Pumby 3. La vuelta al mundo con 80 céntimos y otras historias

Opinión:

Bueno, la reseña de este volumen recopilatorio de Pumby (el tercero) puede ser muy sencilla y escueta: un 10, Imprescindible, rozando (si es que no la alcanza) la genialidad.

Pero bueno querréis que me explaye algo más, ¿no?; pues vale.

Más de tres décadas estuvo siendo publicado "Pumby"; de hecho, fue una de las poquísimas colecciones que aguantó durante años a la Editorial Valenciana (que, recordemos, publicaba entre otras la revista "Jaimito" y los álbumes de "Roberto Alcazar y Pedrín" y "El Guerrero del Antifaz"). A mí concretamente me encantaba, y hace poco, casualmente, recuperé unos cuantos; lo que pasa es que las aventuras de Pumby suelen ser de varias partes y en las revistas (igual que sucedía en Bruguera con "Mortadelo y Filemón" y otros) iban apareciendo así, en forma de "seriales", con lo que a menudo no podía seguir el desarrollo, si no era en los "Super Pumby". Pero bueno, esto es un tema más bien estructural.

Me encantaba, y me he dado cuenta que me sigue encantando, esa fantasía infinita (como a veces se le ha catalogado), ese surrealismo desbocado, a veces apoyado en obras preexistentes (caso de la historieta "La vuelta al mundo con 80 céntimos", "Blash Rabon", u otras más veladas), pero que a veces parecen precursoras de un cierto tipo de humor que no se dio hasta años (a veces décadas) después y, a veces, fuera de nuestras fronteras, debido a la dictadura que imperaba aquí (de todas maneras, también hemos tenido nuestra buena dosis de humoristas "surrealistas"; Tip y Coll, Gila…)

Todo ello para recalcar la exuberante fantasía, la desbordante imaginación de José Sanchis Grau que impregna todas y cada una de las páginas (incluso de las viñetas) de su Pumby (y de sus otras creaciones).

Este volumen recoge trece historietas, abarcando desde el año 1955 hasta 1975, de diferente extensión, primando las conformadas por cuatro capítulos. Evidentemente, las de los primeros años presentan un dibujo más tosco, menos definido, con una trama mucho más sencilla, pero en la que ya se va mostrando, en escasas páginas, la imaginación que se irá desarrollando y aumentando con el tiempo.

Además de historietas de varias épocas, también nos muestran diferentes "aspectos" de Pumby; Super Pumby, X-Pumby (policía sideral), etc.

Sirenas gitanas (y su reina, que cantan flamenco), un país de estatuas vivientes, otro de seres dibujados, otro donde escribes tu propia historia, seres que andan con las manos (y se lastiman, hasta que Pumby les da la idea de que se pongan los zapatos en las manos), otros que se desplazan rodando; notas musicales que se rebelan, planetas de aire, agua y fuego en los que X Pumby debe perseguir a un malhechor galáctico (y lidiar son los moradores de dichos planetas); un país de las cosas animadas (con la guerra de los trastos), un Sol que paraliza el tiempo y la vida, y sólo Pumby y las cosas inanimadas viven y hablan para poder hablar con Pumby y pedirle ayuda; justamente esas cosas inanimadas serán las que le presten su auxilio; la Luna, las nubes, el carbón, un cohete, el mar…), Super Pumby, los hombres insecto de Mercurio…

Pufff, sólo he comentado una pequeña parte de todo lo que aparece en esta obra que, en verdad, en sus 144 páginas parece que cobija esa fantasía infinita que comentamos.

No hay respiro, casi en cada viñeta está sucediendo algo, Pumby siempre está en movimiento, siempre acompañado, ya sea por un cronista que da fe de su viaje, o de alguien (algo) al que deba ayudar/salvar/combatir…

El dibujo característico de Sanchís, ese trazo amable casi feliz, de formas redondeadas y agradable, simpático, que además sugiere espléndidamente el movimiento, la actividad sin tregua presente en cada momento de la obra.

Acompaña a la obra un extenso y muy interesante artículo a cargo de Antonio Busquets, con una serie de suplementos, sobre la vida y la obra de José Sanchís Grau.

Como he dicho directamente al principio, obra imprescindible, de diez (bueno, de 9'95, pues hay una historieta en la que una serie de páginas pierden el color, sin que sepamos si es causa de la edición original, que se han perdido dichos originales y no se han restaurado las fuentes, o qué).

J. Javier Arnau