Día y noche de Madrid

Opinión:

Si bien es más famoso el conceptista Diego de Torres Villarroel, otra personalidad importante en la historia literaria española es Francisco Santos. Este autor madrileño aúna el conceptismo, la picaresca y el costumbrismo (entendido en su vertiente más efectista y, por ende, anacrónica) en su obra, de la cual "Día y noche de Madrid" es el máximo exponente. De todas formas, es esta también su novela más narrativa, pues el resto son puramente descriptivas -lo cual, a mi forma de ver, dificulta la lectura para un lector moderno-.

En el caso de "Día y noche de Madrid" sorprende, ante todo, la estructura y cómo esta se enlaza con el hilo narrativo. Porque la trama se inicia al principio, tras una tormenta, con el encuentro entre Onofre y Juanillo y la explicación del segundo de toda su vida. Sin embargo, el autor se introduce en una larga divagación, a ratos descriptiva y a ratos crítica, que durará hasta el penúltimo discurso (porque la obra se estructura en discursos, no en capítulos). En ese, evitando spoilers, solo diré que se retoma el hilo argumental del inicio, cerrando así el marco de la historia.

Quizás esta estructura es lo que más confuso deja a un lector no acostumbrado a los clásicos barrocos, pues se trata de unas técnicas puramente barrocas. Al mismo tiempo, cabe señalar un lenguaje bastante arcaizante -si alguien quiere hacerse una idea, piense en cómo escribía Quevedo y llévelo a la prosa-, pero con abundantes notas a pie de página que facilitan la comprensión del texto.

No obstante, lo que más me ha inquietado ha sido la inconexión de ideas, pues se pasa de un hecho a otro, de una escena a otra, sin nexos. No hay motivos, justificaciones ni retornos explícitos a un hilo argumental que dirija el retrato social; más bien parece que es esta tendencia costumbrista la que dirige a toda la narración, y ello hace que el relato pierda su esencia y se convierta en una divagación laberíntica.

Una parte positiva de la novela es la contemporaneidad de sus temas, pues uno, a día de hoy, no cree verosímil encontrar un libro del siglo XVII que critique las corridas de toros, la prostitución o la violencia de géneros. Pero los hay, y este es un ejemplo de ello. 

De todas maneras, y a pesar de ser una obra caótica y desordenada, se trata de un rico retrato de la época y un importante testimonio literario del conceptismo y de la crítica a la sociedad española, que tanto gustaba a Quevedo y que más tarde siguió con Cadalso, Larra y muchos otros autores. Por lo tanto, "Día y noche de Madrid" es idónea para hacerse una idea general del Barroco y para deducir la prosa que vendría en los siglos posteriores.

Darío Luque