capitanes de abril

Opinión:

Este pequeño libro no pretende ser un tratado histórico sobre la Revolución de los Claveles porque, sería presuntuoso condensar en poco más de 60 páginas, lo que significó para ese país aquella fecha. Es un librito ameno, casi escrito para jóvenes, que explica algo de lo que fue aquello y quiénes fueron los actores principales.

Siempre he sostenido que los portugueses fueron protagonistas de la última revolución romántica que se ha vivido en Europa, y me atrevería a decir, que jamás se volverá a producir otra. Abril de 1974 significó no sólo el derrocamiento de un régimen repugnante y tiránico sino mucho más. Fue el despertar de toda una nación que llevaba adormecida por la propaganda oficial casi 50 años. Adormecida y silenciada por una represión feroz, por una censura agobiante y por una red de informadores de la policía política (PIDE), que controlaba hasta las conversaciones en los bares, en los centros de trabajo y allí donde hubiese más de dos portugueses reunidos. Y que asesinaba cuando se lo ordenaban.

Por eso, desde aquella fecha, mi admiración por el pueblo portugués subió de forma considerable y tuve la enorme fortuna de poder compartir con ellos, poco tiempo después de aquellas jornadas de abril, algunas otras en las que se saboreaba la libertad, libertad sin adjetivos. Es cierto que fueron las Fuerzas Armadas las que iniciaron el proceso y, también lo es, que Portugal sostenía, de forma irresponsable, una guerra colonial iniciada en el ecuador del siglo XX. No es menos cierto que la juventud emigraba y se exiliaba para no tener que prestar el servicio militar en África, y que el país estaba, por causa de esa guerra, en la bancarrota y en la precariedad.

Pero también es cierto que el pueblo portugués lejos de quedarse en su casa, esperando el desenlace de los acontecimientos, se echó a las calles y apoyó decididamente al Movimiento de las Fuerzas Armadas y no aguardó pacientemente a que el dictador muriese de viejo. Esa es una diferencia esencial entre la revolución portuguesa y la tan alabada transición española.

Es posible, que como señala el último capítulo del libro, al final las cosas no hayan evolucionado de la forma que hubiera sido deseable y que muchas esperanzas se quedaran en el camino. Pero los portugueses se comprometieron y lucharon en la calle por su libertad.

Es España se prefirió el pacto, la componenda, el olvido infame, y se aceptó gustosamente la herencia de la dictadura. Para mí es una diferencia esencial.