Temperamentos

Opinión:

Si bien la RAE incluye en su última edición siete acepciones para "temperamento", creo fundamental señalar dos de ellas para comprender el título de la obra y la unidad de los textos que la integran. Dicen: "Carácter, manera de ser o de reaccionar de las personas". Y también: "Vocación, aptitud particular para un oficio o arte". Así pues, uniendo ambas definiciones hallaremos la verdad sobre el ensayo biográfico chestertoniano: lo que el autor inglés se propone es trazar un retrato no solo de la obra o de las ideas de los autores en cuestión, sino también de su carácter.

Para ello, suele indagar en la biografía de sus objetos de estudio, como es el caso de William Blake, sobre el que se amontonan las anécdotas ya desde la primera página. No en vano, el texto sobre este escritor inglés ocupa casi la mitad del volumen. En él, Chesterton reflexiona en torno a curiosos poemas y dibujos de Blake -unos religiosos, otros críticos y algunos de muy difícil clasificación-. Aprovechándose de la astucia del poeta místico, Chesterton desarrolla ideas originales sobre temas muy diversos y bien conectados. Por ejemplo, incluye divagaciones en torno a la universalidad del arte, al acto de redactar una biografía, a la masonería y a la mística.

En las siguientes biografías, divididas en dos bloques -cinco artísticas y cuatro religiosas- se sigue el mismo procedimiento: de la anécdota se pasa a la reflexión universalizada; de la vida se va al pensamiento, a la idea, a la sugestión. Sin embargo, considero que Chesterton añade en ellas algo que en la primera no había -o quizás estaba en cantidades mínimas-. Me refiero al humor. Lo incluye de manera sutil, a modo de sentencias breves camufladas en textos casi académicos. Así, podemos leer barbaridades tan geniales como llamar a las hermanas Brontë "las locas del pueblo" o reflexionar sobre la Bella y la Bestia en torno a la figura del artista William Morris, fundador del movimiento Arts&Crafts.

En "Temperamentos", G.K. Chesterton juega con la reflexión racional y humorística para retratar a sus referentes, a modo ni más ni menos que de pintor impresionista. Su visión personal es de un valor incalculable para quien esté interesado en la cultura.

Darío Luque