no hay más preguntas

Opinión:

Cuando Brian Jackson llega a Universidad se encuentra con la dicotomía entre lo que esperaba y lo que es, entre quien cree ser y quien cree la gente que es. Y es que, por mucho que uno idealice un lugar y un comportamiento, a veces las cosas no salen como uno espera. Y eso es lo que le ocurre a Brian: se enfrenta a la cruda realidad. A la realidad en la que no puede desesperarse por la entrometida de su madre, ni se puede ir a beber cervezas con Spencer y Tone, sus dos mejores amigos, ni tampoco puede disfrutar de la reconfortante visión de sus maquetas de aviones en su habitación… En el momento en que sale por la puerta de su casa y decide enfrentarse al mundo universitario, está solo, sin ninguna de sus referencias habituales y eso lo deja desprotegido y a merced de unos ojos que no le han visto crecer ni conocen sus defectos o virtudes. Y es que algo de eso tiene el hecho de crecer, de pasar a la edad adulta: hay que abandonar la protección del nido y lanzarse, aunque lanzarse en el caso de Brian signifique tirarse en plancha en una piscina sin agua.
 
No hay más preguntas  habla precisamente de este paso a la edad adulta – bueno, quizás paso no sería lo correcto en el caso de Brian y debiera decirse más bien “vistazo a la edad adulta” – y lo hace a través de un personaje entrañable y a la vez desesperante, en el buen sentido de la palabra. La voz que nos narra esta historia es la de Brian, un joven con muchos sueños y pocas ideas sobre cómo conseguirlos; un joven que encaja con sus amigos pero que desentona por completo en el mundo universitario, donde todo el mundo parece interesante, inteligente, comprometido o atractivo… menos él, que lo que mejor se le da es meter la pata una y otra vez.
 
Escrito en primera persona, Brian nos permite ver el mundo que le rodea desde su particular punto de vista, pero también nos permite descubrirle a él, no sólo por lo que hace, sino por lo que piensa sobre sí mismo. Y es que Brian tiene una cualidad: es crítico consigo mismo, aunque por mucho que se reprenda por sus errores y se anime a no cometerlos, parece que tenga un imán que le impide no meter la pata. David Nicholls ha conseguido crear un joven tan real que probablemente el lector pueda comprobar algún aspecto de su adolescencia o de la adolescencia de sus amigos en él.
 
¿Y qué decir de las mujeres de la vida de Brian? Alice es el prototipo de chica guapa, divertida y encantadora a quien todo el mundo adora, en especial los hombres. Y después está Rebecca, una joven no tan atractiva, pero con las ideas claras y una capacidad de soltar discursos políticos en cualquier momento. Aunque en ciertos aspectos ambas son lo que podríamos decir estereotipos, la forma en que Brian nos habla de ellas las baja al mundo real, junto a él, aunque siempre se le escapen.
 
Uno de los aspectos más interesantes de No hay más preguntas  son precisamente las preguntas que aparecen como inicio de cada capítulo. Es una manera que tiene el autor de apuntar, en la respuesta, alguno de los temas que aparecerán en el capítulo. De esa forma hace un guiño al concurso al que tantas ganas tiene Brian de acudir, y a su vez demuestra que las preguntas, por muy distantes que sean a la vida real, pueden hacer referencia precisamente a ellas. Quizás ni la vida ni el paso a la edad adulta sean un concurso, peor lo que es cierto es que, a veces, hay que saber cuál es la respuesta a las preguntas que te lanza la vida, aunque lo más probable es que la solución no aparezca en ningún libro ni en ninguna biblioteca. 
 
No hay más preguntas  es un libro fresco que nos muestra la dificultad de crecer, de descubrir quién es uno mismo y qué quiere hacer en la vida. Un libro que lanza preguntas constantemente, pero que lo hace de la mano de un personaje que es tan desastroso como cualquiera de nosotros, un pequeño antihéroe que prefiere contestar preguntas sobre historia a responder los retos que le lanza la vida. Eso sí, la vida es mucho más inteligente que los creadores de concursos televisivos, así que siempre tiene una manera de plantearte nuevas preguntas, aunque sea a base de darte bofetadas para que abras los ojos y comprendas lo que es vivir.
 
Un buen libro para disfrutar de una pequeña historia escrita con cariño y sencillez. 

Inés Macpherson