Anika entre libros

la mascota

Ficha realizada por: Patricia Tena

Título: la mascota
Título Original: (the mascot)
Autor: Mark Kurzem
Editorial: Suma de Letras


Copyright: 1ª edición: mayo 2008 ISBN: No definido
Etiquetas:

Argumento:

Alex Kurzem vive en Australia con su mujer Patricia y tienen tres hijos. Es un hombre bondadoso y familiar, pero lo que realmente llama la atención de su persona es su mirada perdida: como si siempre estuviera recordando algo, como si siempre tratara de olvidar. Nunca le ha gustado hablar de su infancia, y su familia lo justifica alegando que era muy pequeño cuando quedó huérfano y fue adoptado por la familia Dzenis.

Cincuenta años después de vivir entre silencios y pesadillas, Alex visita en Oxford a su hijo Mark para revelarle su terrible secreto: él era un niño judío de apenas seis años cuando en su presencia los nazis mataron a su familia. Asustado, echó a correr bosque adentro, donde vivió durante un tiempo comiendo frutos, escapando de los lobos y robando ropa de abrigo a los muertos que se encontraba por el camino. Un día es descubierto por un grupo de soldados, él cree que es su fin, pero uno de ellos, el sargento Kulis, al conocer su verdadera condición (por la circuncisión) se apiada del pequeño y le hace prometer que nunca confesará su identidad. El niño, asustado, acepta la propuesta y es acogido por los soldados letones fascistas, quienes lo convierten en su mascota.

Alex Kurzem sabe que ése no es su verdadero nombre, ni su apellido, no sabe dónde nació, ni quiénes eran sus padres… Así que le pide a su hijo que le ayude a recuperar su identidad. Las únicas pistas con las que cuentan para iniciar esta aventura de final incierto son dos palabras que siempre ha recordado pero cuyo significado desconoce completamente: Panok y Koidanov.

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Opinión:

El descubrimiento de la infancia nazi de mi padre judío”, así define el propio autor su obra, la biografía de su padre. La contradicción invita a la lectura.

Dicen que en ocasiones la realidad supera la ficción, y sin duda, La mascota es uno de esos casos que prácticamente parecen inverosímiles; más bien ideados por un guionista con imaginación que la vida de alguien que bien podría ser nuestro vecino, o como le pasa al autor, nuestro propio padre. De hecho, hay que remarcar que el escritor, e incluso el propio protagonista, tuvieron que luchar contra aquellos que ponían en duda la veracidad de su historia: algunos creyeron que como el célebre caso de Benjamín Wilkomirski había inventado todo, algunos especialistas pensaron que sufría el síndrome de la memoria falseada. Por suerte, Alex Kurzem contaba con algunas fotografías y un vídeo de propaganda nazi en el que se le puede identificar claramente y que han acabado por darle la razón.

Kurzem hijo escribe con un estilo ágil y directo, ofreciendo la dosis de misterio necesaria, aunque también es cierto que empieza con una gran ventaja: todo resulta interesantísimo porque sabemos que se trata de una historia real. Sus palabras ocupan el espacio necesario y la forma adecuada y consiguen recrear a la perfección las conversaciones que mantuvo con su progenitor cuando éste decidió contarle aquello que le atormentaba tras una vida de silencio y verdades a medias.

En la primera parte del libro se relata la infancia de Alex; son unas páginas que se devoran con avidez y que provocan sentimientos relacionados con la tristeza, la impotencia, la indignación y la desesperación… por lo injusto de la situación, pero con el agravante de que el protagonista tenga unos cinco años. A esa tierna edad fue testigo de las ejecuciones de su madre y sus dos hermanos pequeños (un bebé y un niño de dos años) fue arropado en una fosa por una mujer que estaba agonizando mientras esperaba morir, anduvo durante meses malviviendo por el bosque, aprendiendo a dormir en los árboles para no caer en las garras de los lobos y a morderse la mano y la chaqueta cuando quería gritar y no podía por temor a que le encontrasen.

A partir de aquí, tanto el escritor como el lector ya conocen el problema. Durante las siguientes páginas el objetivo será encontrar la identidad del padre. Aquí fluyen los sentimientos encontrados, el ansia por saber qué pasará y si logrará descubrir el significado de esas dos misteriosas palabras, la pena que provoca pensar en un hombre de sesenta y pico años que ha vivido con todo eso dentro... y un desenlace sorprendente y emocionante; pero que también provoca desazón al comprobar que si hubiera hablado antes, todo hubiese sido muy distinto -no daré más pistas para que podáis disfrutarlo plenamente-.

Uno de los puntos fuertes del libro es precisamente la complejidad de Alex Kurzem, que no acaba de saber lidiar entre sus dos “personalidades”: no se siente un judío, pero tampoco un nazi, y paradójicamente, se siente un poco de los dos bandos. Resulta inquietante ver cómo constantemente intenta auto convencerse de que él no hizo nada malo, que tan sólo era un niño asustado; y sin embargo en otras ocasiones se siente decepcionado consigo mismo por no haber buscado otro camino. Llevando algo así adentro, es lógico que el protagonista no pueda acabar de ser feliz, que las pesadillas sean su pan de cada día. Por una parte era un niño pequeño, huérfano, que tenía hambre, frío y mucho miedo. Los soldados siempre se portaron bien con él, le trataban como si fuese una pequeña mascota, pero en cambio, por culpa de ellos también vio a mujeres y niños agonizando mientras los quemaban vivos, a viejecitos que recibían un tiro y caían a una fosa… Él era consciente de que algo malo ocurría, pero su edad e inocencia -si es que se puede conservar un ápice de ella viviendo hechos así- no le hacían imaginar la gravedad del asunto. Él veía a montones de personas en un vagón, gritando asustados, y lo máximo que podía hacer era darles chocolatinas de la fábrica donde trabajaba. Algo es algo, pensaba.

Durante toda la lectura queda patente esta dualidad, el sentirse ángel y demonio, víctima y verdugo… judío y nazi. ¿A pesar de ser pequeño no entendía lo que sucedía? ¿Era en cierto modo cómplice al permanecer con esos asesinos? ¿Hizo bien en no hablar de ello? El teniente Kulis era nazi, pero le salvó la vida sabiendo su condición. Cuando de mayor Alex Kurzem pidió ayuda al Centro de Reclamaciones de Nueva York -encargado de evaluar las reclamaciones de las víctimas del Holocausto- le dijeron de malas maneras que él no tenía derecho a estar allí pues nunca estuvo en un campo de concentración, que no sabe lo que es el sufrimiento. ¿Cielo o Infierno para todos ellos? Precisamente La mascota nos hace recordar que nadie nunca es del todo bueno, ni del todo malo.

Durante la lectura, no dejé de pensar en algo obvio pero igualmente importante. Cada una de las seis millones de personas que fueron asesinadas durante el Holocausto tenían una historia. Todas desgraciadamente sorprendentes. ¿Cuántas de ellas llegaremos a conocer? ¿Cuántas quedarán ocultas para siempre? A veces las conocemos desde el punto de vista de un niño que está fascinado por los pijamas de rayas, de una niña que escribe un diario desde Ámsterdam, de un nazi que hizo una lista para salvar judíos o un judío que se convierte en ratón y un nazi con cara de gato… son multitud los libros- biográficos o no, realidad o ficción- los que relatan el más terrible episodio histórico de la humanidad. Este es una historia más, pero necesaria. Sobre un tema como éste, nunca son suficientes los libros que nos hagan recordar lo que ocurrió y que intenten evitar que ocurra de nuevo.

Un libro esperanzador y desesperanzador, triste y muy tierno, pero que seguro que no dejará indiferente a nadie. Muy recomendable para ver hasta dónde puede llegar la maldad humana, pero también la bondad y el instinto de supervivencia.

Patricia Tena

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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