Anika entre libros

los girasoles ciegos

Ficha realizada por: Eloy M. Cebrián

Título: los girasoles ciegos
Título Original: (los girasoles ciegos)
Autor: Alberto Méndez
Editorial: Anagrama


Copyright: Año 2004 ISBN: 84-339-6855-6
Etiquetas:

Argumento:

Cuatro historias de la posguerra enlazadas entre ellas y que tienen como protagonista común la derrota.

Opinión:

FUENTE: Blog del autor (www.eloymcebrian.com)

Leo en la solapa del libro que Los girasoles ciegos es la primera obra de ficción de su autor, Alberto Méndez (Madrid, 1941). Acudo a internet en busca de más información y descubro que este libro ha recibido el Premio de la Crítica a la mejor obra narrativa del 2004. A continuación, con auténtico estupor, me entero de que el premio ha sido concedido a título póstumo.

Resulta escalofriante que la gran protagonista de este libro, que no es otra que la muerte, haya reclamado a su autor a los pocos meses de su publicación. Pero aún es más escalofriante el hecho de haber perdido a un talento literario de esta magnitud en plena madurez creativa, justo cuando comienza a recibir el reconocimiento que merece. El autor deja una novela inconclusa sobre el comisario Yagüe, aquel sicario del franquismo que se hizo famoso por el asesinato del anarquista Julián Grimau. Parece que Méndez lo conoció bien, pues él mismo fue víctima de tortura a manos de ese desalmado. ¿Cuántos magníficos libros más nos ha arrebatado la muerte del autor? ¿Adónde han ido a parar todas esos esbozos de historias que, a buen seguro, bullían ya en su imaginación? ¿Quién se encargará ahora de escribirlas?

Son preguntas sin respuesta, pero no por ello menos importantes. El mercado editorial nos ofrece cientos de títulos prescindibles a lo largo del año, pero tan sólo unos pocos libros necesarios. Es como si, de tanto en cuanto, a un autor le fuera encomendada la misión de escribir un libro que necesitamos leer. Son obras que reflexionan sobre cuestiones fundamentales, que arrojan luz, que nos hacen comprender lo que hasta el momento permanecía en la penumbra. Para mí, esos libros poseen el rango de libros sagrados. Los girasoles ciegos es, sin duda, uno de ellos.

Cuatro historias que abordan nuestra posguerra desde la óptica de los derrotados, con la particularidad de que, como este libro deja bien patente, todos fuimos los derrotados, incluso los que ni vivimos ni recordamos la guerra, pero hemos recibido su negra herencia de odio como parte de nuestra educación. Ahora, cuando está a punto de empezar el 70 aniversario del comienzo de la rebelión militar, algunos predican el olvido. Pero olvidar no sirve para curar las heridas. Es necesario comprender. Así pues, que se caven todas esas tumbas anónimas, empezando por las tumbas de la memoria. Que se exhumen todos los cadáveres enterrados en la ignominia. Que se recuerde lo ocurrido y que se hable de ello. Los libros como Los girasoles ciegos, con su inventario de derrotas, sirven para que empecemos a comprender. Por eso son imprescindibles.

Un capitán del bando nacional se entrega al enemigo el día anterior a la rendición de Madrid. Una mujer muy joven muere de parto en plena huida; su esposo-niño contempla al recién nacido junto al cuerpo sin vida de su madre. Un prisionero es visitado por la esposa del coronel que va a condenarlo a muerte, pero es él quien la consuela a ella. Un intelectual de izquierdas permanece escondido en su propia casa, impotente mientras su mujer es acosada por un religioso del colegio de su hijo. Historias independientes y, sin embargo, entrelazadas por inesperadas conexiones entre sus personajes. Pero, sobre todo, porque todas ellas se internan en ese paraje lleno de escombros y cadáveres, ese reino del horror que fue la España de posguerra.

Sólo hay una forma cabal de contar y comprender nuestra guerra civil, y consiste en intentar reproducir el pálpito humano, el dolor de las personas que la padecieron. Lo hizo Mercè Rodoreda, lo hizo Dulce Chacón, y ahora lo hace Alberto Méndez. Y lo hace con emoción, con verdad y con un lenguaje literario deslumbrante, lleno de resonancias y de músicas. El estilo prodigioso que el autor despliega en estos relatos ya los justifica y los hace dignos de todo elogio. Pero, más allá de eso, el estilo está aquí subordinado al propósito de contar y describir, de ahondar en el corazón del sufrimiento con una lucidez muy poco común.

El segundo de estos relatos (de estas "derrotas") se titula Manuscrito encontrado en el olvido, y es sin duda una de las piezas más brillantes y desgarradoras que he tenido el placer (o el horror) de leer. A este respecto, resulta sorprendente que el relato fuese finalista del premio "Max Aub" 2002, una edición en la que el relato ganador sólo se distinguió por su enorme mediocridad. Un elemento más de reflexión sobre qué se premia en los certámenes literarios de este país.

Lamento mucho que Alberto Méndez nos haya dejado y le envío desde aquí mis condolencias a su familia. Pero creo que al menos nos queda el consuelo de que tuviera tiempo para escribir su libro y verlo publicado. Dudo que otro escritor, ni siquiera aquellos con más fama y renombre, hubiera podido hacerlo mejor. Nadie ha sabido estar más a la altura de su tarea. Por ello, le debemos admiración y gratitud.

Descanse en paz, maestro.

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

¿Te ha gustado? Compártelo:

Comentario de los lectores:

Publicidad
Anika entre libros
Actividad subvencionada por el Ministerio de Cultura
Ministerio de cultura

Esta web utiliza cookies para obtener datos estadísticos de la navegación de sus usuarios. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso. Más información X Cerrar