motivos para matar

Opinión:

La novela no sigue el esquema típico en que un inspector se enfrenta a un caso y el lector se sumerge en él y hasta participa enlazando pistas. Aquí se dan varios delitos, algunos relacionados y otros no. En ese sentido, parece que se acomoda a lo que debe ser una comisaría de barrio y el día a día, con varios frentes abiertos.

El lenguaje es totalmente coloquial y en ocasiones marcadamente vulgar, cosa que también se ajusta a la idea del personaje principal y su entorno, puesto que el inspector Ferrero no es un hombre especial en ningún sentido, procede de una familia de clase baja y su vida (separado y comiendo exclusivamente congelados y precocinados) no es nada sofisticada.

Todo el tiempo, el policía y con él el resto de personajes, parecen pensar en voz alta, es decir: van de un tema a otro a medida que un pensamiento se materializa; muchas veces ese enlace entre asuntos completamente dispares transcurre por caminos largos, como habitualmente ocurre con las ideas y las reflexiones. El realismo de esos episodios, no obstante, tiene una parte negativa, y es que despista al lector y lo aparta de la trama central. Por el mismo motivo, muchos de los personajes no se entienden en un primer momento. Digamos que el autor pone un nombre en boca de su inspector, o de otra persona, y algunas páginas más adelante aclara de quién se trata. En mi opinión, esa forma de narrar, ya sea descriptivamente o por medio de los personajes, ralentiza mucho la lectura. Tampoco el lector puede hacer otra cosa que leer, no tiene pistas.

En general, es un libro distraído del que yo destacaría la descripción de la ciudad de Milán, sus costumbres, algunos monumentos y el ambiente que se respira en varios ámbitos sociales totalmente opuestos. También la forma de actuar de los agentes de una comisaría de los suburbios parece bastante real.

Pilar López Bernués