el libro de oriana

Opinión:

Cuántas veces hemos oído o leído “los árboles no te dejan ver el bosque”. Eso le pasa al héroe con el que sueña Oriana, un héroe que alcanzará la sabiduría leyendo. La excusa es encontrar a la mujer de sus sueños, y con ella Nacho Escuín hace una alabanza a los libros, un homenaje, un reconocimiento.
 
No sólo se queda ahí. Muchas veces hay que desaprender lo aprendido, porque no siempre se nos enseña correctamente y es de sabios reconocer que uno puede equivocarse y debe cambiar el rumbo de su aprendizaje, de su educación.
 
Habla también de ese lema tan conocido de “el hombre es el único que tropieza dos veces con la misma piedra”. Nuestro héroe recibe mensajes oníricos de la mujer que desea conocer (la pequeña Oriana es la joven del sueño). Esos mensajes son advertencias para que no caiga en errores, pero él cae. Una y otra vez. Cae y comete errores demasiadas veces, pero eso sólo demuestra que el camino a la sabiduría es largo y agotador. El final, placentero y emotivo.
 
Nacho Escuín nos presenta un héroe débil a las tentaciones, un héroe que es un ser humano, no un Dios. 
 
Y cuando es ella la protagonista nos muestra a una joven que cae en engaños, que cree mentiras creyéndolas verdades, ingenua, tropezando también una y otra vez, atrapada siempre en voces falsas que no pretenden ayudarla pero hacen creer que sí.
 
Y, en realidad, Escuín nos habla de las relaciones humanas, de la comprensión e incomprensión, del entendimiento entre hombre y mujer. Nosotras esperamos que, sin abrir la boca, ellos entiendan, porque creemos que se fijan en sus seres queridos, que lo aprenden todo y nos adivinan. Ellos esperan que nosotras lo digamos todo en voz alta, que el mensaje llegue claro.
 
Pero sobre todo, y para finalizar, habla de esperanza y de la unión entre seres vivos, del apoyo de unos y otros. En resumen, una alabanza a la sabiduría, al amor y a la naturaleza.
 
Creo que nunca había leído un cuento infantil con tantas reflexiones y me parece fantástico.
 
Que les lleguen mensajes así, inteligentes, a los niños mediante una pequeñita novela infantil me parece maravilloso, pero por lo simbólico que tiene y sobre todo por la importancia de extraer estas conclusiones y reflexionar, quizás no lo recomendaría a niños menores de ocho años, si no a partir de ocho o nueve, siempre dependiendo de la edad mental lectora (que no biológica).
 
Delicioso, porque al cuento hay que añadirle las maravillosas ilustraciones de David Guirao, y sólo con eso ya se suman varios puntos. El ilustrador ha utilizado el blanco y negro pero ha introducido inteligentemente otro color, el rojo, para que visualicemos las llamas del calor en oposición del frío helador que envuelve el planeta.
 
¡Ah, claro! Se me olvidaba con tanta alabanza… En el cuento el héroe tratará de llegar hasta la joven que le susurra en sueños para salvar el planeta del frío que le envuelve. En fin, una excusa para otras reflexiones mucho más importantes. Mirándolo así es fantástico ¿no os parece?
 
Anika Lillo