esto no está pasando

Opinión:

Diez mujeres, diez historias, diez vidas… y una sola ciudad. Éste es el resumen básico de “Esto no está pasando”, la primera novela de Eva Blanch de Blanca. Su experiencia como fotógrafa y diseñadora gráfica se unen con su formación en psicología para dar como fruto una novela en la que el mundo de la moda, la fotografía y el diseño está presentes como trasfondo profesional y vital de algunas de las mujeres retratadas casi tanto como su caracterización psicológica y personal.
 
Y es que, básicamente, eso es esta novela: un retrato. O mejor dicho, diez retratos. Diez retratos capaces de dibujar un panorama general: el de la Barcelona actual, tan presente en la obra que podría considerarse como un personaje más.
 
Mía lleva la voz cantante. Es la narradora a través de la que conocemos las historias (pequeñas, individuales, cotidianas) de su grupo de amigas. Un grupo en el que hay de todo: de la peluquera que intenta sacar el máximo provecho a su negocio, hasta la adinerada esposa de un dentista, pasando por la artista, la fotógrafa, la arquitecta, la filóloga o la secretaria de dirección. Un amplio abanico de mujeres que tiene una cosa en común: la insatisfacción, la búsqueda de sí mismas, la esperanza de llegar a tiempo a su gran cita: la que desean tener con la felicidad.
 
La variedad de personajes permite a la autora reflejar una gran cantidad de espacios y contextos sociales, ofreciendo una amplia perspectiva de lo que es la vida actual en una ciudad como Barcelona. Sus calles, sus costumbres, sus monumentos, sus rincones y sus edificios son mostrados en las páginas de este libro como trasfondo de las historias narradas, pero al final, adquieren tal importancia que la ciudad se convierte en un personaje más, confirmado con el capítulo final, en el que la narradora dialoga directamente con ella.
 
Y como detrás de un nutrido grupo de mujeres siempre hay un grupo no menos nutrido de hombres, también ellos tienen su lugar en esta novela. También son muy variados, altos y bajos, ricos y no tan ricos, calvos y peludos, artistas o delincuentes… Hombres que buscan la felicidad de sus mujeres sin saber cómo lograrlo, que se drogan, que son infieles, que no entienden a sus parejas, que se divierten, que se preocupan por sus hijos, que a veces se olvidan de que los tiene y, sobre todo, que se desviven por un deporte, el fútbol, y por un equipo, el Barça.

Y es que, si omnipresente resulta Barcelona, no menos presente resulta estar su gran equipo de fútbol: algunos de sus jugadores, su equipación, sus partidos, su entrenador y hasta la celebración de una Copa de Europa por las abarrotadas calles de la ciudad aparecen a lo largo del libro.
 
Todo ello presentado a través de la voz de Mía, la narradora de la novela que, sin embargo, no se convierte en protagonista. Es la mujer a la que menos conocemos y sólo aparece de forma principal en la última parte (la más corta) del libro. Pertenece al grupo de amigas, de hecho es confidente de varias de ellas… pero no sabemos qué le pasa, por qué (como dice al comienzo de la obra) de un tiempo a esta parte sólo desea estar con mujeres. Su historia parece ser la de las demás y hasta en el inventario de personajes (brevemente caracterizados) que aparece al comienzo de la obra (muy útil, por cierto) es presentada simplemente como narradora, sin más datos ni profesionales ni personales.
 
Es uno de los aspectos que me ha resultado más curioso de la novela. Éste y ese desenfreno que parece mover a este grupo de mujeres, todas ellas en los cuarenta, pero que en muchos casos se siguen comportando como chicas de 20 años, olvidando (o esquivando) responsabilidades y estabilidades. De hecho, muchas de ellas son madres y, sin embargo, los hijos tienen muy poco peso en el conjunto de la novela. De hecho, una de ellas afirma en un momento estar cansada de fingir que no tiene hijos y eso parece en muchos momentos (o eso, o que tienen un extraordinario respaldo que les permite acudir a fiestas y salir por las noches con sus parejas sin que se tengan que preocupar por los niños). Así es, excepto para la única que no puede tenerlos, claro, para quien esta circunstancia se convierte en motivo de frustración e infelicidad.
 
En definitiva, Eva Blanch de Blanca nos ofrece un retrato caleidoscópico, un collage de biografías y sentimientos que nos puede hacer pasar un buen rato. Un collage de mujeres, de hombres, de idiomas, de procedencias, de maneras de ver el mundo y de entender la vida, de problemas y soluciones, de confianzas y desconfianzas, de cuerdos y chiflados en el que están muy presente algunos elementos de la cultura urbana actual, desde la moda hasta el arte, pasando por el cine o el fútbol. Una instantánea coral que nos permite convertirnos en parte del grupo de amigos… durante las páginas que dura la novela. 
  
Lidia Casado