Truhanes

Opinión:

La historia se desliza en ambientes que destapan un fondo renegrido, capas borrosas que no se preocupan en ocultar la miseria y el desarraigo, junto a una absoluta conformidad o aceptación de las circunstancias, lo mismo que ocurría en la novela del diecinueve, cuyos personajes forman parte de la sociedad occidental de esa época. 

La han bautizado como una literatura de tintes dickensianos, y el contenido de su trama lo confirma. Recrea los ambientes que lo ejemplifican, infectos de suciedad y falta de higiene generalizada en calles o cualquier lugar techado al que llamar hogar, los mercados ambulantes, carruajes, ricos muy ricos y pobres muy pobres, oscuridad, vestidos harapientos y una sensación general de opresión vital.

Si levantamos la mirada ante un siglo veintiuno que a pesar de todos sus adelantos tecnológicos incluye a niños y jóvenes adolescentes en este pesimismo vital, la novela se vuelve cáustica, y si bien al primer impacto nos llevamos las manos a la cabeza por la incredulidad que puede causarnos que un niño pase necesidades, las más elementales, vestido, alimentación, y sufra consecuencias dañinas a nivel emocional o físico, es dentro de este ambiente descontextualizado en la época cuando nos damos cuenta de lo mucho que hemos avanzado en ciencia, y lo poco que lo hemos hecho en la vertiente más humana y social. 

El acoso aparece reflejado en las instituciones y a nivel de calle, peleas y malos tratos, no sólo entre los jóvenes sino desde la inferioridad jerárquica ante los adultos. Lo que hoy hemos bautizado como "bullying" no deja de ser un reflejo de aquel antiquismo, con la diferencia de que los jóvenes aprendían a defenderse y sobrevivir ante las circunstancias desfavorables.

Una lectura con un cierto toque de suspense que nos conduce a una sociedad predestinada a convertirse en algo cruel y deshumanizado tras la incorporación en el mundo de la Revolución Industrial, muy recomendable para aprender de dónde venimos y entender que gracias a estas voces dickensianas se eleva la voz de los más desfavorecidos.

Makechu Antón