Lexicón

Opinión:

Como ocurre en muchas novelas de acción, y aun estando contada en tercera persona, el tratamiento narrativo se basa en la visión subjetiva de un determinado personaje. De ese modo, se sitúa al lector en la piel de este y se le ofrece la secuencia de los hechos desde esa perspectiva. Consecuencia directa es que la acción -a veces vertiginosa- se configura como el principal argumento narrativo, sin hacer muchas concesiones a la reflexión ni menos aún a las descripciones detalladas, tanto de personajes como de escenarios. Lo único que realmente parece importar es lo que acontece y la manera en que lo hace. La narración, en buena medida compuesta de diálogos, logra hacerse interesante. Pero, al mismo tiempo, tales diálogos son parcos, lacónicos, economizando palabras. Todo parece estar claro, incluso para quien, como el lector no avisado de las primeras páginas, ignora de qué va todo aquello.

La obra va salpicada, al final de cada sección, de notas de prensa, informes, fragmentos de blogs, etc., que ponen al corriente al lector de la manera sesgada en que los hechos de la novela son percibidos por la opinión pública, dentro del proceso de manipulación que constituye la columna vertebral de la historia.

Historia construida con subtramas paralelas y en apariencia independientes, que acabarán por encontrarse para dar lugar a una situación totalmente atípica e inverosímil. La estructura, aunque efectiva, está muy manida, y no me parece que "Lexicón" aporte nada nuevo en ese sentido. Entretanto, el interés no decae, pues cada una de las líneas argumentales tiene la fuerza suficiente para resultar atractiva, y ese es un mérito a reconocer. Efectivamente, la amenidad podría ser uno de sus aspectos positivos.

Destaco una especial frialdad en el ambiente y sobre todo, en los personajes, creada a conciencia por el autor para reflejar las especiales circunstancias en que se mueven, llegando a actuar casi como autómatas. Tal vez no haya otro modo de enfrentar las situaciones en que se ven envueltos, si es que quieren sobrevivir.

Y es que la historia participa de esa corriente tan de moda (cine y literatura Z) en la que los seres humanos se matan unos a otros por obra de algún extraño virus, en este caso compuesto de morfemas.

Subyace en toda la narración el valor de la palabra, de la expresión oral o escrita, un valor que, lejos de toda la ficción y del aura fantástica con que aquí pueda presentarse, nos consta real y definitivo. Podría verse en esta novela una metáfora sobre el poder de la palabra sobre las masas. De hecho, es preciso preguntarse si los grandes conflictos -crisis, masacres- de la historia no han contado siempre en su gestación con el auxilio de las palabras exactas pronunciadas en el preciso momento por el iluminado de turno. Tristes y archiconocidos son los ejemplos. No obstante, si bien el poder de la palabra se ha usado casi siempre para manipular, también ha ejercido en ocasiones de estímulo para causas nobles y justas.

Novela bien aceptada por la crítica en general, sólidamente construida y apropiada para quienes gusten de la ciencia ficción y la acción, en un ambiente sostenido de intriga y tensión. 

José A. Carbonell Pla