historia medieval del sexo y del erotismo

Opinión:

¿De dónde proviene la creencia de que la masturbación masculina provoca ceguera? ¿Por qué la menstruación se percibe como algo sucio y se liga a numerosas supersticiones? ¿Es cierto que en la Edad Media proliferaron numerosos tratados para favorecer el orgasmo femenino? ¿Cuál era el papel de la mujer en la concepción? El lector curioso encontrará respuestas en este interesantísimo ensayo, dedicado a la cultura que impregnaba toda la Edad Media, y por tanto, a sus representaciones sociales amorosas. Así pues, lo más apetecible es comprobar cómo nuestra sociedad contemporánea se nutre y se define por lo que fue en el pasado, ya que numerosos aspectos enclavan sus raíces en un período que nos puede parecer tan alejado como el medievo, o más aún, la civilización griega. Y es que no hay que olvidar el papel que filósofos – médicos como Aristóteles o Galeno jugaron a la hora de asentar las bases (en muchas ocasiones erróneas) sobre medicina y biología que harán de cimientos para el conocimiento posterior.

A pesar de que en ocasiones nos podemos sentir abrumados por tantos datos o personajes históricos, Ana Martos se defiende a la hora de estructurar su ensayo, dividido así mismo en nueves grandes apartados que a su vez se despliegan en numerosísimos subtemas. Aún así, la autora da demasiada importancia al contexto histórico, en ocasiones explicado con excesivo detalle, hecho que la lleva a perder de vista el objeto de su ensayo. Es por ello de agradecer que nos reitere las ideas básicas a lo largo de las 400 páginas de su extenso ensayo. El estilo, directo y plagado de ejemplos e imágenes, pretende ser lo más didáctico y esclarecedor posible, y sin duda lo consigue.

Especialmente interesante es el capítulo dedicado a las creencias de los griegos que asentarán la base de toda la medicina medieval, a través del cual se pensaba que el esperma de la mujer, a pesar de no tener tanta importancia como el del varón (ser perfecto y completo por naturaleza) era también necesario para procrear. Este semen sólo se liberaba si la mujer conseguía el orgasmo, es por ello que en la Edad Media surgieron un número ingente de tratados amorosos destinados a favorecer el máximo placer femenino, sin que la Iglesia pudiera censurarlos (eso lo hará en el Renacimiento) ya que la unión entre dos cuerpos con el único fin de procrear era bendecido por ésta. Así mismo, el libro nos habla de las poderosísimas influencias que el Islam aportó al desarrollo del medievo occidental, gracias a las cuales Europa se volvió más culta e higiénica, o a los diversos tipos de amor existentes en la época: el amor fervoroso a Jesús que impulsaba a quienes lo padecían a ingresarse en conventos para estar más cerca de él (que llevó a ciertos personajes a tener visiones eróticas, como Santa Teresa de Jesús y su estricto régimen consistente en unas hojitas de menta) o el amor cortés, sofisticado juego amoroso que se establecía entre una doncella casada y un caballero de más baja condición y que impedía a los dos amantes el tener relaciones para evitar el riesgo de un hijo ilegítimo y así la dispersión de la riqueza. Es por ello que, según los expertos, los enamorados dormían con una espada separando sus desnudos cuerpos.

Entre los diversos temas que trata el ensayo, también son interesantísimos los tejemanejes de la Iglesia, que llegó a crear un lugar geográfico imaginario en el siglo XIII, el Purgatorio, para aquellas almas descarriadas que aspiraban a la salvación a través del rezo y que estaría plagado de ricos, ya que como advierten las sagradas escrituras, es más fácil que entre un camello por un agujero de una aguja a que lo haga un rico por las puertas del cielo.

Por otro lado, Martos nos explica el origen de diversas creencias populares que han llegado a nuestros días y que podemos haber oído en boca de nuestras abuelas. Así pues, el pecado de la mujer se paga con el dolor y la sangre, ya que según insignes doctores medievales la menstruación era un mecanismo del cuerpo femenino para no autoenvenenarse, ya que el alma y los humores de la mujer se corrompen con excesiva facilidad si no salen del cuerpo de otras maneras, especialmente entre las chicas vírgenes (podemos suponer a qué maneras se referían).

Así pues, encontramos una obra imprescindible y accesible para curiosos de toda condición, a pesar de que se hace más conveniente como libro de consulta que de lectura, especialmente en los primeros capítulos.

Alba Moreno


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