Anika entre libros

la virgen de la noche

Ficha realizada por: Alejandro Varderi
la virgen de la noche

Título: la virgen de la noche
Título Original: (la virgen de la noche, 2008)
Autor: Marta López Luaces
Editorial: Sial


Copyright: 1ª Edición, 2008 ISBN: No definido
Etiquetas: autores escritores españoles hispanos literatura española literatura hispana

Argumento:


Una prostituta (Nadie), una maga de las hierbas (Asumpta), una cronista de los secretos del vecindario (Brunilda), una inquilina cuyo apartamento ha sido preservado de la decadencia circundante (Soledad), y una virgen que el barrio adopta como su patrona particular, surgen y se esfuman de los lugares que las habitan, llevadas por una voluntad de alterar la cotidianeidad de la comunidad donde se acogen, pero sin pertenecerle realmente. Ello como una manera de profundizar en la trashumancia, los desarraigos lingüísticos y los exilios verbales que forman parte integral de la búsqueda literaria de esta autora, tal cual lo refrendan tanto sus poemarios Distancia y destierros, Las lenguas del viajero y Memoria de un vacío como su novela, aún inédita, Los traductores del viento.

Opinión:


En éste, su primer libro de relatos Marta López-Luaces despliega el placer de contar y contarse desde cinco textos que territorializan lo inverosímil en un barrio muy específico de Nueva York, el de Saint Nicholas en Manhattan. Entre sus calles, avenidas, casas reconvertidas, edificios y comercios Nadie, Asumpta, Brunilda, Soledad y la virgen de la noche, entretejen sus existencias como imágenes especulares puestas a ocupar el espacio narrativo con la intensidad de sus historias. 

Textos todos aunándose al corpus creativo escrito en y desde Nueva York; un corpus que, pese a su volumen y calidad, debe seguir buscando el sello de aprobación en los países de habla hispana, ya sea porque es allí donde se encuentra el grueso de las editoriales, o porque el prestigio y los lectores parecieran residir en España y al sur del río Grande. Esfuerzos privados como las actuales ediciones Pen Press, o las del Instituto de Escritores Latinoamericanos, LART, la revista Escandalar y los Premios Letras de Oro en el pasado, son y han sido intentos de aglutinar la producción literaria escrita en español en los Estados Unidos y legitimarla, al tiempo que se ha buscado construir un puente con aquellas geografías para establecer un diálogo intercontinental al cual ellas se han mantenido, por lo general, mudas y sordas. La desaparición de las librerías en español en Nueva York y la oficialización creciente de las instituciones culturales financiadas por el gobierno de los respectivos países, tampoco han contribuido a perfilar sino más bien han ido diluyendo, como conjunto, el carácter particular de esta literatura que se nutre del mestizaje cultural y filológico propio de lo norteamericano. Literatura nuestra, pues, que germina en tierra fértil pero desatendida. 

Es entonces desde esta tierra de nadie desde donde Marta López-Luaces escribe La virgen de la noche para articular el devenir de mujeres que refulgen con la lucidez de sus acciones arraigadas en lo primigenio, y por ello propensas a alterar el orden o el desorden circundantes. “Criaturas del aire” las habría llamado José Bergamín. Seres elementales y perturbadores, puestos a trastocar el concierto y el desconcierto del barrio donde intempestivamente aparecen y con idéntico hermetismo desaparecen, dejando como único rastro la memoria de su representación en el cuarto, la calle, una superficie pulida, o las aguas del Hudson que aíslan literalmente a la ciudad del acontecer americano. 

Porque no debemos perder de vista que es en las comunidades étnicas de Saint Nicholas, especialmente la hispana y la judía, donde ellas conjuran lo místico y lo secreto a fin de recuperar el placer por lo que trastorna e inquieta, siguiendo así esta escritura la tradición hispanoamericana fantástica propia de los cuentos de autores como Horacio Quiroga, Felisberto Hernández, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, pero trasladando el lugar de la ficción al norte del continente. Y es justamente en este proceso de traslación donde reside su eficacia, al tiempo que aúna las preocupaciones estéticas de su autora pues, y ya lo dijo Georges Bataille, “lo sagrado y el misterio se implican uno al otro; por lo demás la parte de lo sagrado, ¿acaso no es contigua a la de la poesía? ¿Y no es al mismo tiempo contigua a la de la tragedia?” (La oscuridad no miente, 136) 

Responder estas preguntas resulta ser, a mi entender, el reto último que Marta López-Luaces plantea con La virgen de la noche, extrapolando en el proceso la cotidianeidad iberoamericana a la geografía del barrio, y documentando su hibridación con las capas de sentido anteriores, hoy sobreviviendo en las molduras de los techos, el apellido grabado sobre el mármol descolorido de algún lobby, o una puerta maciza de madera clausurada que en un pasado se abría hacia habitaciones divididas y vueltas a subdividir por la pobreza y el abandono:

Aquel tiempo de opulencia sigue dibujado en este piso —en las sólidas puertas de caoba y castaño, en aquellos zócalos pintados con antiguas insignias que para los nuevos vecinos ya no quieren decir nada, en los animales tallados en los marcos de aquellos techos que parecen querer proteger este único oasis y reclamar su gloria pasada—. (50) 

Esta labor etnográfica y arqueológica de recuperación de la memoria urbana enmarca el pasar de heroínas deslastradas de prejuicios, dioses y mitos, que enarbolan su autonomía como el único estandarte posible, al interior de sociedades conservadoras, machistas y poco dadas a subvertir, desde sus precariedades, lo establecido. Se hace ahí necesaria la irrupción de un elemento exógeno para sacudir del letargo a los hombres que se postergan con una cerveza en las veredas de las calles, a los niños que tienen como única distracción el matar con chinas a las ratas que pululan por los basureros en patios y contenedores abiertos al pavimento, y a las mujeres cuyas supersticiones amarran a los fogones de las cocinas y al jabón de los fregaderos. 

Con un lenguaje puesto a detallar el sitio de la insurrección femenina desde un narrador que observa el acontecer de las protagonistas, Marta López-Luaces, como los alquimistas medievales, pone en contacto incidental la sustancias que constituyen su asunto, ya sean éstas el cambio astral del barrio ante la presencia de Nadie, los exorcismos vegetales de Asumpta para atraer a los comensales hasta su mesa, los recorridos nocturnos de Brunilda por míticos cines y teatros en decadencia, las lecturas que Soledad hace de la Cábala, o la creación de palabras dables de representar a la virgen de la noche desde un libro tan infinito como el borgiano. Ello para, en palabras de Mircea Eliade, “reintegrar el estado primario, el estado germinal de la materia (que) libera de todos los fracasos y "pecados"; en fin de cuentas, del desgaste inseparable de la condición humana” (Herreros y alquimistas, 138), y que en este texto tiene un lugar privilegiado en la voz del hablante abocado a relatar la comunión entre los elementos que estructuran el entramado del texto. 

Tal estado liberador de las miserias y desventuras de una comunidad que ha visto mejores tiempos se logra aquí mediante un lenguaje no exento de ironía, donde la nostalgia por lo perdido evoca el pasado esplendor de calles y modos de vivir; lenguaje redentor que filtra la petite histoire de los personajes y la mueve como sobre una corriente donde todo flota y nada se enraíza. Deseos, temblores, ausencias, decepciones, se combinan así con olores, ritmos tropicales, figuras mitológicas, referencias literarias y dichos populares que tejen las historias como fragmentos de un mismo tapiz; por eso pese a las distinciones estilísticas y cambios de tono de una narración a otra, puede observarse un mismo río corriendo por la escritura de “Nobody”, “Un reflejo de pureza”, “Brunilda”, “Soledad” y “La virgen de la noche”. 

El mosaico de figuras femeninas moviéndose a la deriva en cada una de estas crónicas podría ser, por el modo como la autora ha estructurado la colección, parte de un proyecto mayor del cual nos encontramos aquí con las primeras piezas. Y al evocar el tono abiertamente narrativo de una serie de poemas extensos, aún inéditos, así como la noticia de haber concluido su primera novela, lleva a pensar que sus proyectos actuales se inclinan más hacia la prosa que hacia el verso breve. 

Por lo pronto, festejemos el encuentro con La virgen de la noche, y dejemos abierta la discusión para seguir reflexionando en torno al lugar de éste y textos subsecuentes de Marta López-Luaces dentro del corpus literario neoyorkino escrito en español; corpus disperso actualmente y, cabe decirlo, flotando igualmente a la merced de los ríos que aíslan a la ciudad del resto del país, como consecuencia de la pérdida de espacios entrañables y la burocratización de otros. Nos toca pues a nosotros lectores y autores, reinventar lo perdido y crear sitios nuevos de encuentro, a fin de darle mayor lustre a nuestra producción y transformar tales obstáculos en celebración.

Alejandro Varderi

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