Anika entre libros

Entrevista a Juan Ramón Biedma por "El humo en la botella" y "El espejo del monstruo"

"Si tuviera que decidirme por un leit motiv, te hablaría de la tendencia de siempre de las personas a salvarse o a destruirse según una lógica que todavía no hemos llegado a comprender"

Firma y foto de cabecera: Anika Lillo / Resto fotos: autor / Agosto 2010

 

Juan Ramón Biedma fue galardonado con el Premio Especial del Director en la última edición de la Semana Negra de Gijón por "El humo en la Elhumoenlabotella -portadabotella" (Salto de Página, 2010). Paco Ignacio Taibo II concede estos premios de forma personal a los autores que más le han impactado en el último año, y describe su obra como "una nueva narrativa transgenérica que toca el policiaco, el terror, la fantasía y la aventura".

Hablamos con Juan Ramón Biedma, autor de la trilogía que se compone de "El espejo del monstruo" (Ediciones B), "El efecto Transilvania" (premio Novelpol y premio Hammett 2008) y "El humo en la botella", y que se puede leer por separado. Guionista del comic "Riven. La ciudad observatorio" (Ediciones B, con ilustraciones de Sergio Ibáñez), se dio a conocer con "El manuscrito de Dios" (2004) consiguiendo su primer reconocimiento en la Semana Negra de Gijón con una Mención Especial del Jurado. Además ha publicado la intriga histórico-criminal "El imán y la brújula" y ha participado en algunas antologías de relato, entre ellas "La lista negra" (Salto de Página, 2009).

"El humo en la botella" narra la búsqueda del abogado Set Santiago, contratado para localizar a Eme Tobasa, enfermo escapado de un psiquiátrico que hace su propia búsqueda en una Sevilla futurista, gótica, oscura y llena de personajes desquiciados por la locura y sus horribles pasados. La abolición de los psiquiátricos hace que las calles de Sevilla estén llena de enfermos mentales, unos más peligrosos con los demás, y otros consigo mismos, y a través de las páginas de la novela vamos conociendo a sus personajes. Hablamos de ellos en esta entrevista:

 

 

ENTREVISTA

 

La primera pregunta es obvia: ¿hay algún personaje o acto en tu novela que esté sacado de alguna experiencia real que hayas conocido?

Mi primer impulso es responderte que no he conocido a ninguno de ellos y que no me ha pasado nada parecido a lo que allí aparece, pero a decir verdad, no estoy muy seguro; también yo tengo graves dificultades para diferenciar la realidad de la ficción.

 

No sueles hacer distinciones en la novela acerca de qué enfermedades mentales sufren tus protagonistas, pero se ven paranoicos, esquizofrénicos, etc... ¿de qué enfermedades te nutriste para conseguir sus biografías?, ¿qué te aportaban al personaje?

Bueno, he pasado mucho tiempo charlando con profesionales para delimitar la enfermedad de mis personajes, hasta llegar al punto que quería: el de tratarlos como personas, muy complejas, eso sí, y no como representantes de un muestrario patológico.

De Eme, el protagonista, te puedo decir que está diagnosticado de una esquizofrenia paranoide con predominio de síntomas positivos o productivos, que se caracteriza por la presencia de alucinaciones; el inicio es generalmente brusco o agudo, queda preservado en gran medida el funcionamiento social, no hay un gran deterioro cognitivo, y responde bien al tratamiento con los neurolépticos. También muestro Biedma2diversas neurosis en otros personajes, la evidente paranoia de Mengele, la psicopatía de libro de Austria...

Como señalas, además de que me acerco a la enfermedad desde un punto de vista literario y no clínico, ya que evidentemente ni soy médico ni quiero parecerlo, en mi novela procuro trascender del marco de la sintomatología para presentar a los protagonistas sin prejuicio alguno.

 

Me gustaría que hiciésemos un repaso a tus personajes, a sus conductas... Eme Tobasa parece un enfermo bastante controlado... por cierto, con él vemos la herencia de la enfermedad ¿no?

Eme, es evidentemente, al que más tiempo acompañamos durante la novela y al que mejor conocemos. En la pregunta anterior te hablaba de su diagnóstico pero me parece más interesente ver su idiosincrasia personal.

Para entenderlo hay que tener en cuenta que lleva enfermo desde los catorce años y que conoce perfectamente su enfermedad, sus recaídas, los mecanismos que las provocan. Si a esto unimos que no es un caso especialmente crítico, podemos aceptar que, como tantos otros enfermos psiquiátricos, sea capaz de llevar una vida perfectamente articulada, orden al que muchas veces ha renunciado por una tendencia a la inadaptación que poco tiene que ver con su dolencia.

Es cierto que hago referencia al patrón genético de la esquizofrenia, que es un tema muy controvertido; no juego a favor ni en contra, pero me sirvo de esa idea por que está demostrado que se da en multitud de casos.

Eme es el hilo conductor de la novela, un tipo muy inteligente que emprende una investigación en el mundo real, no fruto de sus delirios. "El humo en la botella" no padece, como la mayoría de las obras de ficción centradas en universos de locura, del que llamo Síndrome de El resplandor: complicadas entramados que se resuelven en última instancia desvelando que transcurrían en el interior de la mente del personaje.

 

Peña, uno de los pilares de esta novela, que dice "todo el mundo piensa que perdí el juicio hace ya muchos años"... a veces da la impresión de que es distinta de los demás...

Peña fue una especie de niña prodigio explotada por su padre que además abusaba sexualmente de ella; esquema que no ha dejado de reproducirse una y otra vez en su vida, sin que ni el sistema sanitario ni nadie haya conseguido ayudarla jamás. Lo extraño sería que no estuviera tan tocada. Y sin embargo, no es una víctima, sigue luchando por salir de su pozo personal, creo que por eso me mola tanto.

 

Ana Mengele, de la que por cierto nos podrías contar por qué el apodo...

Esta chica también ha tenido, como los demás, una vida muy difícil -tengamos en cuenta que se han conocido en centros de asistencia mental, sería estúpido pretender lo contrario-; pero en su caso, la frustración se ha traducido en una enorme furia hacia todos que amenaza con acabar con ella misma.

Lo de hacerse llamar Mengele es una broma personal, del personaje y del autor. Ana se dedica a proclamar su admiración por el carnicero nazi Biedma1como una forma de sarcástica trasgresión; si alguien no es capaz de ver lo que hay detrás de eso, allá él.

 

Austria, la psicópata de quince años que ya aparecía en tu anterior libro...

Austria, que efectivamente ya aparecía en "El espejo del monstruo", es el caso más difícil porque, que sepamos, hoy por hoy no hay ningún remedio para la psicopatía. Esta niña se mueve por el mundo con un feroz aburrimiento, una total indiferencia hacia el resto del género humano y una falta absoluta de esperanza, así que poco más podemos hacer más que verla pasar.

He dicho una total indiferencia hacia el resto del género humano, pero quizás, quizás, su padre sea una excepción... Y esto la hace todavía más peligrosa.

 

Joaquín Anube parece un personaje decidido a hacer demasiadas cosas a la vez, a tener muchos planes... y eso incluye el más difícil, salvar a Óscar de su relación...

Anube es el personaje más socialmente lúcido de todos. Es el que tiene más claro que su enfermedad lo ha relegado a una condición de marginado de la que debe salir. Lo malo es que está dispuesto a hacerlo por cualquier medio. Y para colmo se ha encaprichado de un tipo sumido en una relación sadomasoquista. Mal asunto.

 

Set Santiago es el único al que podríamos llamar cuerdo ¿pero cómo se puede mantener la razón a raya con Austria?

No se puede. O al menos yo no he sabido cómo mostrarle la salida. A pesar de su más que ambigua moralidad, sigue teniendo un lazo de responsabilidad con su hija, y eso tiene muy mal arreglo. Tendremos que seguir dejándoles aparecer en otras novelas para ver cómo termina todo eso.

Santiago es un abogado que está en las últimas, que sólo tiene margen para sobrevivir. Y eso me proporciona un personaje con el que me siento muy cómodo: un verdadero antihéroe; los investigadores fracasados tradicionales son viejas damas de la caridad si los comparamos con él.

 

Uno de tus personajes es un enfermo mental encerrado que publica un blog en Internet ¿cuál es su función?

Este blog, que aparece recurrentemente a lo largo de la novela, me permite introducir la válvula de escape del sentido del humor frente a tanta tensión, colar a uno de los personajes más románticos que yo haya escrito nunca y al mismo tiempo autoironizar sobre la enfermedad, lo cual siempre es terapéutico.

 

"El humo en la botella" esconde una maquinación propagandística donde la Iglesia tiene mucho que ver con la psiquiatría ¿es esta Biedma3intriga el leit motiv de la novela?

La novela tiene varios motores, creo que es preferible no decidir cuál es el que la mueve con mayor potencia, pero si tuviera que decidirme por uno de ellos, te hablaría de la tendencia de siempre de las personas a salvarse o a destruirse según una lógica que todavía no hemos llegado a comprender.

 

¿Hay algo de crítica hacia la Iglesia? A veces volvían a mi memoria esas épocas en que la Iglesia tenía poder casi absoluto, sus maquinaciones, y me resultaba espeluznante...

No concibo otra manera de tratar el tema de la Iglesia que el de mostrarla como la gran conspiración -amancebada con cualquier forma de poder- que ha sido a lo largo de la historia y que se esfuerza, últimamente con cierta torpeza, por seguir siendo.

 

En la novela haces algunos guiños reconocibles a tu novela "El espejo del monstruo" ¿hay más guiños?

No suelo hacer demasiadas referencias a otras novelas mías, ya que me preocupo mucho de que sean historias autoconclusivas. Lo que sí hay son cameos de colegas, como es el caso del subcapítulo que dedico a mi amiga Mercedes Castro.

 

Pasemos a la esencia ahora: pacto de automutilación de jóvenes que se conocen a través de Internet. Tu novela no es una crítica pero sí pueden extraerse reflexiones ¿podríamos hablar de los peligros de internet?

Desde luego que no, cada vez que escucho algo parecido me parece el colmo del absurdo: creo firmemente en que cualquier fuerza autodestructiva de la que tengamos noticia en la actualidad ha estado siempre en nuestro interior. Me parece muy superficial acusar a internet, que al fin y al cabo no es más que un medio de comunicación.

 

En la novela aparecen los poderes sobrenaturales ¿Es más fácil creer que alguien está loco a creer que pueda tener un don clarividente o sanador?

Llevas toda la razón, la locura ha sido tradicionalmente un gran cajón de sastre al que se ha recurrido para incluir toda clase de conductas amenazadoras, desde el desacato a la religión a posibles aptitudes paranormales, pasando por conductas mucho más cotidianas como las de los hombres que encerraban a mujeres más inteligentes que ellos y con una peligrosa tendencia a la insubordinación.

 

Repasemos la insinuación que hace uno de ellos: "yo también he llegado a pensar que muchas formas de lo que conocemos como trastornos, las voces, visiones, ciertas interpretaciones de la realidad... son atisbos de manifestaciones de poderes extrasensoriales limitados por un cerebro insuficientemente desarrollado en pleno proceso evolutivo". ¿Piensas que esto es posible o no te mojas?

Creo a ciegas en cualquier fenómeno ultranatural, mientras más inexplicable e irracional, esto es, mientras más literario, mejor.

 

Es curioso lo que cuentas de la sanación: aquel que se cura no acaba como se espera ¿es el destino? ¿Está escrito?

Tengo una cierta predisposición a visualizar el destino como una ruta inmutable que difícilmente podemos alterar; de ahí mi profunda admiración por todo el que lo intenta.

Elespejodelmonstruo -portada 

De entre todas las situaciones las que más me han estremecido son aquellas de personajes que no estaban predispuestos a la locura, pero que con tratamientos psiquiátricos -por ejemplo- acaban consiguiendo al loco perfecto (el caso de Anube) ¿has conocido casos?

He conocido o me han comentado un buen número de casos y coincido plenamente contigo en que resulta escalofriante comprobar como somos títeres pasivos de la evolución de la ciencia médica y de los errores que profesionales, no siempre tan centrados en su trabajo como se requiere, operan sobre nosotros.

 

Las otras, la mayoría, ¿se tratan de personas con la enfermedad latente y que algo que hace clic en su cerebro las lleva directamente a la locura? ¿Quizás una experiencia traumática?

Una experiencia traumática o un traumatismo físico propiamente dicho, o el abuso de determinadas sustancias, o la predeterminación hereditaria o cualquiera sabe. Por más que leo al respecto, tengo la impresión de que la psiquiatría es una ciencia que sólo ha conseguido catalogar algunos síntomas y crear un sinnúmero de fármacos para aplastarlos, poco más.

 

En el repaso a enfermos mentales no has despreciado la oportunidad de acercarnos a una pareja sadomasoquista (dos hombres). Me queda la impresión de que ellos no encajan con el resto, más reinsertados en la sociedad...

Y lo hago premeditadamente, ya que no considero en absoluto el sado ni ninguna otra de las llamadas parafilias como un comportamiento patológico ni nada parecido. Otra cosa es que, por conveniencias de mi novela, esta situación en concreto haya derivado en un escenario realmente demoledor.

 

En la novela también se aprecian distintas formas de amar: Ygor y Ana, Eme/Peña y Lamberto, Austria y Klaus... pero ninguna corriente ¿debemos entenderlas igualmente como amor aunque estén desquiciados, se rechacen o adopten papeles de sumisión?

Rotundamente sí. Es más, si nos ponemos a profundizar en ellas, ¿crees que nos sería fácil encontrar relaciones de las llamadas corrientes? La atracción entre dos personas puede nutrirse de elementos complejos, incoherentes, enriquecedores y aniquiladores; en estas cuestiones me gusta pensar que lo anormal es perfectamente normal.

 

Acabemos con una reflexión de Eme ¿lo peor con el paso del tiempo, cuando ya estás reinsertado, incluso sin tener un solo problema y seguir la medicación es que el sistema no está dispuesto a olvidar si has hecho algo y que la sociedad te marca para siempre?

Lo más jodido es el estigma, en ello coinciden la gran mayoría de los enfermos o ex enfermos psiquiátricos con los que he conversado. Eso que queda y que bloquea a estas personas cuando ya no debería quedar nada. Mostrar la lucha contra la labor de estigmatización de la sociedad ha sido en todo momento uno de los fines que he perseguido con este libro.

 

Biedma -opiniones

 

Muchísimas gracias por "El humo en la botella" porque ha sido de intensidad diez, y eso se tiene que agradecer. Gracias también por tan interesante entrevista, Juan Ramón.

Gracias a ti por ayudarme a revelar filamentos de mi novela de los que ni siquiera yo tenía constancia. Cuando quieras, repetimos.

 

ver + Juan Ramón Biedma

 

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