Parque Muerte

Opinión:

Todos los que hemos estado en un parque de atracciones hemos disfrutado como niños, aunque nos cueste reconocerlo. La emoción, el riesgo, la adrenalina corriendo por todo nuestro cuerpo, nos proporciona una sensación de libertad y de inmortalidad que nos hace sentir bien. Por ese motivo, si nos encontramos en uno en el que tema principal es la muerte, un perpetuo Halloween en cada momento, la sensación se multiplica por mil porque nos gusta divertirnos pasándolo mal, de eso viven los parques temáticos. Por eso el "Parque Muerte" de Fernando Lalana es un continuo carrusel de diversión macabra.

Lalana se gana al lector desde el primer capítulo y consigue lo que parece imposible: desdramatizar la muerte hasta convertirla en una mera anécdota. A base de humor negro, ironía y sarcasmo asistimos a una investigación caótica por momentos, intrépida en otros, y siempre divertidísima en la que se trata de averiguar el porqué todos los suicidas de España eligen ese lugar para irse al otro barrio. Para ello contamos con una narradora de excepción, Lola Andrade, la investigadora, ex legionaria, y poseedora de un trauma con las atracciones de estos sitios, que en primera persona nos guía por el lugar más tétricamente divertido de la tierra. Un personaje con una vis cómica enorme que provoca la carcajada en más de una ocasión.

La acompaña en su periplo, ella, la única, la incomparable, la dueña de una tarjeta de crédito personalizada, la Muerte…que tiene pánico a las montañas rusas, le agobia la burocracia, y no puede beber alcohol por prescripción facultativa. Una Muerte que camina en el mundo de los vivos con total naturalidad, que paga como puede los plazos de su furgoneta, y que consigue que nos olvidemos de ese halo funesto que siempre la persigue.

Con esto Fernando no dice que la muerte sea un cachondeo, ni que suicidarse sea algo guay, simplemente hace constar que esas cosas pasan y que, con sentido del humor, no hay temas tabú para nadie, ni siquiera para los más jóvenes. Pero a la vez es también una crítica sobre lo borregos que somos los adultos casi siempre, que nunca seguimos nuestras intuiciones y, claro, lo más lógico es que acabemos en el Expreso de la Muerte sin darnos cuenta, precisamente porque no aceptamos que ella siempre está por ahí rondando.

La historia del autor de "Morirás en Chafarinas" es un claro ejemplo de que los temas delicados, arriesgados, casi prohibidos, se pueden tratar bajo el prisma del ingenio y el tacto, quitando el hierro de la sobreprotección a la que sometemos a los niños y, además, que uno se puede reír de la muerte antes de que ella se ría de nosotros.

Id sacando vuestras entradas para pasar este verano en "Parque Muerte", bañaos en su laguna Estigia, alojaos en sus catacumbas, comed en sus mataderos, el único riesgo que corréis es moriros de risa… y eso dicen que alarga la vida.

Patricia Rubiera