hermana

Opinión:

Pocas relaciones son tan íntimas y estrechas como las que se dan entre hermanos. Compañeros a lo largo de toda nuestra existencia, guardianes de muchos de nuestros secretos, son capaces de llevarnos a la exasperación más absoluta y de secar nuestras lágrimas un segundo después. Por esos motivos la pérdida de esa persona se convierte en un mazazo brutal que es imposible de imaginar. Rosamund Lupton con este extraordinario debut consigue llegar a angustiarnos ante la perspectiva de que su “Hermana” sea la de cualquiera de nosotros.
 
“Hermana” es una novela muy cinematográfica, con ciertos toques al cine negro de los años cincuenta en sus descripciones y que recuerdan de manera agradable a dos clásicos del maestro de Suspense Alfred Hitchcock: Rebeca y El Proceso Paradine.

La novela es una larga carta que Beatrice dirige a Tess con la intención de mantenerla viva en su recuerdo, de contarle todos los progresos y decepciones que se encuentra para dar con su asesino, de decirle que el simple hecho de que una ya no esté entre los vivos no es motivo suficiente para dejar de llamarla hermana y hablar de ella como algo que hay que dejar en el pasado. A base de flashbacks se irá construyendo la historia de Tess y todos los sucesos que la llevan a aparecer sin vida en la soledad de un lavabo público, sirviendo a la vez de confesión para Beatrice de todos esos pequeños detalles que tan importantes nos parecen ahora que esa persona nos ha abandonado para siempre, que le provocan el dolor necesario para seguir sintiéndose viva ya que de lo contrario se sumiría en un vacío que es peor que la muerte.

Gracias a esta epístola Tess se convierte en un personaje activo dentro de la trama, una manera muy ingeniosa de dar voz a los muertos pero sin llegar a tomar parte en cómo se van desarrollando los hechos. Aunque hay pasajes de gran emotividad están lejos de la sensiblería que impregnaba el “Desde mi cielo” de Alice Sebold, Tess ya no siente ni padece, es su hermana Beatrice la que lleva el peso del mundo en sus hombros y grita de dolor, de rabia, desesperación, injusticia y de pena infinita, sentimientos extraordinariamente bien plasmados en la historia mediante un estilo directo, brutal en ocasiones, sin artificio alguno y que no deja lugar a concesiones. En muchos sentidos “Hermana” es un grito silencioso de angustia que taladra la mente de la protagonista teniendo eco en nuestros oídos, el grito ante el temor de haberle fallado a quien más te importa en el mundo.
 
Pero si por algo destaca esta primera novela de la autora es por tener una trama muy bien urdida, un misterio inteligentemente planteado desde el inicio en el que los datos se muestran con cuentagotas en el momento oportuno, llena de giros hábiles, interesantes, casi siempre desconcertantes y que sabe jugar con calma todas y cada una de las cartas que tiene entre sus manos. Un suspense e intriga que van in crescendo hasta el angustioso final que, si bien se puede intuir, es tan demoledor que logra impactar por su fuerza. “Hermana” es un gran puzzle en el que todas las piezas encajan a la perfección y en el que el manejo de la tensión se convierte en la baza principal de una novela que juega con todas las ideas preconcebidas que el lector tenga. Se pone también de su lado un ágil ritmo narrativo que sabe cuándo ralentizarse para introducir una nueva pista o un nuevo misterio, en el que los datos nimios terminan por ser la clave de una historia brutal y compasiva a partes iguales.
 
“Hermana” es el ejemplo perfecto de que un thriller psicológico puede poseer una carga emotiva importante sin caer en excesos empalagosos, de que una tragedia conmovedora es capaz de enganchar al lector introduciendo un misterio intrincado, de que la indignación ante la brutalidad humana nos sigue sorprendido aunque, como siempre y por desgracia, la realidad supera a la ficción.
 
Patricia Rubiera