Anika entre libros

Entrevista a Vicente Luis Mora por "La luz nueva"

"Estamos ante una muestra más de un problema sociológico mayor: la crisis de valores actual, donde el éxito fácil y el dinero rápido son el objetivo social número uno"

Firma: Joseph B. Macgregor / Foto: José Martínez / Julio 2007

 

Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970) ha publicado la novela 'Circular', el libro de relatos 'Subterráneo' y los ensayos 'Singularidades. Ética y poética de la literatura española actual' y 'Pangea. Internet, blogs y comunicación en un mundo nuevo'.

Como poeta, es autor de 'Texto refundido de la ley del sueño', 'Mester de cibervía', 'Nova', 'Autobiografía. Novela de terror' y "Construcción".

En su último libro "La Luz Nueva", Vicente Luis reflexiona sobre cada una de las nuevas corrientes narrativas no comerciales surgidas de un tiempo a esta parte en nuestro país. Según su criterio personal, éstas pueden clasificarse en tres grandes grupos: novelas tardomodernistas, las posmodernistas y las pertenecientes a la Pangea. Y sobre esta categorización, gira la temática de sus artículos, algunos puramente teóricos, otros de críticas de libros o autores concretos, pertenecientes a cada una de las tres vertientes señaladas.

También incluye otras reseñas en las que reflexiona por ejemplo sobre que es la modernidad, o sobre como los medios de comunicación, las nuevas tecnologías de información y relación humana, las hamburgueserías, el fast-food pueden ser utilizados / experimentados (de hecho, ya sucede) como recursos, influencias, temas o modos inspiración por estos nuevos autores tanto en esta nueva narrativa como en la poética más experimental.

Conversamos con Vicente Luis sobre estas y otras cuestiones surgidas tras la lectura atenta de "La Luz Nueva", un más que interesante ensayo, que ha provocado un enorme entusiasmo en nuestro colaborador.

 

 

ENTREVISTA

 

Me gustaría empezar la entrevista con un fragmento que aparece en el capítulo inicial (prólogo) "Descripción de un simulacro" que atribuyes a Juan José Saer: […] los jóvenes escritores que quieren publicar, empiezan a escribir de una manera que les permita entrar en el sistema. Lo que preside su trabajo… son las normas del sistema industrial […] Estas normas ya no se le exigen únicamente a los debutantes sino [...] también los escritores ya consagrados parecen estar adecuando su inspiración a las exigencias del mercado anglosajón. Es decir, que la literatura actualmente parece que tiene más que ver con lo industrial que con lo que artístico…

Me temo que así es, por desgracia. La prueba es que hay escritores que prefieren que aparezca una mala crítica a su libro que el hecho de que no aparezca ninguna. Lo que demuestra que la crítica en sí le da igual, que no tiene orgullo, que su orgullo creador es menos importante que su necesidad de estar.

También hay quien se molesta por no aparecer reseñado o mencionado en mi blog, aunque sea para insultarlo. En mi polémico ensayo del año pasado sobre poesía española, "Singularidades. Ética y poética de la literatura española actual" (Bartleby, 2006), incluía un texto titulado: "Antología y ontología: la confusión entre el ser y el estar", precisamente encaminado en esa dirección. El horizonte ontológico de expectativas de un autor joven de hoy, tanto narrador como poeta, se resuelve por desgracia en un aparecer bastante distinto del mencionado por Heidegger, seguramente.

 

De igual modo me llama la atención en esa misma cita: Un pequeño ejército de correctores de estilo, consejeros literarios, lectores, etc; se ocupan de darle al libro […] una serie de toques finales para que nada disuene [...] En definitiva, convertirlo en un producto industrial.

Bueno, esto es una obviedad que, increíblemente, los propios autores de best-sellers no tienen empacho alguno en confesar. Los políticos nunca dicen "mi equipo y yo hemos hecho", sino "he llevado a cabo", omitiendo, en extendida tradición, su a veces larga batería de ayudantes, asesores, técnicos o compañeros. Sin embargo, algunos escritores se jactan de lo contrario, ¡de no poder escribir sus cosas por sí solos! Es increíble. El dinero posterior y el éxito parecen justificarlo todo. Evidentemente, estamos ante una muestra más de un problema sociológico mayor: la crisis de valores actual, donde el éxito fácil y el dinero rápido son el objetivo social número uno. Así nos va, claro.

 

Estoy muy de acuerdo cuando dices sobre el público consumidor de libros: Ellos dirán en las encuestas que buscan evasión en su tiempo de ocio, pero no es verdad: están evadidos el resto del tiempo. Es ahí, en ese único momento, el de la lectura, donde pueden encontrar materia para reflexionar sobre su vida, sobre las cosas importantes, sobre la cárcel del ruido en el que viven.

En general, pienso que actualmente hay interés por leer libros pero no por la Literatura en sí, el hecho literario no interesa demasiado. La gente, por lo general, consume libros pero después no habla de ellos con profundidad, sólo le interesa si está bien el argumento, si la historia les entretuvo… pero pocos se cuestionan el valor literario de lo que leen.

El hecho literario no obsta ninguna de esas cosas. No las dificulta. He oído a esa misma gente que usted cita, hablando de lo que les ha entretenido tal o cual libro de García Márquez, de Carlos Fuentes o de Vargas Llosa. No se dan cuenta de que la literatura les ha entrado sin notarse, de que lo literario no se pierde necesariamente con una historia accesible y que enganche. Yo de mayor quiero escribir La isla del tesoro, no sé si me entiende…

Como decía Sabato, el poder dramatúrgico de Shakespeare es tan fuerte que vence a los actores malos, incapaces de cargarse un Hamlet o un Otelo; como decía el escritor argentino, por mala que sea la representación, el público sale embriagado "de aliento trágico". Pues eso: lo que debe preocuparnos como escritores es el aliento trágico, o cómico, ese plus que está por encima de estructuras, sintaxis, adjetivaciones o modas literarias. Con eso se puede hacer el complejísimo Ulises o el universal Cien años de soledad, leído ya por casi doscientos millones de personas.

 

De todas maneras, las editoriales seguirán insistiendo en que ellos le dan al público lo que éste les pide…

Claro, por eso hay públicos distintos. Siruela, Pre-Textos, Berenice, DVD, Caballo de Troya, Anagrama, le dan al lector de calidad literaria lo que éste les pide. Otras editoriales, de cuyo nombre no puedo acordarme, le dan al lector de bazofia literaria lo que éste demanda.

 

Hay algo que dices así como de refilón, pero que me llamó la atención por la rotundidad con que afirmas que: cuanto más comercial es un producto, menores son sus valores literarios.

Digamos que hay una presunción de sospecha, digamos que viendo los bajos índices de lectura en España y las listas de más vendidos, algo me lleva a suponer que el valor literario de un libro es inversamente proporcional a su capacidad de penetración en el mercado. Por cierto: esto también viene valiendo últimamente para la lista de los más vendidos en poesía.

 

Sin embargo, supongo que todo escritor escribe pensando en que su novela o su vicenteluismorapoemario o su ensayo va a ser leído por el mayor número de lectores posible… quiero decir, que el autor escribe siempre para vender y para que su obra sea difundida cuanto más mejor.

Yo prefiero pensar, retocando algo su frase, que "el autor escribe siempre para que su obra sea difundida cuanto más mejor, y también para vender, objetivo lícito siempre que no convierta al libro en un producto industrial, en vez de un producto literario".

Que todo libro, una vez editado, sea un producto comercial, no significa que deba ser un producto de consumo de masas. Estos últimos, y los best-sellers son perfectamente encuadrables en la rúbrica, son productos prefabricados y diseñados para el gran público por un equipo de especialistas, más formados en marketing y publicidad que en artes literarias.

Insisto: creo que la literatura exigente, incluso la experimental, no implica ni debe implicar minoritarismos o elitismos, y la prueba reciente es Nocilla Dream, de Agustín Fernández Mallo, experimental y muy vendida. ¿Un mirlo blanco? Vale. ¿Por qué no intentamos hacer más mirlos, en vez de quedarnos llorando en casa?

 

Me toca mucho algo que planteas en uno de los capítulos del libro y es que la sociedad actual, gracias a los medios de comunicación, ha creado un escritor capaz de crear una literatura (narrativa, poética, dramática, etc) con una enorme carga visual.

Hay una conexión causa-efecto peligrosa en tu pregunta: más bien la sociedad ha creado las posibilidades para que esa nueva especie exista, y hay quien se ha resistido vivamente (los que denomino tardomodernistas), los que se han dejado querer (mutantes o posmodernos) y quienes han abrazado con ilusión el nuevo paradigma (los pangeicos) que el nuevo mundo digital o Pangea supone, y se han lanzado a hacer una nueva literatura. Pero ojo: junto a estos dos últimos grupos, hay una pequeña aldea en la Galia que resiste el poder de los romanos… la diferencia es que en este caso, y a diferencia del cómic de Ásterix y Obélix, la pequeña aldea tardomoderna es mucho más grande que toda Francia.

 

Afirmas algo así como que actualmente nadie es capaz de imaginar nada sin tener antes en la mente una imagen de eso que se imagina.

Creo que no soy tan radical. Digo que el visual será su primer pensamiento, y que a partir de ahí elaborará en abstracto. Un ejemplo característico de esto que digo es Zizek, que piensa a partir de películas, pero es que también lo hacen ya otros filósofos como Molinuevo o Trías, y otros pensadores como Argullol, Azúa o Leyte parten de cuadros de Klein, Rohtko o David, y así hasta el infinito visual.

No digo que no se pueda pensar en abstracto, claro que se puede; digo que ahora es menos fácil, que estamos formateados por la imagen y que ésta comprime o determina mucho nuestro pensamiento. Y que eso, por cierto, no es malo. Sólo distinto. Hubo un cambio de lo oral a lo escrito, y no se acabó el mundo, ¿verdad? No pocos dirían, incluso, que hemos mejorado. Pues ahora hemos pasado a la imagen. Quien no lo haya hecho, por cierto, aún está a tiempo de no morir de anacronía.

 

De igual modo, me resultan muy sugerentes los capítulos (extraídos de tu blog) dedicados a la influencia de estos medios de comunicación (el teléfono, la televisión, el teléfono móvil, los sms, los chats…) en los nuevos poetas y en algunos narradores.

Creo que esto se contesta con las respuestas anteriores. Pero le hago una pregunta: un escritor o poeta como cualquiera de hoy en día, que tiene móvil, que escribe SMS, que pone 20 correos electrónicos al día, ¿no comete una grave contradicción entre su vida y su obra si hace desaparecer esa realidad cotidiana de su literatura?

 

Me divierte mucho cuando te lamentas de que en nuestro país aún no hayamos encontrado una poética a las hamburguesas de Macdonalds o a los restaurantes de fast-food. ¿Realmente piensas que se puede poetizar todo?

Claro que sí. Vaya a la lista de libros más vendidos de poesía y verá las chorradas sobre las que se puede llegar a escribir en algunos casos. Y se les premia y todo.

 

También me ha motivado bastante corroborar cómo la conexión a Internet ha creado tipos de realidades, la de las personas de carne y hueso, la cotidiana y la que transcurre a través de la red. Me he sentido muy identificado con muchas de las cosas que expresas en ese sentido. En mi vida "real" ejerzo una profesión para ganarme el pan a la que más o menos he llegado por casualidad y sin embargo en Internet me dedico a lo que realmente me gusta hacer, y tengo la sensación que, efectivamente, me muevo en dos realidades que no son antagónicas pero sí muy diferentes la una de la otra.

Buf… la respuesta a esto es larga. Decía Octavio Paz que citarse es malo, pero peor aún es parafrasearse. Sobre toda esa existencia digital paralela he escrito mucho en uno de los capítulos de Pangea: Internet, blog y comunicación en un mundo nuevo (Fundación José Manuel Lara, 2006). Ahí hay toda una Historia Mítica de los dobles, los trols, los avatares, los travestis digitales, los juegos de identidad en chats, los desdoblamientos agresivos en los muds y videojuegos, los crackers y phishers y un interminable etcétera de nuevos seres imaginarios… que son reales, que producen efecto inmediato en la realidad. Que le pregunten a los estafados vía Internet si el descubierto en sus cuentas es real o no.

 

Actualmente, algunos escritores utilizan la red para publicar y difundir sus creaciones, tanto en el terreno best-seller (El resurgir de la Atlántida) como en la novela experimental (253 de Geoff Ryman). ¿No piensas que quizá aquí se podría encontrar la solución a lo que antes apuntábamos, es decir, que gracias a la red surjan obras de valor literario, no pensadas como productos industriales?

Bueno, mi blog de crítica va en esa dirección: es un producto libre, gratuito y de calidad (no por mí, sino por los generosos y eruditos comentarios de algunos blogueros que participan). He leído 253, de Ryman, y me parece más sugestiva que eficaz, es una variación simple de la Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters, llevado a lo digital. El otro libro que citas no lo he leído. Pero sigo laluznuevacreyendo que no tenemos aún un Quijote ni del hipertexto ni de literatura digital, y no debería tardar: nada más aparecer la novela tuvimos un Quijote, nada más aparecer el poema en prosa tuvimos un Rimbaud, nada más aparecer el reportaje literario tuvimos un Moll Flanders, nada más aparecer la miscelánea de viajes tuvimos un Danubio, etcétera, etcétera, etcétera…

 

Pienso además que el uso de Internet como recurso para la publicación y edición de obras literarias, tiene que llevar aparejado un nuevo tipo de escritor como Ryman, con gran capacidad de síntesis, posibilidades lúdicas y que aparte de leer sirva para otras cosas.

A esta respuesta te respondería, sobre todo por la última frase, con algo que suele recriminarme mi novia… pero dejémoslo para otro momento. Hay algo ahí que me huele a escritor-showman y que no me gusta, pero de pronto me acuerdo de Gore Vidal, de Oscar Wilde, de Capote, de Byron, de Espronceda, de Jean-Pierre Camus (otro Camus, del XVII), de Lope, de algún poeta actual… y prefiero dejarlo correr, no es tan grave si lo que escriben es bueno.

 

Me gustaría que explicaras en pocas palabras cuales son las diferencias esenciales entre las tres corrientes de nueva narrativa literaria en nuestro país que expones en tu libro: La Tardomodernidad…

El 85% de la narrativa que se hace hoy: historias lineales, planteamiento-nudo-desenlace, personajes supuestamente descritos a fondo -ojalá fuera siempre así- historias con vocación cosmovisiva, persecución del sublime estético, que casi nunca se logra.

 

La Posmodernidad…

Una rara avis en nuestra península, algo que sólo unos pocos y muy a última hora han desarrollado a plenitud y en conciencia, digiriendo a los maestros norteamericanos (DeLillo, Pynchon, Gass, Coover), hispanoamericanos (cierto Cortázar) o europeos (Calvino, Klossovski).

 

Y por último, la que denominas como "Pangea".

Una asimilación profunda y convencida de los medios de comunicación de masas, especialmente los digitales, y una naturalidad técnica asombrosa a la hora de incorporarlos a la narración tradicional, rompiéndola desde dentro.

 

¿Cuál de las tres te interesa más como lector?

Si el resultado es bueno, todas. Soy así de egoísta.

 

En mi opinión, los autores que, a priori, me parecen más interesantes son los que clasificas como autores mutantes.

Yo no me decanto, no tengo por qué elegir entre González Sáinz, Rodrigo Fresán y Javier Fernández. Todos para mí, al retortero, soy promiscuo y libre.

 

De los autores y libros sobre los que expresas tu opinión, me ha impresionado mucho la crítica que haces a Doctor Pasavento, de Vila-Matas. Esto viene a colación porque pienso que quizá en tu libro falte una referencia a los autores españoles intocables. Desde mi punto de vista, Vila ha hecho muy buenos libros de ensayo, pero efectivamente creo que en este último se le notan demasiado las costuras... A mí me resultó más de lo mismo.

Caramba, pues a la vista de las consecuencias que tuvo esa reseña y que aún pueden verse en el blog original, creo que está bien claro que Vila-Matas era el intocable por excelencia. Ya no, claro: mi reseña puso el dedo en la llaga, y no te puedes imaginar la cantidad de felicitaciones, públicas y privadas, que he recibido por decir lo que casi todo el mundo pensaba y nadie se atrevía a publicar… Esto es muy significativo: nadie quiere cerrarse las puertas de Anagrama, y cualquiera que conozca algo del entorno de Vila-Matas sabe que atacar su obra (lo que yo he hecho sólo en parte: a la última parte de desaparecientes montanescos que nunca desaparecen, por desgracia) es quedarse fuera de muchas cosas. Yo lo sabía antes de publicar la reseña, y que conste que siempre he anhelado publicar en Anagrama. Ya jamás podré hacerlo. Pero supongo que eso me diferencia de otros críticos: a mí no me preocupa que mi honestidad crítica me cierre puertas como creador. Me abre otras: en la conciencia.

 

Me llama la atención cuando hablas de las nuevas literaturas, el hecho de que el crítico, con frecuencia, carece de los elementos básicos para enjuiciar estos nuevos libros o poemarios.

Bueno, creo que eso está claro, y de hecho transcribo en el libro un significativo ejemplo de confesión en este sentido. Los críticos españoles, sobre todo muchos catedráticos universitarios de cierta edad -no todos, ojo- , tienen una extraña alergia a actualizarse, a reciclar sus conocimientos, y son incapaces de reconocer que la Estilística es absolutamente inoperante, por sí sola, para afrontar realidades textuales que están más allá del hecho verbal. Allá ellos, yo sólo intento hacer mi trabajo.

 

¿No se defiende quizá a veces una visión de la literatura como algo aristocrático?, es decir, la verdadera literatura sólo es apreciable por unos pocos, con un nivel cultural determinado, capaces de decodificar unos textos posmodernos que en un principio se antojan de una enorme complejidad, si se carece de esos referentes.

Hum… si utilizas el modo impersonal, "se defiende", tu crítica se dispersa, se deshace, al perder los referentes. ¿Quién lo defiende? Mi opinión es la que sigue, y me parece obvia: si tú eres mecánico de profesión, disfrutarás de un buen coche mucho más que los otros conductores. Comportamientos de los cambios de marchas, subvirajes, flejes de amortiguación, ruidos acompasados saltarán de modo claro a tus ojos y oídos, y valorarás la tecnología del coche mucho más que cualquiera otra persona, que se limitará a decir: "el coche va bien", o: "no veas cómo anda el coche", y expresiones por el estilo -vamos, lo que yo suelo decir-. ¿Han disfrutado el conductor común y el mecánico del coche? Sí. ¿Lo han hecho del mismo modo? Pues no, hijo, claro que no. Como un gourmet disfruta del vino excelente mucho más que otro bebedor, y un compositor como Beethoven podía escuchar las óperas de Rossini leyendo simplemente las partituras.

Me parece increíble tener que defender a estas alturas cosas tan obvias: la preparación, la cultura, el conocimiento de la tradición literaria y de la teoría de la literatura, no deben ser requisitos necesarios para disfrutar de un libro, pero quien los tenga disfrutará la experiencia el doble que aquel que carezca de ellos. ¿De verdad puede esto negarse convincentemente? La novela posmoderna buena, lo sé por el caso de Fresán, puede entretener a cualquiera. Quienes sepan ver ahí los homenajes ocultos a ciertas referencias, el uso deliberado y gamberro de ciertas técnicas narrativas, tendrán una gama más completa de placeres, eso es todo.

 

En el libro incluyes un decálogo sobre como debería el crítico abordar su labor hoy en día (realizado a partir de comentarios de visitantes de tu blog)… ¿Qué aspectos del mismo te parece más importante, más fundamental?

El de leerse el libro reseñado. No es coña.

 

Bueno, pues esto es todo, Vicente Luis, ¿Te gustaría añadir algo más?

Muchas gracias por la entrevista, Joseph, me lo he pasado muy bien respondiendo. Añadiría una frase de Beckett en Molloy: "Divino análisis: cómo nos ayudas a conocernos a nosotros mismos y (…) a nuestros semejantes".

   

ver + Vicente Luis Mora

 

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