código genético

Opinión:

Amàlia Lafuente , autora de Código genético, es una investigadora y docente que ha alcanzado anteriormente algunos logros literarios.

Aunque en principio pudiera parecer un tema poco apasionante —de hecho, no parece que existan muchas novelas en castellano de asunto científico—, si la pluma es hábil, como en este caso, no hay tema difícil ni escenario imposible. Con la lectura de esta novela tendrá el lector ocasión de conocer detalles y curiosidades del mundo de los laboratorios de investigación médica, que generalmente son desconocidos por el común de los mortales. Sólo ese vistazo al universo de la ciencia y a las vidas de quienes en ella trabajan, de la mano de una científica, ya justifica su lectura.

Con personajes bien caracterizados y un tratamiento del tema muchas veces irónico, la obra atrae y genera cierta adicción, porque aporta un sincero retrato de las intrigas y manejos no siempre limpios que tienen lugar dentro del mundo científico: las presiones del poder sobre los responsables; la competencia descarnada por alcanzar puestos clave; la habilidad precisa —al margen de la carrera puramente científica— para medrar en el escalafón de los centros de investigación, etc. Nada, en suma, demasiado distinto de la conducta humana en todos los campos de la actividad. Pero resulta curioso tener noticia de la existencia de tales bajos fondos e intrigas también bajo las impolutas batas blancas de un laboratorio.

Personalmente, me encanta la crítica casi caricaturesca que hace la autora sobre el papel de los políticos en el campo científico, que llega a rozar el patetismo. Como en tantas otras facetas de su actividad, muchos de los señores que manejan el poder se llenan constantemente sus tripas con el esfuerzo ajeno, mientras los verdaderos vocacionales se debaten en la penuria y la escasez de recursos.

Se subraya también el conflicto interno que todo científico honesto debe afrontar alguna vez, entre seguir lo que su naturaleza y vocación le dictan, o ceder a la frialdad académica en la que ha sido educado y en la que prima la competitividad por encima de valores ya desvirtuados. Éste podría ser el problema que impregna de sentido la novela.

No obstante, hay que notar que la verdadera inflexión argumental de la obra, la que llega al corazón, tiene lugar aproximadamente hacia la mitad del libro, cuando la protagonista se ve desterrada del mundo elitista en que se había movido hasta entonces para pasar a una dedicación profesional que en principio la sume en una depresión. Ahí dejo esa pista, destinada a evitar que el potencial lector piense que se trata de una aburrida novela de probetas y términos ininteligibles.

Código genético  me parece, en definitiva, una obra llena de interés, novedosa, de agradable lectura y muy reveladora. Léanla y disfruten. 
 
José A. Carbonell Pla