lagrimas que ahogan

Opinión:

Si alguien quiere conocer de primera mano cómo se siente una mujer que sufre maltrato psicológico, o bien mirarse en un espejo como víctima o como maltratador, aquí tiene el libro idóneo.

Gisèle Corboud disecciona la evolución, o más bien la degradación, como persona desde los inicios del matrimonio hasta la ruptura dramática del mismo.

Nos cuenta cómo poco a poco su vida psicológica y física van deteriorándose estrepitosamente de la mano de su verdugo que conseguirá a través del chantaje emocional que la protagonista se convierta en una gran dependiente emocional, sin apenas recursos personales para luchar por ella misma.

El libro abre la caja de pandora de esta relación insana en la que la víctima llega a convencerse de que ella es la culpable de que su maltratador no la quiera, de que la veje en la intimidad, de que la aisle de su entorno, de que la maltrate a través de la destrucción de objetos que ella valora y a los que tiene cariño, y sufrirá el maltrato físico, no evidente, no al que estamos acostumbrados del tortazo y ojo morado, pero la denegación de cuidados y diagnostico, siendo él médico, provocarán en ella un deterioro físico por enfermedad casi invalidante.

Métodicamente el maltratador, sabiéndose dominador, aislará no sólo de su familia sino de su entorno social más amplio a la protagonista, que se encierra en una situación insostenible que la precipitan, prácticamente, a la depresión y a creerse lo que él insistentemente persigue que sufre alguna enfermedad mental. Pero sobre todo provoca en ella el sentimiento del fracaso de su proyecto vital, de soledad y de frustración sentimental.

También queda constancia de que el maltrato nada tiene que ver con la posición social que se ocupe, ni la autoestima con la que la víctima parta, ni el nivel cultural, ni la formación académica, ni la proyección profesional.

Pero esta historia es esperanzadora, pues la autora es consciente de su problema, aunque para entonces sufra ya un gran deterioro psiquíco y físico.

Paradójicamente comienza por el camino que le marca su maltratador. Al convencerla éste de que está loca, Giséle acudirá a una consulta de psicología y es este profesional el que le abre los ojos, aunque en ese momento ella piense que no es cierto lo que se le está devolviendo en cuanto a su situación personal.

Esta es otra parte del libro, la crítica de la autora al sistema judicial y sanitario en lo referente a protección, asistencia y ofrecimiento de recursos. Del sistema sanitario presenta sus quejas particulares: profesionales que no indagan en soluciones al origen de los problemas de las víctimas si no que centran sus tratamientos en medicamentos que las evaden de la realidad.

Del sistema judicial, tira la piedra contra legulellos que no saben practicar el oficio de la abogacía en esta parcela social.

La última parte de la novela está dedicada a la información referente al perfil del maltratador, la definición y las claves para conocer qué es la dependencia emocional y las claves para poder salir de ese círculo destructor.

No penséis que leeréis un libro pesimista, oscuro o deprimente. No. Es un libro real, escrito de forma sencilla, fácil de comprender y con soluciones reales y eso es lo que lo hace más interesante, porque cualquiera puede acercarse a esta ventana desde la que se ve y se comprende una realidad social que hasta hace poco se le cerraba la persiana a cal y canto.