puentes volados

Opinión:

El libro está escrito en forma de monólogo. Es una reflexión en voz alta y, como los pensamientos, no sigue un estricto orden cronológico. Algunas escenas van y vienen, incluso se repiten. Ese aspecto está logrado y el lector se pone pronto en la piel del protagonista y sigue el rumbo indeciso de las ideas que se entrecruzan, cuando un recuerdo lleva a otro y una reflexión profunda es arrancada por un simple malestar pasajero, como nos ocurre a todos.

En las primeras páginas, un secreto de familia hace que la curiosidad del lector no decaiga y ese pequeño misterio añade un interés añadido.

Básicamente, el monólogo es una historia de soledad, de esa soledad profunda del ser que no se puede cambiar por felicidad comprándola con dinero. Es también una reflexión sobre la Vida, sobre lo que uno desea de ella y de qué forma en algún momento puede cambiar de “tren”, bien por cobardía, por imposición o por dejarse llevar por la comodidad que si se compra con dinero.

Las dos Españas, la que vivió la guerra civil y la actual, aún coexisten. Cuando el protagonista viaja a Málaga para acudir al sepelio de su tía Marta, comprueba lo injusta que fue la vida para ella... Salen a relucir los bombardeos, el hambre, la miseria, los fusilamientos y luego aquella moral impuesta que alababa el sufrimiento como camino para la salvación. Esa parte es muy plástica y muy chocante con la vida actual que todos conocemos, pero el mensaje está en que seguimos siendo esclavos, sólo que de otra manera.

El único “pero” que le encuentro a la obra es la actitud de Antonio con respecto a su novia, que le ignora por completo y sólo lo utiliza. La habría entendido más fácilmente si el protagonista fuera un hombre cincuentón o poco agraciado físicamente. Tratándose de un sujeto atractivo y adinerado, veo demasiada esclavitud aceptada sin rechistar. Pero como el abogado habla de sí mismo como un cobarde, quizá esa muestra de tan escasa autoestima sea una forma más de reflejar esa cobardía, o tal vez admira en su novia la capacidad para hacer con su vida lo que desea y que él no consigue.

Es un libro bien escrito, que capta al lector de inmediato e incita a reflexionar sobre la necesidad de conducir el propio destino. También se  nos muestran de un plumazo las muchas clases de esclavitud que nos atrapan y las tantas “necesidades” que nos hemos creado y que, no obstante, no nos acompañan cuando la soledad se instala dentro.

Pilar López Bernués