la balada de al capone. mafia y capitalismo

Opinión:

Dos ensayos que relacionan el mundo de la Mafia con el capitalismo, donde el autor analiza brevemente esta relación que, si antes uno no se paró a pensarlo, parece casi obvia cuando la explica.
 
Ambos ensayos resultan de lo más entretenidos cuando nos habla de sus protagonistas, casi novelesco podría decir, e interesantes –aunque más politizado- cuando entabla esa relación con la economía y el consumismo.
 
El primero hace referencia a Al Capone pero se retrotrae un poco en el tiempo para hablar de su antecesor, Jim Colosimo (Jimmy Diamantes), el que le dará a Capone todo el poder que más tarde obtuvo. En este ensayo nos insiste en que la figura del mafioso se ha convertido en una leyenda, casi en mitología, y nos muestra la otra cara, la del hombre aburrido, machista, empresario, corrupto e incluso victimista. Hace un repaso a la influencia de la Mafia en Estados Unidos durante la época de Capone donde no existía otra ley que la suya, donde la policía formaba parte de ellos, donde jueces o gobernantes eran comprados. Y conforme pasan los años –tampoco muchos pues la vida de los capos a veces no era muy larga- vemos la diferencia entre unos mafiosos y otros: el entierro de Capone podría compararse a la de cualquier desconocido casi sin amigos si evocamos el de su antecesor. Ya no había glamour, ya no existía casi el poder que otrora tuvieron. Capone deja de ser un mito. Y para vencerle sólo hizo falta utilizar la ley metiendo mano en sus cuentas: la declaración de la renta que no hizo fue su final.
 
En el segundo vamos a la Nueva Camorra dando un salto hasta Nápoles. Comienza con la descripción de los comensales de una boda, la de Pasqualone Simonetti y Pupetta Maresca. Todos los personajes importantes de esa boda acabarán por dar un giro radical a la Camorra: traiciones, asesinatos y vendettas conseguirán, entre otras cosas, que la implicación de Pupetta en la muerte en Antonio Esposito (testigo en la boda y artífice de la muerte del marido de Pupetta) de lugar a un nuevo tipo de mafia donde las mujeres tendrán más poder en la historia de la corrupción italiana. Pero no habla de esto, no se adelanta ni se alarga tanto: lo que hace es presentarnos los hechos, mostrarnos cómo los guappos y camorristas se acogían a la omertá (silencio en los juicios o contradicciones constantes para que no se les pudiera acusar), y mostrar lo que en época de Capone ya sucedía: el pueblo acaba poniéndose de parte de ellos. En el caso de Capone y anteriores antecesores eran protectores; en el caso de Pupetta lo vieron de forma romántica, era una mujer vengando la muerte de su marido, y la adoración acaba convirtiéndola casi en una Lady Di en la prensa rosa.
 
Pero si bien es curioso y entretenido, también son llamativas algunas afirmaciones (reales por otro lado), como que la mafia de la que hablamos ya aparecía en textos de Cervantes (la Garduña), que venía de la Edad Media, o que las excusas (y algunas técnicas) de Capone no se diferenciaron mucho de las de Hitler porque ambos “servían a los intereses de la comunidad”.
 
El final, o a lo que lleva todo esto, ya lo conocemos: los nuevos gángsters no llevan Cadillac ni metralletas, son empresarios, manejan la banca y en cierta forma los hilos del mundo. Cambian sangre por letras y deudas, y ahogan igualmente a sus explotados. Algo que hoy seguimos sufriendo y que, por desgracia, hemos asimilado.
 
Sin duda un par de ensayos que narran la crónica negra de forma desmenuzada pero sin explayarse innecesariamente, coherente y crítica.
 
Anika Lillo