cuando cae la noche

Opinión:

“Cuando cae la noche" es una novela crítica, sugerente, amena de leer y, por tanto, atractiva. El hilo conductor de esas críticas es Peter. En su figura todos podemos observarnos. Cunningham (autor también de Las horas) ha sabido construir un personaje universal; con Peter todos podemos identificarnos. Todos conocemos ese hastío profesional y existencial que caracteriza al personaje y la búsqueda de salidas, exitosas o no, que den un poco más de luz a nuestro caminar.
 
De eso va la novela. De que la vida es un "continuum" de crisis y renacimientos. De que a todos nos pasa (nadie se salva, ni Rebecca que parece tan estable). De que hay que aceptarlo y no jugar demasiado en la autoexploración, creyéndose el ombligo del mundo, porque puedes perder de vista lo que más quieres, que es, en definitiva, no nos engañemos, quien está a tu lado, y a tí mismo porque, quizá, descubras sentimientos que intuías, pero que, al hacerse palpables, te conducirán a un infierno interior difícilmente soportable.
 
Eso es lo que advierte Cunningham, que si juegas con fuego te quemas. Viene siendo la moraleja de la historia, por así decirlo. Está bien que sufras, que te hundas, que la vida te duela; pero no seas egoísta. Mira más allá de tu propio sufrimiento, gira la cabeza y verás que a tu compañero/a le ocurre lo mismo exactamente que a ti. Es lo que el autor quiere resaltar, que la vida nos daña pero en conjunto, no individualmente, y que como un equipo debemos resolver también los problemas. Es lo que hay. Peter paga muy caro su sufrimiento; pero no porque sufre, sino porque lo hace solo. Es castigado por su egoísmo y egocentrismo; porque ha perdido de vista a su compañera de siempre, Rebecca, hasta que la propia vida le enseña cuál es su camino y destino: ella.
 
Y hay otros temas secundarios, pero, no por ello, menos importantes, como la ambigüedad sexual. La sexualidad no es un compartimento estanco, donde los sentimientos están clasificados en categorías infranqueables. Somos personas y como tales seres que cambiamos y evolucionamos, hasta en nuestras preferencias sexuales. Junto al tema del sexo está el del aburguesamiento de cierta clase pudiente, aquí relacionada con el arte y personificada en Peter, Rebecca y su círculo, reflejado con ironía, y sin piedad, por parte de Cunningham.
 
Resumiendo. Pese a que me ha decepcionado (lo tengo que decir que si no reviento) que haga coincidir el tema de la crisis existencial con cierta edad, los cuarenta, como si sólo a partir de tales años te vinieras abajo (que hay que fastidiarse porque el sufrimiento es parte de la vida, no de una etapa de ésta) y que existe cierta nostalgia de la juventud perdida, como si fuera un período mítico (otro elemento más que rechina) he de reconocer que la novela se lee con avidez, por la temática, ya explicada; y rapidez, por la agilidad de sus diálogos, la sabia recreación de personajes y ambientes y el eficaz tratamiento del suspense, que lo hay, aunque sea una historia amorosa.

Así que se la recomiendo a todo aquel que quiera explorar en mundos propios ajenos y ajenos. Descubrirás que un poco de Peter u otros personajes reposa en ti y al revés. Seguro.
 
Cristina Montes