harry potter. la filosofía

Opinión:

La colección de aventuras Harry Potter trascendió hace mucho tiempo los límites de la literatura infantil y juvenil para convertirse en todo un fenómeno mediático, que ha cruzado la pantalla cinematográfica y ha desplegado en torno a la figura del niño mago todo un imperio económico. Para mí resulta indudable que esta saga literaria ha sabido combinar de manera envidiable el nivel literario con el interés comercial, y he disfrutado mucho leyendo algunas de las novelas de Rowling que encierran el irresistible atractivo del enfrentamiento eterno entre las fuerzas del Bien y el Mal, a partir de la creación de un universo coherente, cerrado y muy personal, elaborado paso a paso por la autora en los diferentes volúmenes de su obra.

Creo que algunas series de televisión de culto, ciertos cómics y libros de consumo masivo como Harry Potter atesoran una filosofía de vida con la que se identifican millones de televidentes o lectores. En cada capítulo, en cada viñeta o página hay algo más que una historia interesante o entretenida que conecta con la sensibilidad y las inquietudes del público, y por eso me parece interesante que se investiguen estos productos culturales  pop  desde el punto de vista de las ideas o valores morales que se expone en ellos. En este sentido, el libro de Simone Regazzoni lleva a cabo un acercamiento a la obra de Rowling, una primera aproximación que, lamento decirlo, no cumple con las expectativas creadas, al menos en esta lectora. Es cierto que el autor no manifiesta en ningún momento su deseo de ser concluyente, pero lo cierto es que su ensayo apenas araña la superficie de temas que, se intuye, hubieran podido dar para mucho más, a la vista de algunas de las sugerencias apuntadas en muchos de los capítulos. Así, en uno de sus brevísimos apartados se aplica el concepto de heterotopía de Foucault al mundo mágico, contenido dentro del mundo real al que tiene acceso Harry, pero no se indaga con profundidad en él. Lo mismo puede decirse de otras cuestiones de peso, como la figura del héroe y su libre albedrío a la hora de elegir su destino o la idea del superhombre, que resulta fundamental para la concepción fascista del mundo, en la realidad extraliteraria, y no menos importante en la creación de una raza de magos puros que persigue el malvado Voldemor, en las novelas de Harry Potter. También peca de insuficiente, a mi modo de ver, su acercamiento al término texto realizativo, procedente de la filosofía del lenguaje de Austin, y que emplea al hablar de la relación entre magia y palabra que se establece en las profecías.

Regazzoni encuentra teclas que pulsar, pero apenas las acaricia con la punta de los dedos en unas pocas páginas, donde brinda algunas pinceladas impresionistas combinadas con párrafos significativos de los libros de Rowling o de obras filosóficas que le parecen relevantes.

En definitiva, pienso que en este volumen se plantean un montón de cuestiones sugerentes que alguien podría retomar en el futuro para desarrollarlas por extenso y añadir otras, como, por ejemplo, un apartado específico en el que se aborde la figura femenina de la maga, análogo al estudio particular de las superheroínas que aparecía en el reciente Los superhéroes y la filosofía, editado por Blackie Books.

Patricia Esteban Erlés