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El papel de los sueños. Alejandro Párraga

 

Ccuentos Autor:
Alejandro Párraga (Malaga. España)

Web Oficial: www

Participa con:
"El papel de los sueños (extracto de su próxima novela)"

 

Sobre Alejandro Párraga:


Hijo de la pintora Amalia Navarro, Alejandro Párraga siguió el camino de su madre desviándolo hacia otro tipo de lienzos: el de las páginas. Licenciado en Derecho, este malagueño de nacimiento y alicantino de adopción, escribió su primera novela "Meando en la puerta del vecino" a finales del año 2002, con la que fue finalista del II Certamen Internacional de Novela "YoEscribo.com" y que más tarde publicaría "Zócalo editorial", hoy "Onagro".

Miembro de diferentes jurados en certámenes literarios y asiduo columnista de opinión, en la actualidad anda enfrascado ultimando los detalles de su nuevo proyecto "Cuidado con el vecino, escupe", rebautizado con el título de "El papel de los sueños".

Bibliografía (hasta el momento de participar en Comenta-Cuentos):

¬ Meando en la puerta del vecino

* ver Alejandro Párraga en Anika Entre Libros

 

El papel de los sueños

Extracto número 3

Aunque, bien es cierto, he de reconocer que no siempre había sido así. Al principio, aquel diminuto trocito de carne y un servidor no tenían más trato que el de vernos los caretos al orinar, un tímido saludo y ya está… Hasta que sucedió el hecho más trascendental y relevante de mi existencia, algo que nos unió para siempre: la primera masturbación.

Contaría con alrededor de once años cuando, entre los chicos de mi clase no se hablaba de otra cosa; de la mañana a la noche, nuestra sexualidad se transformó en una obsesión; cualquier información que tuviera que ver con el tema era acogida con fe ciega y elevada devoción. Que si uno había escuchado esto, otro había visto aquello… Revistas pornográficas robadas a hermanos mayores, minutos de películas no autorizadas que escapaban a la represión educativa de los padres o la interpretación de chistes de carácter erótico, maleducaban nuestras inocentes mentes. Finalmente Julián, creo que se llamaba, nos explicó una nueva acepción del término paja que, puesto que una relación sexual por entonces se terciaba imposible, era la primera puerta que nos encontrábamos sin cerrojo, ni llave, ni nada.

Aquella noche, encerrados en nuestros baños, con nuestros apéndices en la mano, pusimos a prueba la revolucionaria teoría.

Cada uno buscó su propio estímulo como buenamente pudo:

Un calendario de la calentona de turno, una foto arrancada del interviú de la peluquería o simplemente el recuerdo difuso de un simple desnudo…

Frotando un poco, aquello empezó a crecer y se puso duro. Las erecciones ya las conocíamos pero, la sensación, resultaba muy diferente a los empalmes matutinos. Un cosquilleo recorría aquel trozo de carne al que nunca antes vimos otra utilidad que la de orinar y, cada vez que subíamos su piel, el placer aumentaba.

¡Más rápido, más rápido!

Hasta que, de repente, aquello adquirió una tonalidad rojiza muy mosqueante y nos entraron incontenibles ganas de mear.

Habíamos tenido, compartido en la distancia de nuestros diferentes hogares, el primer orgasmo.

Al día siguiente, cuando debatíamos victoriosos acerca de los resultados de nuestro experimento, Jesús trajo unas novedades sobrecogedoras:

Había algo más, un mundo extendiéndose más lejos de aquella frontera, un universo por explorar todavía.

No se limitaba tan solo a ponerla roja como un tomate, no.

Cuando el meneo llegaba a su estado álgido, en el instante en el que el placer se hacia palpable, traspasaba las barreras de nuestra epidermis e inundaba la estancia, salía una sustancia blanca y viscosa que era, según dijo, el no va más.

¡Joder, ¿y por qué la mayoría no habíamos conseguido extraer de nuestros cuerpos aquel líquido tan extraordinario?!

Frustración, pena, rabia…

Multitud de sentimientos se encontraron en mi corazón subdesarrollado y, como el resto, repetí los juegos manuales en el siguiente anochecer, a la sombra de mi cisterna, sumando, eso sí, un nuevo fracaso.

Ningún avance, ninguno en absoluto.

Por supuesto, cuando volvimos a tratar el tema, entre los bocadillos de tortilla, jamón o atún que engullíamos con desesperación en el recreo, mentí.

Me dio vergüenza descolgarme del resto, no ser tan hombre (pues aquello, no lo dudábamos, era lo que nos diferenciaba, lo que separaba a los niños de los adultos).

Durante meses me esforcé, transformándome en todo un profesional.

Cualquier momento me parecía bueno para evocar a una tipa y comenzar a cascar el mandolín. Pero nada, siempre acababa con las mismas ganas irrefrenables de mear y sin rastro de aquella cosa.

Al final, el objetivo se difuminó.

Para combatir la frustración, me consolé pensando que nadie se enteraría jamás de mi secreto y, entre tanto, seguiría disfrutando de aquello que, con líquido o sin él, era muy satisfactorio.

Transcurrió más de un año hasta que, un día como cualquier otro, sucedió.

Me quedé mirándolo varios minutos, admirado.

¡Por fin, ya era un hombre!

Y, aunque no pude celebrarlo como me parecía que habría sido lo adecuado, sí se lo confesé a Arturo durante los rezos matutinos, el cual lo acogió con una sonrisa silenciosa que, aun hoy, recuerdo como uno de mis más sinceros reconocimientos personales.

Niños, supongo…

 

© Alejandro Párraga

 

COMENTARIOS SOBRE EL RELATO

Travis

Vaya me ha resultado muy evocador, es como una escena de Amarcord. Creo que está muy bien reflejado ese ambiente preadolescente de iniciación sexual, posiblemente la fase de la vida en la que el sexo se vive con más intensidad precisamente por que se conoce y se desconoce al mismo tiempo.

Me ha parecido entrañable y para nada obsceno.



Athman

Me he sorprendido a mí mismo sonriendo como un bobo, al leer este relato. Me ha recordado lo pardillo e ingenuo que se es en esa época de transición, cuando todo lo que crees saber, viene de boca de amigos tan perdidos como tú... aunque jamás lo admitirías por no ser menos hombre y "adulto".... ¡¡¡Bendita inocencia y sana curiosidad!!!

Muy buen relato, original y evocador, que consigue que nos identifiquemos con el personaje y que narra de un modo muy ameno tales vivencias.



Manel Sparks

A mí no me ha gustado nada el relato. A medida que lo leía pensaba que de repente iba a dar un giro e iba a tirar por otros derroteros, pero al final he visto que no, el relato es lo que es: la crónica de la inicación a la masturbación.

Si alguien me diera este relato y me propusiera adivinar un posible autor diría que seguramente es un adolescente que intenta escribir bien, con un estilo directo, pero que todavía le queda mucho para ser bueno. Además afirmaría que confunde el estilo directo con el ser demasiado explícito que, a mí personalmente, me ha resultado del todo innecesario e incluso desagradable.

En fin, que no me ha gustado ni en el fondo ni en la forma. Pero como siempre pasa... solo es una opinión. ¡¡¡CON TODOS MIS RESPETOS AL AUTOR, POR SUPUESTO!!!



Panzermeyer

Vale, lo lees y te trae recuerdos. Si eres un chico, claro. Te puedes sentir identificado. ¿Y si lo lee una chica? ¿qué se supone que debe pensar, recordar u opinar? Las experiencias femeninas no tienen nada que ver con la forma, supongo que en el fondo sí. ¿Es un relato dirigido al público masculino?. Original desde luego no es. Todos los chicos hemos pasado de una forma parecida por eso. No entiendo el sentido o el fin que busca. Espero tu próximo relato Alejandro.



Joseph B. Macgregor

Relato que está narrado con una enorme frescura y tratando el tema desde un punto de vista bastante divertido: desdramatizando. Se trata de contar una anécdota (no sé si personal o autobiográfica) pero no sale ni la palabra pecado, culpabilidad… no lo hace desde la opción más atormentada, como algo pecaminoso o sometido a la (auto) represión sino desde la más divertida y aquí pienso que reside una de las principales cualidades de la historia: el tratamiento desprejuiciado de un tema que se prestaba quizá a hablar de otras cosas. Quizá por que sólo intentas contar una historia entretenida y ya está... no existe ningún tipo de reflexión a ese respecto... lo cual a mí me parece estupendo. Me lo he pasado bien.



Alejandro Párraga

Cuando Anika me invitó a participar en "Comenta-cuentos" no dudé en aceptar, a sabiendas de que en ese momento no contaba con ningún cuento inédito y tampoco con el tiempo suficiente para escribir uno a la altura de las circunstancias... Me agradó tanto la idea de participar en este proyecto que fui incapaz de confesarle la verdad de mi situación.

Así, sumergido en semejante atolladero, eché mano de mi nueva novela ("El papel de los sueños") y extraje algunas partes (de ahí que el título sea "Extracto número tres") dado que a mi juicio podían adecuarse más o menos a los cánones de un "cuento" (si bien es cierto que era consciente de que, al ser muñones de un relato mayor, perdían un poco de gracia y sentido respecto a su lectura dentro del contexto general de la novela). De esta suerte, se los envié a mi buena amiga Anika, dejando a su parecer cuál encajaría mejor en su proyecto...

Aunque la intención del cuento dentro de "El papel de los sueños" es más compleja de lo que realmente parece al examinarlo autónomamente, me gustaría señalar que una de las principales intenciones era conseguir narrar con una prosa sencilla, esto es, sin emplear demasiadas argucias literarias, una de las piedras angulares de la preadolescencia masculina... Evocadora para los hombres, curiosa para las mujeres... Entretenida, al fin y al cabo, que es a mi entender el fin mismo de la literatura.

Un saludo lleno de agradecimiento,

Alejandro Párraga



Athman

Un placer el leerte, Alejandro y repito, me ha dejado muy buena impresion el "extracto". Hasta la próxima...

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Comentarios de los lectores:

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