Cincuenta sombras de Grey

Opinión:

Cuando reseño una novela, especialmente cuando no me gusta o cuando creo que es flojita, procuro resaltar por igual lo positivo y lo negativo que he encontrado en ella, porque respeto y valoro profundamente el trabajo realizado por su autor. Casi todas las novelas presentan aspectos positivos, tienen sus puntos fuertes, pero la excepción hace la regla, como dice el dicho; y "Cincuenta sombras de Grey" es esa excepción.

Me cuesta escribir esta reseña porque no soy capaz de encontrar nada interesante que resaltar en esta obra. El gusto es algo muy personal y subjetivo; estoy segura que habrá multitud de personas que no estarán de acuerdo conmigo, pero lo que sigue es mi opinión y de eso se trata al escribir reseñas, de dar tu propia opinión sobre una obra sin tener en cuenta lo que puedan pensar los demás y sin intentar agradar a todo el mundo.

Los personajes no son creíbles, no tienen entidad ni consistencia. Christian Grey aún no tiene 30 años y ya ha tenido tiempo para levantar una empresa multimillonaria. Es un hombre que vale para todo, lo mismo conduce un deportivo que pilota un helicóptero; un hombre del que decir que está muy ocupado es decir poco pero, aun así, encuentra el tiempo necesario para mantener una relación intensa y absorbente. Parece frío y distante, pero tiene su corazoncito y lo demuestra realizando importantes donaciones a causas benéficas, pero lo hace de forma anónima no vaya a ser que pierda su fama de hombre duro y sin escrúpulos. Christian es casi perfecto, pero es un ser humano y por eso tiene un par de defectillos: le gusta el sadomasoquismo y quiere a su lado una mujer sumisa que acate sus órdenes y caprichos sin rechistar; además es terriblemente celoso.

Anastasia Steele, Ana, es la mujer de la que Christian se enamora y que, como no puede ser de otro modo, cae rendida a sus pies. Es una belleza que no sabe que lo es, se considera una chica del montón y no se preocupa por su aspecto físico; pero los hombres aprecian su belleza y la cortejan, aún así, se ha mantenido virgen, casta y pura para su gran amor, que no es otro que Christian Grey. Ana tiene un terrible complejo de inferioridad; está tan convencida de que es un desastre que todo, o casi todo, le sale mal. Se trata de una mujer con una carrera universitaria pero su lenguaje es pobre y no se corresponde con una joven que entra a trabajar como becaria en una editorial; durante toda la narración te parece que estás oyendo hablar a una jovencita. Es una mujer moderna, de su tiempo, por eso el tema de la sumisión que implica su relación con Christian no le convence. Pero el amor todo lo puede y no duda en firmar un acuerdo de confidencialidad y un contrato que estipula cómo será su relación con Christian, no puede ni quiere arriesgarse a perderlo. Tampoco tiene problemas para someterse a todos los caprichos y humillaciones que Christian impone pero, eso sí, después de enfadarse y decir que eso a ella no le va; en otras palabras, después de una pataleta infantil, no vayamos a pensar los lectores que es un personaje sin carácter. Además, como consecuencia de estos berrinches, Christian se enfada y la castiga con unos azotes en el culete.

A estos azotes y a una temible y misteriosa habitación roja del dolor, que flota como una presencia ominosa sobre la relación de Ana con Christian, se reducen los aspectos sadomasoquistas de la historia. La verdad es que estamos ante una mediocre novela romántica. La autora se muestra incapaz de crear una trama coherente y la historia se reduce a una acumulación de escenas de contenido erótico típicas del género romántico. La impresión que produce es de un infantilismo tan acusado que llega a resultar hilirante y, para ser sincera, me he reido mucho durante su lectura. La obra, en general, me ha recordado cuando era una niña y jugaba con mis amigos a ver quien decía el disparate más grande; es la sensación que transmite y estoy segura que su autora se lo ha pasado genial mientras la escribía.

En mi humilde opinión, "Cincuenta sombras de Grey" es un claro ejemplo de cómo una campaña publicitaria bien orquestada puede convertir una obra mediocre en un éxito de ventas y creo que es precisamente la agencia encargada de la promoción de la novela la que merece todos los halagos. Su trabajo ha sido impecable.

Jaci Alía Arreche