pirineos, tristes montes

Opinión:

A veces hay lecturas que requieren su tiempo tanto físico como espacial. Hay lecturas que nos invitan a leerlas en verano o en otras estaciones. “Pirineos, tristes montes“ es una lectura netamente otoñal. La imagen de la portada refleja fielmente el contenido del mismo pero no debe desorientarnos: esta imagen brumosa, otoñal (casi invernal), silenciosa y bella no es sinónimo de historia pesada sino todo lo contrario: de Literatura en estado puro y de una delicia de lectura.
 
Severino Pallaruelo es otro de esos autores desconocidos por mí hasta ahora, otro de esos “autores en la penumbra” que deben y merecen ser sacados a la luz puesto que son buenísimos. Él ha sido profesor y su novela ya fue editada en 1990; ahora la editorial Xordica vuelve a hacerlo por cuarta vez. La imagen de la portada ha cambiado pero no el contenido- y viendo en Google la anterior, creo que esta actual hace más justicia a la novela, es mucho más hermosa y comunica más cosas al lector con tan sólo mirarla. Imagen que ha captado el propio autor-. Hace ya días que acabé de leerlo pero no podía ponerme a escribir ya la reseña del mismo porque su lectura me sumió en un estado un poco difícil de explicar. Me impactó muchísimo, me sumergió tanto en cada uno de los relatos que estuve como flotando unos días, recordando cada uno de ellos.
 
Narraciones a cual de todas más bella. En cada una de ellas, Severino Pallaruelo nos narra una historia que tiene que ver con los Pirineos, con cada una de las aldeas y pequeños pueblos que lo forman, de sus gentes, sus costumbres, su modo de vida, cómo impactaron (e impactan) entre la gente que viene de fuera, de la ciudad. Todos los relatos evocan una época pasada, mediados del siglo XX (años 50 y 60) un ambiente muy bien descrito que hace que el lector llegue a formar parte del mismo. Esta evocación de la sociedad pirenaica hace que los relatos sean también un pequeño estudio sociológico y etnológico. En cada uno de ellos, el lector puede aprender sobre las costumbres que tenían en estas aldeas y pueblos, algunas de ellas ya perdidas.
 
La vida en esta zona era dura en esos momentos. Esta dureza la capta Severino Pallaruelo perfectamente. Sus relatos están llenos de ella. Aunque en algunos de ellos haya margen para el humor, como es el caso del relato dedicado a un gato bastante especial: “Palomo” no deja de tener también su lado melancólico y duro. Pero, a pesar de esta dureza, ¡son tan hermosos sus relatos que se olvida! Es prosa, pero hay una fuerte carga poética en cada uno de ellos. Severino Pallaruelo tiene un estilo narrativo perfecto, impactante y todo logrado con un lenguaje sencillo. No se anda por las ramas ni recurre a un lenguaje rebuscado, no. 
  
Como podéis ver he disfrutado con su lectura. Me ha fascinado descubrir más cosas sobre los Pirineos, sobre su gente. Todos los relatos son muy buenos pero mis preferidos han sido, a parte del dedicado al gato “Palomo”, “Calabazas” y “Sola”, dedicado a una maestra. Este relato es el que abre el libro y ya nos permite hacernos una idea de cómo van a ser los otros.
 
Sé que hay lectores un poco reacios a leer relatos pero estos que encierra “Pirineos, tristes montes” hay que leerlos porque se disfrutan de principio a fin. Es una lectura que llena, con la que el lector disfruta. Por todo ello la recomiendo lo mismo que a su autor, un escritor brillante. 
 
Ysabel M.