este asunto de forma concreta.

Avanza la entrevista con temas como las relaciones con otras confesiones cristianas, el famoso ecumenismo, del que se muestra partidario, aunque cree que será muy complicado lograr una total comunión, las relaciones con el Islam y el judaísmo. Sobre estas cuestiones las opiniones del nuevo Papa me parecen bastante sensatas. Creo que, en efecto, más que tratar de conseguir sea como sea una comunión de todas las confesiones cristianas es mucho más práctico empezar por aprender a convivir y compartir las coincidencias de forma que se pueda llevar al mundo un mensaje de esperanza común.

También la opinión sobre el Islam me parece convincente: no es una religión única, con un magisterio único y además, a diferencia del Cristianismo abarca todos y cada uno de los aspectos de la vida, desde la actividad política hasta la moral sexual, pasando por las relaciones sociales y económicas. Por tanto el diálogo se hace complicado. Es muy interesante la opinión que ofrece sobre el atractivo que para muchos supone hoy el Islam y debería ser motivo de seria reflexión para los cristianos.

Sobre la posibilidad de que la Iglesia Católica se convierta en una opositora radical al mundo "consumista" de hoy, tal y como Pier Paolo Pasolini le pidió en una carta a Pablo VI, Ratzinger dice que hay una gran verdad en eso, aunque rápidamente matiza la cuestión al decir que debe ser desde la posición tradicional de la Iglesia como constructora.

En fin, por no extender más de lo que ya lo he hecho (que ha sido mucho) es libro que me parece, a pesar del tiempo pasado, imprescindible para todos los que estén interesados en saber cuál es el pensamiento del hombre que va a dirigir los destinos del mundo católico en estos próximos años.

Por supuesto que tras la lectura de la entrevista he sacado mis propias conclusiones sobre el "hombre" Ratzinger que me reservo para mí mismo pues son materia de debate en otro foro y aquí sólo se habla de libros. Ahora nos queda por saber que hará el Ratzinger que ha pasado a ser Benedicto XVI.

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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