Una cierta edad

Opinión:

"Un dietario suele escribirse por diversos motivos", afirma Marcos Ordóñez en la introducción de "Una cierta edad". No tarda en explicar los suyos: atrapar el tiempo, pensar de forma reflexiva y practicar una literatura libre y transversal. Con estos preceptos, el autor se rigió durante casi seis años en un conjunto de diarios y cuadernos que ahora se publican en la editorial Anagrama. Sin rozar la intimidad confesional, Ordóñez recrea memorias, reflexiones y vivencias no solo propias -son más numerosos los hechos ajenos- en un libro que se estructura alrededor de un tema fundamental: la madurez.

Escritor, afamado crítico teatral y gran consumidor de todo tipo de cultura, Marcos Ordóñez nos hace partícipes en estas páginas de muchas de sus incursiones culturales: lecturas y relecturas, películas, obras de teatro, etc. No son pocos los autores de la tradición hispánica que Ordóñez revisita: Umbral, Torrente Ballester, González Ruano, Baroja, Sánchez Ferlosio, Gil de Biedma, entre otros. Sin embargo, no se queda solo en ellos; también penetra en otros autores (como Cheever, James Salter, Piglia o Raymond Chandler) que toma como base para construir interesantísimas reflexiones en torno a la literatura. "Una cierta edad" ofrece numerosos pasajes sobre literatura, y todos ellos son dignos de ser subrayados y releídos constantemente.

Pero, como en todo dietario, el carácter de los textos que forman "Una cierta edad" es ecléctico y no se queda circunscrito a una revisión del arte. Marcos Ordóñez también recopila anécdotas vividas en compañía de algunos de los escritores y artistas más famosos de las últimas décadas: Ana María Moix, Lluís Pasqual, Núria Espert o Francisco Casavella son algunos de los amigos con los que comparte lúcidos instantes inmortalizados en estas páginas. También Pepita, su mujer, se convierte en un personaje recurrente que, con sus frases inesperadas y certeras acompaña al lector por la amena y deliciosa travesía vital que es "Una cierta edad".

Ciertamente, cada vez se publican menos dietarios y, los pocos que se publican, suelen ser insulsos y no consiguen enganchar al lector. No es el caso de "Una cierta edad". Marcos Ordóñez logra, con su prosa diáfana y su visión irónica de la vida, que uno olvide que está leyendo un dietario, porque cree estar viviendo y leyendo lo que vive y lee el autor. Marcos Ordóñez logra hacer partícipe al lector de sus vivencias e inquietudes culturales.

Darío Luque