la promesa

Opinión:

Bajo el subtítulo de “Réquiem por la novela policíaca” nos encontramos con la historia de un escritor que va a dar una charla sobre su oficio y se encuentra con un policía de verdad que le deja bien claras las diferencias entre ficción y realidad. Para ponerle un ejemplo le lleva a conocer a un tipo que está en las últimas, Matthäi, y después le cuenta su historia. Y eso es lo que más me ha gustado de “La promesa”. Generalmente conocemos a un poli o ex policía que tiene una desgracia en su pasado y debe pasar por otra para no sucumbir a la desesperación y superar sus traumas, pero en esta ocasión –y ciertamente alejándose menos de la realidad- el hombre ya no es lo que era ni lo será. Su vida ya es un desastre y no hay visos de que se recupere porque jamás podrá solucionar el caso.
 
H., el narrador, era el jefe del comisario Matthäi, y sigue su historia desde el principio, tal y como se la cuenta al escritor. Bajamos al infierno con él y por desgracia no salimos de él, pero eso es lo que más credibilidad le da a la historia. De hecho resulta más que curiosa la forma en que Matthäi, desesperado por encontrar una pista, recurre a un psiquiatra y le propone jugar a descifrar un dibujo para encontrar al asesino; es ahí, justamente, donde demuestra su inteligencia. Ahí y en sus próximos planes: todo lo que hace está pensado para atrapar al asesino, incluyendo su puesto en una gasolinera y que haga que una mujer (con una niña) se vaya con él a trabajar. Todo está medido, todo está cuidado. Y llega su gran oportunidad.
 
A partir de aquí conocemos dos cosas: que la vida real es mucho más terrible que la ficticia –por muchos dramas con los que quieran adornar las historias-, y que la estupidez humana es en gran parte culpable de los verdaderos dramas. H. conocerá, con el tiempo, la verdadera historia del asesino, y aquí entrará la tragedia humana que se nos desvelará. Esta parte está relacionada con el asesino y cierta anciana, pero para conocerla hay que leer “La promesa”. Os aseguro que aun no siendo una típica novela negra o policíaca, o un thriller, os gustaría por lo diferente, por lo realista.
 
Leí el prólogo de Xandru Fernández (además de prologuista, el traductor de la novela) y aprecié en él una admiración profunda por Friedrich Dürrenmatt. Al acabar la novela entendí por qué. La novela tendrá sus más y sus menos, pero la historia es francamente buena.
 
Anika Lillo