Anika entre libros

La abadía de los crímenes

Ficha realizada por: Gemma Nieto
La abadía de los crímenes

Título: La abadía de los crímenes
Título Original: (La abadía de los crímenes, 2011)
Autor: Antonio Gómez Rufo
Editorial: Planeta
Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos


Copyright:

© Antonio Gómez Rufo, 2011

© Planeta, S.A., 2011

Edición: 1ª Edición, 2011
ISBN: 9788408100553
Tapa: Dura
Etiquetas: género negro policiaco histórica literatura española thriller ficción histórica siglo XIII Jaime I investigación abadesas monjas
Nº de páginas: 390

Argumento:


De forma un tanto inverosímil, su majestad el rey Don Jaime I inicia personalmente una investigación criminológica acompañado por su esposa, la reina Doña Leonor. A tal fin han de desplazarse, junto a todo su séquito, hacia la abadía catalana de San Benito, donde más de media docena de sus hermanas han encontrado una muerte horrible.
 
Las monjas aparecen torturadas, y en ocasiones violadas. A todas luces unos crímenes espantosos de difícil resolución. Para conseguir encontrar al culpable, el rey hace acudir a la abadía a la hermana Constanza de Jesús, una sagaz monja que tomó los hábitos en el monasterio de Santa María de la Caridad, en Tulebras.
 
La verdadera identidad del criminal sorprenderá por igual tanto al rey como a la monjita-detective navarra.

 

Opinión:


Antonio Gómez Rufo es un experimentado narrador y de ello da fe su prosa, hasta cierto punto poética con la que ha decidido escribir La abadía de los crímenes. Y es, precisamente, ese elevado tono narrativo el que no permite disfrutar del argumento de su obra. Todas las frases están encadenadas con tanta belleza que el lector no consigue destacar ninguna por encima de las demás, de tal forma que la lectura se torna hasta cierto punto incómoda, ralentizando la acción.
 
Hay tres elementos que me han resultado sumamente extraños en la novela y que no alcanzo a comprender por qué el autor ha decidido incluirlos.
 
Uno de ellos es el hecho de que una monja del siglo XIII sea la encargada de desvelar los crímenes. Sería una forma original de afrontar los asesinatos si no fuera porque su papel es del todo increíble. No es verosímil que una monjita se encargue habitualmente de estos menesteres tan escatológicos, como si fuera un trabajo, cual detective. La sociedad no habría permitido que una mujer, monja por más señas y que vive en el 1200 d. C., desempeñe tales menesteres; así como tampoco el que obtuviera los conocimientos necesarios para llevarlos a cabo. De tal forma que, si el hecho en sí ya no resulta creíble, menos lo es todavía cuando la monjita navarra se dedica a exhumar a las hermanas asesinadas y a practicarles autopsias (prohibidas en aquella época) como si de un moderno galeno del siglo XX se tratara.
 
El otro punto que no encaja en la narración es que el rey, acompañado por su esposa, tenga que desplazarse en persona hacia un monasterio catalán para resolver los crímenes de unas monjas. Por mucho que el autor se esfuerce, que no lo hace, en explicar la importancia de su presencia, no podrá convencer de ella al lector.
 
De igual forma, el tercer elemento que podría obviarse es la presencia de la reina en el monasterio, la cháchara que se trae con sus damas de compañía y sus problemas matrimoniales no aportan nada a la historia ni al desenvolvimiento de la trama y, por tanto, Antonio Gómez Rufo podría haberse evitado sus elucubraciones… aunque, en ese caso, la novela se habría quedado en apenas 150 páginas. Esto le da al lector una idea del relleno que contiene esta obra de 400 páginas.
 
Como comentaba al principio de la crítica, el autor es un narrador consumado porque el argumento está logrado y engancha en apenas un capítulo y tanto los personajes (en general) como los diálogos son redondos. Esa apostilla de "en general" referida a los personajes genera un inciso hacia el del rey, cuyos cambios de humor y comportamiento no son del todo verosímiles.
 
Sin haber leído otras obras del autor, me arriesgaré con mi siguiente comentario, pero no puedo dejar la oportunidad de apuntar que las escenas son descritas muy escuetamente hasta el punto que le convendría armarlas más para que el lector sepa dónde se ubica en cada momento.
 
No cabe duda, sin embargo, de que Antonio Gómez Rufo sabe escribir y lo hace muy bien porque no ha debido de ser nada fácil darle a la obra ese tono poético que le ha conferido, y que estoy segura de que hará las delicias de todos aquellos lectores que gusten de menos acción y más pensamiento de los personajes.
 
Por su parte, Planeta ha impreso una obra de gran calidad. Y desde aquí deseo felicitar a los correctores porque su trabajo ha sido impresionante, no he encontrado un solo error en la novela, algo que no es ni mucho menos habitual en la literatura de hoy en día.
 
Gemma Nieto

 

 

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