Las lagartijas no se hacen preguntas. El apasionante viaje del hombre de vivir en los árboles a comprender el cosmos

Opinión:

Con una expectativa parecida a la que me formé cuando cayó en mis manos el ejemplar de "El mono desnudo" de Desmond Morris, así arranca mi lectura y análisis de "Las lagartijas no se hacen preguntas".

Sí es cierto que en un primer momento y durante la primera parte del libro (está dividido en tres partes totalmente diferenciadas) la lectura iba basada en un paralelismo increíble con el de Morris, si bien daba la sensación de estar escrito con un estilo demasiado coloquial para tratarse de un ensayo, con textos bastante distendidos y arropado por infinidad de anécdotas tanto científicas como personales; no olvidemos en este punto, que el autor es físico y matemático, así como hijo de un dirigente de la resistencia judía durante el Holocausto, que pasó parte de su vida en el Campo de Concentración de Buchenwald, quien fue el que le inculcó la pasión de cuestionarse todo.

Según vas avanzando la lectura del mismo y cuando ya te has habituado a un ritmo trepidante, a como en cuestión de unos pocos millones de años la primera célula con vida ha conseguido erguirse y caminar sobre dos patas, entramos en la segunda parte, donde ya se pierde el anhelo de conocimiento y nos inunda con extensas biografías de químicos, físicos y matemáticos ... (quizá la parte más tediosa para mi gusto) siendo éstas cruciales para entender el cómo y el por qué se desarrollaron estas ciencias con tanta rapidez y de qué manera empezaron a afectar en el día a día de la humanidad.

Convendría pararse aquí y analizar en qué momento de la existencia se da este paso tan grande, llegándome a plantear qué hubiera pasado con ciertas especies si éstas no hubieran sido domesticadas por el hombre. A través de experimentos científicos plantea las contestaciones a las preguntas clave del porqué del desarrollo innato del pensamiento en los humanos y no en otra especie de seres vivos (animales como los chimpancés, por poner un ejemplo)

Estos capítulos van avanzando con el nexo común del progreso científico, del descubrimiento de la mente humana.

Mantiene en todo momento del libro la igualdad existente entre el pasado y el presente, haciéndonos ver e intentar explicarnos que no somos tan diferentes de aquel monito que de repente anduvo a dos patas, dando veracidad a la afirmación que "la historia se repite" y sobre todo, desprende la pasión de quien disfruta relatando su sabiduría, ya sea a través de extensas biografías comentadas, ya sea con anécdotas de sus múltiples avatares matemático-científicos.

Una vez superado el escollo de la parte más técnica, pero necesaria para poder entender los avances de la humanidad, durante la tercera parte del libro y el epílogo final, nos demuestra de qué manera la "sabiduría humana" y el afán del hombre por superarse vuelve a poner en entredicho los primeros avances, como nos llegamos a cuestionar hechos que de haber sido de otra manera, incapaces somos de poder analizarlos puesto que aún se nos escapa de las manos el conocimiento adquirido.

Un libro que a priori da la sensación de ser otro más cargado de tecnicismos y datos y que ha resultado más complejo de lo que pensaba, pero entretenido a la par que curioso (más de una vez he tenido que rebuscar por la cantidad de bibliografía en la que está basado para adentrarme en datos curiosos que me llamaban la atención)

Ross Goose