Sospecha

Opinión:

El novelista José Ángel Mañas, siempre recordado por aquel debut fulgurante de "Historias del Kronen", nos presenta en esta ocasión una narración de intriga al más puro estilo americano, trasladada al Madrid de los primeros años del siglo XXI, previo a la crisis económica y en pleno auge económico. La trama principal, alrededor de la cual se tejen el resto de historias y de personajes, es la violación y asesinato de una guapa farmacéutica veinteañera en el pueblo de Sagrario (ficticio) de las inmediaciones de Madrid. En un primer momento Julián Pacheco e Ignacio Duarte, policías de la Brigada de Homicidios de la Judicial de Madrid, son los encargados de investigar el caso en colaboración con la Policía Local y la Guardia Civil.

Las primeras pistas les llevan a un recluso recién salido de prisión pero rápidamente se producen pruebas que acusan directamente a Nacho Duarte como ejecutor del crimen. Su compañero, Pacheco, se esforzará a lo largo de la novela por descubrir la verdad del caso.

Los personajes principales son descritos minuciosamente por Mañas, Julián Pacheco sigue enamorado de su última pareja y ha pasado por periodos de adicción a la cocaína, Nacho Duarte, pese a tener una familia, mantiene relaciones con prostitutas de forma casi compulsiva. Ambos, de una forma u otra, tienen un desequilibrio emocional en sus existencias. A través de ellos el autor va formando una sociedad en miniatura donde tienen cabida todos los arquetipos que pueblan nuestro entorno, el hermano ultra con problemas de esquizofrenia, la esposa abnegada que renunció a tener vida propia, el juez estricto, el joven malcriado y "pijo", el presidiario resentido, y así con los cientos de secundarios que viven en las páginas del relato.

No puedo dejar de comentar una de las características lingüísticas que más me han llamado la atención en esta novela, Mañas utiliza a menudo siglas y estas son transcriptas con todas sus letras, así BMW se convierte en Bemeuve, PSP en pe-ese-pe, ADN en a-de-ene, M-40 en Emecuarenta. En otras ocasiones se transcribe el nombre y vemos que Peugeot es Peyó, Bertolt Brecht es Bertol Brejt, Reebok es Ríbok, Land Rover es Lanróver.

La historia engancha, es rápida, cambia de plano a una velocidad que podríamos decir, cinematográfica, el autor abre frentes, nos da pistas y nos involucra en la intriga que esta contando. Personalmente disfruté durante casi todo el argumento con el deseo de saber más, conjeturando sobre posibles finales, sin embargo, precisamente cuando el libro estaba llegando a su desenlace, en las últimas páginas, me sentí decepcionada. En mi opinión, el autor, después de exponerme con esmero todas las vertientes posibles, de abrirme un sinfín de interrogantes, apenas me da una solución poco factible para el suspense principal y ninguna para el resto de historias abiertas. Me quedé con un cierto gusto amargo en mi boca literaria, como si José Ángel Mañas tuviera prisa por escribir las palabras FIN en su libro. Una pena porque el entretenimiento me hubiera resultado perfecto con un final adecuado al resto de la obra.

Julia Martínez