Otoño sangriento

Opinión:

"Otoño sangriento", segunda novela publicada de Covadonga Mendoza, plantea al lector varios frentes para mantenerlo atento a la trama, a su desarrollo, a los personajes que intervienen en la misma, a la época en que transcurre o a la descripción de ambientes.

Me resulta curioso el hecho de que haya un personaje (Arturo Balmaseda, un ingeniero indiano, aventurero, explorador, adinerado, culto y casi superhombre) que, sin casi intervenir en la novela ocupa un lugar importantísimo en la misma, hasta el punto de convertirse en eje central de muchos de sus capítulos, pues tal es su fuerza y personalidad que arrastra a muchos de los demás personajes atrayéndolos como un imán y llevándoles a realizar cosas impensables. Esto es algo que la autora ha conseguido a base de describirlo tanto a él como a sus ideas, su forma de ser y sus capacidades, convirtiéndolo en "el gran ausente que siempre está presente".

El resto de personajes, completamente dispares (desde un cura que oculta el secreto de sus debilidades, hasta un mezquino y depravado aunque infeliz pederasta, pasando por un arrogante policía en busca de esposa, una "Madame" tuerta que regenta un prostíbulo de lujo pero que tiene un pasado aventurero, una muchacha timorata que abre sus ojos a las luces que le muestra la detective ejemplo de los logros que por entonces empezaron a obtener las mujeres, una esposa abandonada por un marido al que sigue idolatrando, un criado cubano que practica la Santería, un  periodista bohemio y aprovechado o un afamado detective que ha de luchar por mantener su objetividad a pesar de la atracción que siente por la mujer del principal sospechoso, están bien estructurados y expuestos, hasta el punto de hacer que algunos de ellos tiren en solitario del carro de la novela en los momentos en que intervienen.

Aprovechando los crímenes que expone, Covadonga Mendoza nos plantea la forma en que la manipulación de la información puede influir en el devenir de los acontecimientos y en el desarrollo tanto de la investigación como en la respuesta de la ciudadanía, cosa que aunque se expone en el marco del Madrid de finales del XIX, hoy día podemos comprobar que ocurre constantemente en la sociedad actual, donde los medios de comunicación, los prejuicios y las opiniones tendenciosas distorsionan la realidad de los hechos haciendo que muchas veces lo menos importante sea la verdad para dejar protagonismo a una irrealidad dirigida desde no se sabe dónde ni por quien ni con qué oscuros intereses.

El hecho de que la novela transcurra en la época citada, permite a la autora hacer uso de sus conocimientos históricos y filosóficos, lo que supone un complemento a la trama y los personajes, que quedan sumidos en el ambiente madrileño de finales del siglo XIX, las teorías del "Superhombre" y la lucha de la mujer por la igualdad entre los sexos.

Debo hacer mención, y esto es una opinión particular, a que el halo romántico que envuelve algunos de los capítulos, a veces ralentiza la acción y se hace reiterativo (sin excesos), pues la atracción entre algunos personajes se hace patente de forma rápida, y tal vez no fuera necesario recalcar periódicamente tal circunstancia, pero también he de destacar que ese romanticismo a veces llega a desembocar en encuentros apasionados descritos de forma muy interesante, en los que el lector está "viendo" lo que ocurre en la novela sin necesidad de que se le narre de forma explícita. Esta faceta no es nueva en Covadonga Mendoza, pues recuerdo que ya en "La Hermandad de los Elegidos", su primera novela publicada, hizo lo mismo usando el símil ajedrecístico.
 
En definitiva, "Otoño sangriento" es una novela amable y que se lee bien, tanto por su redacción, muy cuidada y cargada de términos cultos, como por el trasfondo que quiere hacer llegar al lector, que realmente se ve obligado a meditar sobre la necesidad de una información veraz y objetiva que permita sacar conclusiones adecuadas a la realidad y que no estén influidas por elementos mediáticos y manipulados según intereses o intencionalidades ajenas al asunto, sobre todo en temas que por su trascendencia vayan a tener serias y graves repercusiones sobre el honor y la imagen de las personas o que incluso puedan costarles la vida.
  
Miguel Ángel León Asuero