Anika entre libros

Entrevista a Xulio Ricardo Trigo por "El puerto del nuevo mundo"

"Me siento molesto como lector cuando leo novelas históricas que nos explican cosas superfluas. Pero también debo decir que el equilibrio es muy difícil"

Firma: Gemma Nieto / Fotos cedidas por el autor / Marzo 2012

 

Fue un verdadero placer asistir a la rueda de prensa que organizó Temas de Hoy para presentar la última novela de Xulio R. Trigo, "El puerto del nuevo mundo". Y lo califico como placer porque Xulio es un hombre cercano, tan próximo que pareces conocerle de siempre, y con un cerebro muy bien amueblado y repleto tantas de historias interesantes que charlar con él es pasar el rato con un maestro que, además, es tu amigo.

Xulio R. Trigo es un autor gallego afincado en Tarragona. En Cataluña le conocen bien, ya que ha publicado varias obras de ficción histórica con una buena acogida de público y crítica (El somni de Tàrraco, La passió d'Alexandra, Els secrets de la reina); y ha sido agraciado con numerosos galardones. Entre ellos, el Premio Ausiàs March, el Maria Mercè Marçal, el Miquel de Palol… Colabora, además, con algunos medios como Diari de Barcelona, El Periódico de Catalunya o La Vanguardia.

El puerto del nuevo mundo nos cuenta las aventuras y desventuras de dos hombres, el ingeniero Stassi de Alejandría y el cartógrafo Lluís Esquiva, para conseguir la hazaña de construir un puerto en la Barcelona de la segunda mitad del siglo XV. Las dificultades de tamaña empresa no solo procederán de los elementos (tormentas, mareas, problemas técnicos…) sino también de los dos artífices de su construcción y de algunos personajes barceloneses que tienen mucho que decir. Sus historias se entremezclarán para construir una obra de ficción histórica, no exenta de acción, pero en la que priman los personajes por encima de la trama.

 

ENTREVISTA

 

Després de l'oblit, Los secretos de la reina, El somni de Tàrraco y, ahora, El puerto del nuevo mundo… todas ellas novelas ambientadas en la historia ¿Está Xulio R. Trigo enamorado del pasado?

Siempre quise estudiar Historia. De hecho, asistí durante tres años a la Facultad de Historia de Valencia, pero de una manera totalmente libre. Mi gran amigo de entonces, Manuel Ruzafa, es ahora catedrático de Historia Medieval en la universidad de Valencia. Me fascinaba saber más sobre el pasado, pero creo que, ya entonces, sentía más interés por la historia de la cultura que por las batallas o los reyes. Después de diez novelas publicadas me di cuenta que nunca había escrito una novela histórica, ¡yo, el que sólo tenía ojos para la Historia! Empezó entonces una aventura que aún está vigente, del siglo XIV a la antigua Tárraco romana, y de vuelta hacia delante con mi último libro sobre el Renacimiento.

Creo que la Historia es cíclica y que investigando el pasado puedes encontrar muchas respuestas sobre lo que somos, lo que podemos llegar a ser. Por otra parte, también hay el placer de recrear mundos, no sólo personajes, de ser un poco ese deicida del que habla Vargas Llosa. Vivir otras vidas, adentrarse en realidades paralelas... De eso va el arte de la novela.

 

No tiene que ser nada sencillo "armar" una novela como El puerto del nuevo mundo con apenas 380 páginas; los personajes tienen que evolucionar, la trama progresa… ¿Cómo te organizas para que todos los elementos terminen por encajar como piezas de un puzle perfecto? Están primero los personajes y luego viene la trama o tienes algo que contar y vas creando el resto a medida que te lo pide la historia…

Uno de los aspectos más fascinantes de escribir ficciones es que debes tomar decisiones continuamente, cualquier otro camino te lleva por historias diferentes. Creo que es bueno saber un poco lo que quieres. Por eso trabajo a partir de un guión bastante férreo que, naturalmente, se va transformando según las necesidades de la novela. El puerto del nuevo mundo no es una novela larga si atendemos a todo lo que cuenta, pero así lo dispuse desde el principio. Me siento molesto como lector cuando leo novelas históricas que nos explican cosas superfluas. Pero también debo decir que el equilibrio es muy difícil. Hay lectores que no atienden demasiado si pones fechas para ir enmarcando los capítulos, quieren leer y leer, les parece raro que la historia dé un salto aunque lo hayas marcado. Por eso quizá vaya evolucionando en este proceso de esencialización y persiga esencias más extensas, capaces de construir historias más completas.

Pero, además, pienso que el camino de la novela histórica debe pasar por la concepción de una buena estructura. La estructura nos ayuda como lectores a sentir que hay otro mundo dentro de las páginas del libro, que puede ser un mundo complejo, suficiente para que nos quedemos a vivir en él una temporada. Es todo un desafío.

Creo que lo primero suele ser una anécdota, más o menos importante. En la anterior novela me interesó que Octavio Augusto residiera durante 3 años en Tarraco, por tanto esta ciudad mediterránea se convirtió en la capital del mundo conocido durante ese tiempo. En El puerto del nuevo mundo me llamó mucho la atención un hecho que, de entrada, puede parecer anecdótico, pero fue muy importante en su momento: Barcelona, la gran ciudad comercial del Mediterráneo, no tenía puerto a finales del xuliotrigo5siglo XV. ¿Qué implicaba una ausencia tan sorprendente? Me propuse investigarlo hasta el final.

 

Foto: Atendiendo a la prensa

 

Ya hemos conversado acerca de que una historia, a medida que es escrita, te va mostrando la medida de su propia extensión. Es fatuo intentar rellenar 800 páginas de una trama que solo da para 400 y viceversa. Sin embargo, los lectores habituales al género de la ficción histórica están acostumbrados a mamotretos que pesan al menos tres kilos. ¿Qué tienes que decir cuando el tuyo apenas si alcanza el kilo y medio?

Intento ofrecer a los lectores una historia en la cual no sólo la extensión es importante, también el lenguaje, escribir a partir de un cierto análisis del material que tienes entre manos, no abocarlo todo. Pienso que está absolutamente vigente aquella teoría del iceberg de Hemingway: Se debe explicar sólo el 10 % de lo que sabes, igual que el iceberg deja el resto bajo el agua, es su peso de flotación, su estabilidad. Pero no creo que sea una cuestión de páginas. Hay novelas que sólo darían para un cuento, es cierto, y no obstante, si el escritor se lo propone, puede hacer una gran y extensa novela con un argumento mínimo. Es cierto, también, que se trata de un tipo de genialidad no demasiado corriente.

  

Acerca de El puerto del nuevo mundo: ¿por qué escribir sobre la construcción del puerto de Barcelona? ¿No te acerca eso a obras como La catedral del mar?

Cada libro que va pasando entiendo mejor que mi camino no es escribir sobre reyes o batallas, que me interesa mucho la historia de la cultura, aquellos hechos que nos fueron haciendo mejores; aunque luego, en poco tiempo, todo pueda perderse. Además de otras cosas, El puerto del nuevo mundo es una aventura de la inteligencia, una búsqueda de saberes que la Edad Media quiso dejar atrás y que, sin remedio, volvieron a aparecer a través de traducciones árabes. La Cultura es difícil de esconder, responde a los estímulos incluso en épocas muy oscuras.

No sé si la construcción de un puerto me acerca a La catedral del mar, pero tampoco me preocupa demasiado. Se trata de otra construcción, pero también es un libro muy diferente, que persigue cosas distintas. En todo caso, escribí el libro que quería, más acertado o menos.

 

La historia hace a los pueblos. Para mí fue una sorpresa que la Barcelona del siglo XV no dispusiera de un importante puerto xuliotrigo2marítimo. Me temo que muchos catalanes también lo desconocerán, a pesar de que el comercio ha sido siempre la base de su riqueza. ¿Cómo crees que se tomarán los barceloneses que escribas cosas como "Barcelona era un lugar del que solo los muy cultos tenían noticia de lo que allí sucedía" o "los habitantes de la ciudad (Barcelona) vivían atrasados respecto al resto del mundo"? Más aún cuando tú eres un autor afincado en Tarragona que escribe en catalán…

Creo que una de las máximas más importantes a la hora de escribir es la sinceridad. Los catalanes tienen suficiente espíritu crítico para aceptar la realidad histórica y, en este sentido, sólo me he encontrado lectores y lectoras agradecidos por poner el tema sobre la mesa. Además, mientras Barcelona es una ciudad muy bien estudiada, no lo es tanto en lo que respecta a su fachada marítima. Me encontré con la sorpresa que no había demasiados libros que hablaran del tema, sólo los estupendos y imaginativos ensayos del siglo XIX, en verdad sugerentes. Tuve entonces que acceder a fuentes más antiguas, con la dificultad que eso supone. Pero fue una investigación feliz, siempre dentro de esas coordenadas que te hacen sentir como si comenzaras una carrera nueva en la facultad y, sin remedio, fueses directo a la especialización. Por otro lado, es un hecho que, salvo algunas personas más en contacto con lo que pasaba en Europa, la transición al Renacimiento fue más lenta en la Península que en otros países de entonces.

 

Hay otro misterio a lo largo de la novela que no parece quedar totalmente desvelado: la esfera de Al-Idrisi. Constituye un punto de inflexión importante en la obra, por cuanto gran parte de ella está dedicada a su búsqueda. Sin embargo, al final… el lector no sabe muy bien qué es. ¿Acaso has dejado esa explicación para una segunda parte de El puerto del nuevo mundo?

La historia de la esfera es compleja y la manera como está descrita responde a mi voluntad de no tergiversar el pasado si no es absolutamente necesario. Cuando Rogelio II de Sicilia se propuso conquistar el Mediterráneo a mitad del siglo XII se dio cuenta que necesitaba mapas. Es muy difícil conquistar lo que no se conoce, aquello de lo que no tienes ninguna representación gráfica. Así, llamó a Al-Idrisi, sin duda el gran cartógrafo de la época, un seguidor de Ptolomeo que intentaba recuperar el geógrafo griego para el mundo.

Una vez que Al-Idrisi hizo suficientes mapas, Rogelio II quiso ir más allá y le encargó una esfera gigante que tuviera grabado el mundo conocido. El cartógrafo la terminó, pero acabó desapareciendo en una revuelta en Palermo. Me gustó la idea, esa fascinante esfera de plata, y quise recuperarla en mi novela. Pero no me parecía bien mostrarla, quería dejarla a la imaginación del lector.

No tengo por costumbre escribir segundas partes -no digo que no lo pueda hacer algún día-, pero vivo muy intensamente las novelas, el proceso de búsqueda que conllevan. Repetir me parecería aburrido, como si la historia ya la hubiera escrito. Y el primero que debe disfrutar con el descubrimiento continuo que debe suponer la escritura de una novela es el propio autor.

 

No es nada sencillo documentarse para una obra de ficción histórica. Es un camino largo pero necesario para ambientar una trama en un determinado periodo del pasado. ¿Te ha resultado muy larga tu búsqueda de información para esta novela?

Es un proceso de búsqueda que, en muchas ocasiones, se convierte en largo y intenso, pero es el otro gran placer de escribir novelas históricas. Por una parte la escritura, conseguir la construcción de ese mundo que pueda albergar tu historia. Por otra, la investigación, seguir la llamada de tu curiosidad. Si te gusta hacerlo, puede ser tan placentero como la propia escritura, y siempre descubres cosas que desconocías, que te hacen cambiar la visión del mundo.

Por otro lado, ahora recuerdo el proceso de escritura de mi novela Després de l'oblit (2005), una historia que pasa a lo largo del siglo XX para la que me documenté muchísimo. Nadie, sin embargo, me ha dicho que sea una novela histórica. Pienso que cualquier argumento al que te enfrentas con la ambición necesaria de la gran novela -la consigas después o no- necesita investigación, confeccionar un mundo paralelo creíble y suficiente.

 

Hablando de la documentación necesaria para escribir El puerto del nuevo mundo: debe de haber un equilibrio entre la información histórica y la trama de ficción. El lector busca entretenerse con una obra que contenga el añadido de enseñar algo de historia. ¿Cómo consigues esa medida sin que tus libros pierdan frescura y el lector esté enganchado continuamente?

¡Ojalá, el lector esté enganchado continuamente! Aunque los estudiosos de la novela siempre nos han dicho que no es necesario que así sea, que la novela debe permitirse ciertos descansos, como ese tiempo muerto que hay en las películas y que se representa a través de imágenes que van pasando. El tiempo va pasando también... ¿Qué hay más importante que eso? Y sin embargo, ahora le exigimos a la novela que nos tenga en vilo de manera permanente, cosa que resulta un poco incongruente con lo que debe ser una ficción, una representación posible de vida a través del lenguaje.

Ese equilibrio que dices es lo que persigo y espero encontrarlo algún día. De momento hago aproximaciones, y parece que los lectores se sienten satisfechos. En todo caso, creo que una máxima importante sería que aquello verdaderamente histórico quede en el trasfondo de la novela, que sea su marco, lo más perfecto posible. Si nos empeñáramos en buscar una trascripción de la realidad tal cual sería muy aburrido. La ficción tiene sus propias reglas y debemos atenernos a ellas; creas historias creíbles, asunto muy difícil si tenemos en cuenta que deben ser creíbles desde nuestra perspectiva de personas del siglo XXI, cuando ya tenemos muchas opiniones construidas a través de lo que hemos visto, leído, oído -cine, TV, libros-.

 

Tu estilo y tu temática destilan ciertos efluvios que me retrotraen a las últimas novelas de Jorge Molist (Prométeme que serás libre) o Gonzalo Giner (El jinete del silencio), con sus tramas históricas, de lectura fácil (que no sencilla), apta para un abanico de público muy amplio, con pretensiones no solo históricas sino también de mostrar algo más, ideas y reflexiones sobre la vida… ¿Qué has pretendido realmente con El puerto del nuevo mundo? ¿Qué querías contar a los lectores?, porque algo se esconde en el trasfondo de los párrafos…

Me parecen bien estas reflexiones que apuntas como características de mi literatura. Creo que la novela no sólo tiene que ser aventuras y escarceos amorosos, que debe haber alguna reflexión que mueva los hilos; más aún cuando hablamos de novela histórica, un término que ya implica por sí mismo una reflexión sobre el pasado. He leído los dos autores que dices y me parecen interesantes, sobre todo Giner, que me ha sorprendido hace muy poco en la lectura seguida que hice de sus dos últimas novelas. El puerto del nuevo mundo pretende, en efecto, llegar a un público amplio, pero sin renunciar a una escritura cuidada y a plantear una visión compleja de lo que nos rodea, del pasado. La base de mi literatura es contar historias, pero sin renunciar a la evolución técnica y moral -en el sentido completo de la palabra- de los últimos tiempos. La ambición que hay detrás, en todo caso, es la de reconstruir mundos y aprender de todo lo que nos pueden ofrecer.

 

El autor contando el argumento de su novela

  

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He observado que concedes más importancia a la psicología de los personajes que a su aspecto físico. Incluso, que todos evolucionan a lo largo de la obra y cambian con frecuencia en su forma de pensar o actuar, a veces de forma demasiada brusca, pudiendo desconcertar al lector. Como detrás de cada obra hay un autor que sabe por qué hace lo que hace… ¿qué te ha motivado a ti a ello?

Bueno, son maneras de enfrentarse a las novelas que pueden cambiar. Creo que hay elementos en la disposición de una novela que hemos desechado y que son muy interesantes. En cine, si vemos unas imágenes con música, pequeños retazos de tiempo, de vida, entendemos enseguida que el tiempo va pasando. En literatura hay lectores que no lo acaban de aceptar. Si un personaje es diferente al comenzar un capítulo quizá deberíamos mirar si hay alguna nota como una fecha o algo parecido. La novela, es cierto, puede ser interminable, puede contarlo todo, pero entonces pierde su sentido. La novela debería contar lo esencial y muchas veces no resulta necesario explicar punto por punto lo que pasa con el personaje. En cine lo aceptamos, pero creo que en literatura llevamos una evolución a la inversa.

Por otra parte, desconfío de los personajes íntegros, de los que siempre piensan de la misma manera. En la vida no es así, los pensamientos más profundos, la manera de encarar los acontecimientos, puede ser pasajera. Una relación amorosa puede cambiar de la noche a la mañana. Pienso que hay algunos lectores que exigen demasiada integridad a los personajes. Si todo ello se lo encontraran en la vida real, quizá no les resultase creíble.

 

Con catorce novelas a tu espaldas, siendo un autor con un elevado índice de ventas, debes de haber "sobrevivido" a muchas anécdotas con tus lectores ¿Nos contarías algunas?

El lector o la lectora tienen perfecto derecho a leer como quieran, eso es bien cierto, pero también a veces sorprende como se meten en la novela y la convierten en un episodio propio, que puede ser juzgado según las leyes de la realidad.

Una de las anécdotas que más me ha sorprendido pasó a raíz de la novela El sueño de Roma, que publicará Temas de Hoy en breve. Cuando salió en catalán, hubo una lectora que me reprendió por su poco realismo. Según decía, había estado el fin de semana anterior en Tarragona y la ciudad estaba llena de luz y color, nada que ver con la ciudad gris y llena de polvo que yo describía. Si tenemos en cuenta que El sueño de Roma habla de la Tarraco del siglo I a.C., no deja de ser curiosa la reacción de esta lectora. No sólo prefiguraba que la ciudad tenía que ser igual en la ficción que en la realidad, sino también que los xuliotrigo4más de veinte siglos pasados no tenían porque marcar diferencias.

 

Foto: Con Gemma Nieto, la entrevistadora

 

Entrando de lleno en un nivel más personal, cuando no escribe ¿con qué aficiones pasa el tiempo libre Xulio R. Trigo?

La Literatura es una amante celosa que te pide todo el tiempo. De hecho, cuando no escribo estoy siempre con alguna investigación entre las manos, quizá documentándome para obras que después escribiré o no. Soy de los que piensan que lo más fácil es encontrar historias, que después lo complejo es escribirlas, conseguir que el lector las haga propias y disfrute con ellas.

Pero te puedo decir que antes que escritor soy un gran lector, cosa que considero imprescindible, por otra parte, si quieres escribir novelas. A veces, después de todo un día dedicado a una novela, escribiendo, documentándome, acabo cogiendo un libro y leyendo, no sé si es lo más adecuado, pero es así.

También me gusta mucho la fotografía. Hago muchas fotos y también filmo vídeos para situar mis novelas. Me gusta la sensación de narrar con imágenes que puedes tener cuando montas un pequeño vídeo. He pintado bastante, mi padre es un gran acuarelista, pero hace tiempo que dejé de soñar con crear una buena obra pictórica. La Literatura, como otras artes, te absorbe con fuerza si decides que quieres hacer algo que valga la pena.

 

Espero que no creas en supersticiones y temas a la pregunta número trece, pero siempre necesito formular una última cuestión que, por necesaria, resulta repetitiva en mis entrevistas, ¿tienes algún nuevo proyecto en mente? Además de la próxima publicación al castellano de El somni de Tàrraco (El sueño de Roma, Temas de Hoy).

Sí, siempre tengo diversos proyectos que me rondan y que, tal como dije antes, no siempre se hacen realidad. Pero me va por la cabeza el siglo XII, el principio de la salida de una época demasiado oscura, toda la Alta Edad Media. Quizá lo que escriba ahora pase en este siglo.

 

Desde Anika entre Libros deseamos que El puerto del nuevo mundo sea un gran éxito editorial.

 

ver + Xulio R. Trigo

 

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