el guardián del olvido

Opinión:

En 1990 ganó el Premio Catalonia y dos años después, el Premio Sorcières. Tras leer la historia que narra Joan Manuel Gisbert, puedo decir que la reedición está más que justificada. Fantasía pura de la que se pueden extraer diferentes lecturas dependiendo de los ojos que lo lean, y me estoy refiriendo especialmente a los niños. A los adultos, con imaginación, no nos resulta complicado hacerlo si queremos, pero los niños tienen una visión especial del mundo, de la magia, de los sueños y de la amistad, por eso estoy convencida de que la historia les fascinará.
 
Editado en formato grande y tapa dura, lo califico como libro ilustrado y no álbum ilustrado porque hay páginas solamente de texto y otras que ilustran de forma apaisada izquierda y derecha, pero sin letras que rompan el dibujo. Dibujos, por cierto, preciosos, realizados con mucho realismo y donde, en cambio, se ven perfectamente los trazos. El texto, además, está realizado en letras lo suficientemente grandes como para que el niño no se canse leyendo páginas tan grandes.
 
En cuanto a la trama, es una bonita mezcla de fantasía y misterio aderezada con el sentimiento de amistad. La forma en que comienza tiene un puntito de misterio: ¿quién es esa niña tan callada que ha aparecido de pronto en mitad del curso escolar y que no habla con nadie? Cuando la cría le dice dónde debe ir a buscar su peonza perdida, Gabriel entra en la casa y empieza la segunda parte del misterio, y éste, si cabe, es mucho más misterioso. Hay, de hecho, un momento importante de inquietud. Gabriel siente miedo y el pequeño lector debe leerlo con los ojos como platos, porque entra en un mundo extraño en el que no hay respuesta a las dudas que surgen: está en un mundo de auténtica fantasía donde nada es racional del todo (la niña, que se aparece en los espejos, la prohibición de hablar del lugar a los demás, la amenaza de que no debe volver a pedir más objetos perdidos...)
 
Mucho misterio que culmina con un final igualmente fantástico y sin respuestas, para que el niño se quede con las sensaciones que provoca la historia: la amistad de ambos, la sensación de que él ha hecho algo por ella, un futuro que el joven lector deberá imaginar a partir de la última palabra...
 
Precioso e intrigante a un mismo tiempo.
 
Anika Lillo