el trabajo intelectual

Opinión:

Jean Guitton es un escritor y filósofo francés, miembro de la Real Academia francesa, que fue el único observador laico en el Concilio Vaticano II.

De una manera sencilla y amena, utilizando ejemplos, citas y anécdotas de escritores, filósofos y pensadores (Descartes, Stendhal, o Pascal), Guitton va desmenuzando poco a poco las claves del trabajo de la mente, desde la necesidad de encontrar un rincón agradable para ejercerlo con tranquilidad hasta la organización del tiempo y el esfuerzo (que nunca es inútil aunque no alcancemos nuestros objetivos inmediatos), pasando por el trabajo en la fatiga, el consejo de guardar hasta lo último que creamos o la conveniencia de tratar de disfrutar mientras leemos, pensamos, creamos.

Guitton habla de la sobreabundancia de libros en nuestra vida, en la que leeremos una mínima cantidad de los que podríamos, por lo que propone desechar lo superfluo y apostar por la lectura auténtica, aquella que "se hace en estado de hambre y de deseo". Además, hace hincapié en la concentración como elemento primordial, censurando esa pauta actual (el libro es de 1951 pero hoy día sigue vigente) de mezclar trabajo y ocio, él aconseja separarlos bien: mejor trabajar menos tiempo pero sin distracciones.

Para el lector agnóstico o ateo tal vez molesten las menciones a Dios o a una espiritualidad cristiana (pocas, no se trata de un libro moralizante) pero son perfectamente coherentes con la doctrina del libro, que aboga por mostrarnos en aquello que tratamos y creamos, por lo que Guitton, como autor, no podía obviar su condición cristiana.

Para Guitton, "Lo más bello del trabajo intelectual (...) es que este trabajo de la mente es el espejo y el preludio de lo que os será ampliamente prodigado más adelante en la vida".

Un libro de esos que se subrayan y se releen, y que conviene tener cerquita, no sea que se nos olviden sus consejos, que se pueden seguir o no, pero que conviene conocer.