Piel de deriva

Opinión:

Lo mejor que se puede decir de "Piel de deriva" es que es un libro necesario. En tiempos de tanto ombliguismo, tanta autoficción narcisista y tanto pensar solamente en el perímetro del escritor, se agradece una obra como esta, que mantenga un compromiso sereno con la humanidad, y además alejado de fanatismos. Un texto dirigido de verdad hacia los más desfavorecidos.

A su favor está la propia biografía de la autora, que se ha mantenido constante en las acciones humanitarias, a través de Greenpeace o Médicos sin fronteras. La historia de "Piel de deriva" es la de ese Mediterráneo al que no queremos mirar; no el de la playita y el chiringuito sino el de las farsas geoestratégicas y la aparición constante de pateras cargadas más allá de lo concebible con personas desesperadas.

La historia arranca en los días previos a la Primavera árabe, describiendo una farsa en Libia en la que un puñado de mercenarios, usando remolcadores, fingen que existe una flota amenazante en esas aguas cuando no se trata más que de unos barcos de desguace que son movidos para crear la ilusión de que maniobran. De ahí nos transportamos a un lugar desgarrador, Alang, un cementerio de barcos radicado en la India en la que no se tiene ningún miramiento con las personas que allí trabajan ni con el medio ambiente. Un lugar en el que la Europa civilizada e hiperregulada se permite esconder su basura. A partir de ese momento, uno de los protagonistas, Jonás -predestinado desde su nombre a vivir estas aventuras marinas-, asistirá a los trabajos que un barco llamado Titán, un trasunto del real Open arms, dedicará su tiempo a rescatar víctimas de naufragios de pateras, asistiendo al drama lamentablemente muy real de que ningún país permite que atraquen en sus puertos para no dar cobijo a estos emigrantes. Libro, como ven, cargado de material sensible, comprometido, que pretende y consigue crear conciencia en el lector de dramas que se encuentran más cercanos de lo que puede parecer.

Una de las mayores ventajas de este libro que tanto les recomiendo es que se nota que la autora tiene un conocimiento real del tema. Ofrece detalles únicos, precisos y preciosos, que solamente alguien que de verdad se ha encontrado cerca de la tragedia puede conocer.  Está escrito además sin buenismos ni un afán de preciosismo innecesario.

La historia discurre además envuelta en una fina poética, un tono dulce y una sintaxis armónica de texto bien podado. Consigue ser comprometido sin parecer panfletario, gracias a la voz elegante que la autora ha elegido.  A pesar de todo lo celebrado hasta ahora, me van a permitir una apreciación negativa: el título no hace justicia al magnífico contenido, por demasiado convencional y hasta algo cursi, sin contar con el problema del molesto de-de que encontramos al pronunciar el título.

Una recomendación sin reservas.

Rafael Ruiz Pleguezuelos