La flor del norte

Opinión:

Espido Freire cede, desde la primera palabra, la voz a su protagonista. La que nos habla y va describiendo su vida es la propia Kristina, en una especie de confesión lúcida de lo que ha ido viviendo, de los acontecimientos de los que ha sido testigo a lo largo de su corta existencia.

En el momento en que inicia su relato está pronta a su muerte y lo sabe. Es una mujer muy joven, de 28 años, que sin embargo se muestra cansada de vivir, hastiada de la hipocresía y las traiciones de los que la rodean. Está muy enferma pero no se lamenta de ello y usa el tiempo en recordar su infancia y adolescencia en Noruega, primero y el viaje que la llevo a su nueva vida en Castilla y cómo fue transcurriendo esta.

Poco a poco, con suavidad pero sin perder la firmeza nos muestra las diferentes costumbres de su tierra natal, la manera de relacionarse, de los códigos de honor que se establecían y que eran respetados hasta la muerte, del papel al que eran relegadas las mujeres, simples peones que servían para conseguir alianzas, procurar descendencia sana y servir a sus señores aun a riesgo de sus vidas y de cómo la sorprenden las costumbres de su nueva tierra y de las taimadas traiciones de las que sus parientes castellanos son capaces.

Este libro es la crónica de una mujer que lo pudo ser todo como así le fue prometido y que al final no fue nada porque los otros así lo quisieron.

Espido Freire  nos lleva de la mano y por boca de Kristina nos muestra una época casi desconocida por nosotros con un relato ágil y muy bien documentado, carente de los detalles superfluos que suelen poblar las novelas de este tipo, y plagado de referencias interesantes que enganchan en todo momento al lector, hasta llegar al desenlace conocido durante toda la historia pero dándole un vuelco totalmente inesperado.
 
Esther Gassol