Suad

Opinión:

"Suad" recibió el V Premio La Brújula que otorga la editorial San Pablo a libros con valores, y es que esta editorial es conocida especialmente por sus títulos religiosos, aunque no se limita a ellos, ni siquiera se cierra en banda (ya vimos que amplió horizontes publicando, por ejemplo, "Las puertas de Ácronos" de Heinz Delam, una novela cien por cien misterio, aventuras y ciencia ficción) y eso es bueno.

"Suad", no obstante, tiene poco de ficción. La historia que cuenta no tiene por qué estar basada en hechos reales pero podemos reconocerlos porque es una novela realista.

En el prólogo, la autora nos explica que tenía mucho interés en contar una historia desde el punto de vista del otro, esto es: en vez de narrar la historia de un "adoptado" saharaui con su visión, hacerlo desde la hija natural española que recibe, de pronto, una hermana no sólo muy querida si no muy valorada y admirada por sus logros.

"Suad" lo escribe el matrimonio Lorenzo Silva - Noemí Trujillo (él más conocido, ella más dedicada hasta ahora a la poesía) y narra las tribulaciones, preocupaciones y sensaciones de Laia, una adolescente española que nunca tuvo problemas con sus hermanos -el natural y la adoptada- hasta cierto momento en que los celos y la rabia hacen mella en ella.

La novela tiene capítulos escritos por Laia pero todas las entradillas pertenecen a retazos de misivas de Suad, y mediante ellos vamos conociendo su carácter, su generosidad y su valor.

Silva y Trujillo hacen uso del misterio desde el primer momento: Laia confiesa que ha cometido un delito. A partir de ahí toda la novela insiste una y otra vez en ese delito pero sin darnos información, seguramente con la idea de mantenernos expectantes. Mientras, vamos conociendo a Laia, la relación con sus padres, con su hermana Suad, con sus vacaciones habituales (cuya importancia en esta historia es primordial) y sobre todo con el chico que le gusta.

En mi opinión esa intriga puede mantener alerta a los jóvenes lectores aunque como adulta me ha parecido algo exagerado. Es más, sé que es delito lo que hace Laia, pero es un delito relativo (lo es por ley, pero dentro de una casa es más que perdonable y nadie piensa en una pena de cárcel). Quizá haya jóvenes que se sientan descolocados ante su confesión o los haya que conozcan con esta novela algo que hasta ahora no sabían que era delito. El caso es que la intriga cumple su misión y serán los jóvenes lectores quienes decidan qué les ha parecido la confesión final. Posiblemente muchos se sorprendan.

Lo que está claro es que Laia entiende que Suad y sus propios padres dan una lección de tolerancia y respeto que ella tiene que aprender y aprende. Silva y Trujillo han sabido contarnos no sólo una historia, sino darnos a conocer una personalidad muy real, la de Laia. Han sabido ponerse en su lugar y transmitir sus inquietudes y sus miedos.

Una novela con la que los adolescentes vivirán emociones muy íntimas.

Anika Lillo