almas gemelas

Opinión:

“Almas gemelas” viene precedida de un gran éxito en todos los países de habla inglesa; publicada hace unos diecisiete años por primera vez, sembró la semilla de todas estas novelas románticas de temática sobrenatural cuyo máximo exponente es la saga “Crepúsculo”. En su versión española se nos ofrecen los tres primeros títulos de la saga en un único volumen.

Nos encontramos ante una de esas historias que, pese a ser previsible y facilona, engancha; porque “Almas gemelas” atrapa al lector aunque este no quiera o, como es mi caso, el género no sea santo de su devoción. El lector llega a sentir una necesidad casi patológica de leer un capítulo más para saber cómo, cuándo y dónde va a ocurrir la próxima desgracia. Si este es el objetivo del libro, lo consigue con creces. Estamos ante el típico chico conoce a chica, chico pierde a chica, pero aquí el chico no puede recuperar a la chica porque se ha muerto y ahora es un ángel.

A través de unos personajes muy estereotipados y fácilmente reconocibles se nos plantea todo el cúmulo de situaciones desdichadas, rocambolescas y peligrosas en las que se transforma la vida de Ivy tras la pérdida de su novio. Suzanne, la chica “pija y rica” mejor amiga de la infancia que le da la espalda en el momento en que ella más la necesita; Beth, la despistada y desastrosa adolescente que se pasa el día escribiendo románticas historias de amor imposible; Philip, el hermanito pequeño que ve todo aquello que nadie más parece ver; Gregory, el inclasificable hermanastro que parece jugar peligrosamente; y Will, el chico tímido con buen corazón, serán testigos y parte actora en el plano terrenal de los avatares de la chica que se niega a asumir su pérdida. Claro que desde los cielos la ayudarán Tristan que prometió amarla y cuidarla para siempre, y Lacey, el ángel de una actriz de segunda B que es, de lejos, el mejor y más divertido personaje de todos los que figuran en la trama.

Como ya he dicho no hay sorpresa alguna en las historias de este tipo, así que sospechamos desde el principio que el accidente que sufre la pareja protagonista no es tan casual como parece, sabemos quién va a ser el malo desde el inicio, tenemos la certeza de todos los asuntos turbios y quiénes están involucrados en ellos –aunque en este punto es de agradecer que la escritora haya intentado jugar al despiste con cierto éxito en alguna que otra ocasión-. ¿Dónde entonces radica el éxito de la historia que lleva al lector a sumergirse en la trama devorando con avidez capítulo tras capítulo?

Por una parte saber manejar con solvencia la estructura de cada episodio, terminándolo en el momento justo sin facilitar un desenlace inmediato, dejando éste para la siguiente página o para cincuenta más adelante; por otra, el apelar a sentimientos universales como el amor, la indignación, la injusticia y la necesidad de castigar al culpable pero, por encima de todo esto, la certeza de saber que aunque a las personas buenas les pueden ocurrir cosas malas, al final triunfará la verdad y cada uno obtendrá la recompensa o el castigo que se merece. Simple pero efectivo.

Esta amalgama hace de “Almas gemelas” una muy buena novela para el público al que va dirigido, pero que consigue enganchar también a otros sectores que disfrutan de una historia intrascendente y sin complicación alguna. Además, le cabe el honor de ser la impulsora de un género tan de moda en la literatura juvenil hoy en día, en el que los seres sobrenaturales –ya sean ángeles, demonios o vampiros- abandonan sus tronos para mezclarse con el más común de los mortales y traer algo de emoción y felicidad a las vidas de quienes se encaprichan de ellos, haciendo que miles, millones de adolescentes, sueñen despiertas durante horas.

Una buena noticia es que la cuarta entrega está próxima a ver la luz y, como la autora ha dejado varios frentes de interés abiertos, no nos quedará otro remedio que abalanzarnos sobre ella como un vampiro sobre el cuello de su presa.

Patricia Rubiera