Anika entre libros

Entrevista a Jerónimo Tristante por Nunca es tarde

"Pertenezco a una generación de narradores que creció ya en una sociedad tecnológica y muy audiovisual y eso ha de notarse en mi forma de escribir. Además, soy un seriófilo empedernido"

 

Aprovechamos la publicación de "Nunca es tarde", Premio de Novela Ateneo de Sevilla, para entrevistar al autor, Jerónimo Tristante. Es la introducción del autor en el domestic noir: El Valle es un pequeño pueblo del Pirineo de Huesca donde la tranquilidad se está viendo quebrantada por la extraña desaparición de una serie de niñas, junto con una serie de hechos extraños. Allí vive Isabel Amat, una ama de casa aficionada a la lectura de novelas policíacas que, en plena crisis de los cuarenta, con los hijos ya fuera del nido y viendo cómo su matrimonio hace aguas, decide elaborar un álbum con fotos y noticias de la historia de su familia en El Valle. Mientras realiza la investigación para su álbum familiar, Isabel descubre coincidencias entre las desapariciones que están sucediendo con otras ocurridas en el pueblo hace tiempo, en los años 70, y se ve impulsada a hacer indagaciones al respecto sobre ello, metiéndose en una aventura que le llevará a conocer a Enar Olson, un criminólogo y escritor Danés retirado que vive en las afueras del pueblo.

 

No me siento la cara. La nieve hasta las pantorrillas, la elevada pendiente del terreno y el viento gélido de la montaña se están encargando de que el rato que llevo fuera del coche, subiendo hasta la cresta, sea cualquier cosa menos un agradable paseo por la naturaleza.

"Podemos quedar en una cafetería", le dije. "O en un restaurante", le dije. "O donde quieras, con tal de que sea fácil y cómodo llegar", le dije también…

Él me contestó que había pensado el sitio perfecto para la entrevista, que me gustaría mucho, que lo íbamos a pasar genial y que comeríamos de lo lindo. Y me mandó las coordenadas para el GPS.

El muy … El muy "eso"…

Jero -nuncaestarde

Novecientos treinta y dos kilómetros por carreteras más o menos normales, más otros veintitantos por pistas de montaña con el precipicio aquí, al lado. Y ahora he tenido que dejar el coche allí abajo para hacer el último tramo a pie. Trescientos metros de cuesta nevada y frío cortante que voy subiendo, como puedo, jadeando, con los pulmones congelados…

A medida que subo, sorteando algún que otro arbusto nevado, se van elevando en el horizonte los picos de unas montañas imponentes, como en los dibujos animados de Heidi.

Es la Cresta del Sas, en el Pirineo de Huesca. Allí me ha citado el bueno de Jerónimo Tristante para contestar a mis preguntas, que no sé si podré hacerle, porque dudo que me quede aliento para hablar cuando llegue a destino, si es que llego, porque me veo irremisiblemente perdido en la montaña, agitando un trapo rojo para que me localicen desde un helicóptero de salvamento o esperando la llegada de un perro enorme con barrilito de coñac al pescuezo.

Por fin, tras el que creo que es el último esfuerzo, le encuentro. Está de espaldas a mi, contemplando el espectáculo que se ofrece a la vista allá a lo lejos en una mezcla de roca, nieve y verde. Su silueta es tan imponente como las montañas sobre las que se recorta. Se da la vuelta, sonríe, levanta los brazos y se me acerca a zancadas.

Tristante es un tipo alto, un tipo de ojos claros como el cielo que hay sobre la Cresta del Sas, un tipo de ánimo afable, y un tipo cojonudo. Su voz me reconforta…

-          ¡Qué ganas tenía de verte, mariquita! -me dice, como si nada- ¡Venga ahí un abrazo!

Intento contestarle con alguna broma de las nuestras, pero no me queda aliento para hablar, así que, durante un rato, él es el único que dice cosas, sin parar de meterse conmigo, con mi deplorable estado físico, con mi alergia al ejercicio...

-          Ven, vamos a entrar en el refugio, -por fin normaliza su discurso- la chimenea está encendida y el café está listo.

-          ¿Está cerca? - Con la mirada le suplico que sí, que lo esté.

-          A un tiro de piedra…

NuncaestardeNunca imaginé que Tristante pudiera tirar una piedra tan lejos…

Ya sentados ante el fuego, y después de un rato recordando viejos tiempos, entramos en materia y empezamos a hablar de su última novela: "Nunca es tarde".

 

Y dime, Jerónimo: ¿Cómo es que has cambiado de marco literario tan drásticamente? Has pasado de contarnos las andanzas de Victor Ros, un detective decimonónico al más puro estilo Holmesiano a traernos a El Valle, un pueblo del Pirineo de Huesca, sumergiéndonos en las aventuras de una ama de casa y un escritor retirado que investigan crímenes actuales. Eso es mucho cambio. ¿No?

Bueno, es una idea que tenía en mente desde hace muchos años y que, de hecho, comencé a escribir en forma de guión. -Tristante sonríe mientras habla. Se le ve feliz y satisfecho- Hace un par de veranos me vi con tiempo libre para hacerlo y ahí que me lancé a disfrutar como un enano escribiendo algo que me apetecía mucho y recuperando la ilusión de los primeros días cuando pasaba los veranos escribiendo porque me gustaba y punto, sin más pretensiones.

 

¿Hay mucha diferencia entre escribir un tipo y otro de novela?

Sí, la verdad que sí. Cuando hay ambientación histórica puedes pasar más de un año recogiendo documentación, eso antes incluso de empezar a escribir. Luego, es más relajado, porque escribes sin esa tensión adicional que supone tener que estar comprobando hasta la última fecha, el último dato histórico.

    

El interior del refugio es digno de ver, todo de madera, menos la chimenea, que es de hierro fundido. La leña cruje mientras arde, y el olor de la candela se funde con el del café que me ha preparado el escritor, mientras la luz que entra por los cristales deja ver cómo las partículas que flotan en el ambiente se mueven mecidas por las corrientes de calor que fluyen por la habitación. Es imposible no recordar los distintos pasajes de "Nunca es tarde" que transcurren en la cabaña donde vive Enar, uno de los protagonistas de la novela.

 

Esta obra ha sido galardonada, merecidamente, con el Premio de Novela Ateneo de Sevilla, un certamen importante dentro del panorama literario español. Debe ser enormemente enorgullecedor el recibir ese premio…

Pues sí -No puede disimular su cara de satisfacción-, me hizo mucha ilusión porque nunca me había presentado a un premio y no había ganado nunca uno. Me estrené con el Ateneo, un premio de muchísimo prestigio y otorgado por una institución que es un referente en la defensa de la cultura desde hace más de un siglo.

 

A lo largo de la novela, hay capítulos que aparecen dedicados al personaje secundario sobre el que tratan, hasta el punto de tomar su nombre como título. ¿Consideras que es una obra coral? ¿Te ha resultado complicado entrelazar todas las tramas y subtramas que nos ofreces? ¿Qué ha sido lo más trabajoso a la hora de escribirla?

Es un tanto coral, sí. Hay que tener en cuenta que en este Twin Peaks particular que es el Valle, los habitantes del mismo aparecen jalonados de historias y vivencias del pasado. También hacemos referencia a unos crímenes de hace cuarenta años, lo que nos lleva a bucear en el pasado y en historias de personas que ya no están. Es una novela rica en ese aspecto, quizá me daba miedo saber transmitir lo importante que eran esos hechos del pasado para entender los crímenes de hoy, pero creo que al final quedó bien resuelto.

 

¿Y la ambientación? Supongo que tu faceta de biólogo y amante de la naturaleza ha influido mucho en el que esta historia transcurra en pleno Pirineo, con unos personajes que se pasan media novela en la nieve…

Sí, yo iba mucho por el Pirineo a hacer senderismo y son paisajes que, siendo del sur, me seducen mucho, así que fue muy divertido meterme en esa atmósfera que para mí resulta muy exótica.

 

Justo cuando yo ya me encuentro más relajado, disfrutando del ambiente rústico de la cabaña, a Tristante se le ocurre Jero3que sería buena idea salir al exterior a dar un paseo y enseñarme todos esos parajes que pensó para la novela.

El frío vuelve a cortarme la cara, y la nieve vuelve a llegarme a las pantorrillas, pero el hecho de que Jerónimo esté allí también, contándome cómo ideó "Nunca es tarde" hace que el esfuerzo sea más llevadero. Caminamos juntos a todo lo largo de la cresta, disfrutando a ambos lados de unas vistas sin igual, con el pueblo de El Valle allá abajo, entre el Sas y las montañas de Heidi…

 

Jerónimo, tu estilo siempre ha sido muy visual, pero a veces me ha parecido ver directamente en "Nunca es tarde" el germen de una película o de una serie de TV. ¿La escribiste con esa idea? ¿Repetirías la experiencia vivida con Victor Ros en su salto a la pantalla?

No, no la escribí con esa idea pero es cierto que de "Nunca es tarde" saldría una serie a ocho capítulos excelente. -Tristante se para un momento, como para enfatizar su respuesta, mientras yo, que me veo obligado a hacer lo mismo, siento cómo se me congelan las piernas aún más si es posible. Menos mal que pronto reinicia la marcha-. Ten en cuenta que pertenezco a una generación de narradores que creció ya en una sociedad tecnológica y muy audiovisual y eso ha de notarse en mi forma de escribir. Además, soy un seriófilo empedernido.

 

¿Todo es ficticio en tus obras? -sigue sonriendo mientras le pregunto, mirándome con ojos transparentes- ¿Qué hay de verdad, qué hay de mentira y qué hay de Jerónimo Tristante en ellas? Pero mientras contestas, no te pares más, por Dios…

Siempre tuve mucha imaginación, casi todo es producto de mi mente calenturienta a lo que sumo algunas cosas que observo en la vida pero sin centrarme en una sola persona. Hay mucho de mí en mis libros, tanto en los comportamientos heroicos como en los más malvados, yo estoy en todos mis personajes porque surgen de mi cabeza, claro.

 

Por lo que conozco de ti, eres un escritor que está muy en contacto con sus lectores, de manera constante. ¿Cuál es la Jero2respuesta, el feedback que recibes de ellos? ¿Has notado diferencia entre su reacción a tus anteriores novelas y a esta última?

Pues muy buena sensación, la gente me habla de la novela con un denominador común: me dicen que se la han ventilado en apenas dos días. Eso me anima mucho, de hecho ya hemos agotado la primera edición y estamos a punto de sacar a la calle la segunda.
 

¿Y qué planes tienes para el futuro? ¿En qué andas metido ahora? Si es que puede saberse, claro…

Este verano estuve trabajando en una novela que se llama "Secretos" y que también está ambientada en la época actual, aunque la dejé parada al comenzar el curso ya que me centro en mis clases entre Septiembre y Junio.

 

Y una última pregunta que estoy deseando hacerte desde que empecé a leer el libro… Jerónimo: ¿Nunca es tarde?

Por supuesto, Isabel Amat, se reencuentra, se reinventa en esta novela investigando unos crímenes. Eso le permite renacer de sus cenizas, como me ocurrió a mí escribiendo esta novela que me ayudó a reilusionarme escribiendo y a superar un mal momento personal volcado en ella. Luego, sólo me ha dado satisfacciones. Nunca es tarde.

 

La luz empieza a decaer, y las nevadas cumbres que tenemos enfrente van adquiriendo un leve tono anaranjado. El paisaje de Heidi se convierte pronto en la cabecera de cualquier película de la Paramount. Sólo faltan las girando alrededor de la montaña para que parezca que estamos en un autocine.

Tristante se apiada de un servidor y apresura el paso en nuestro regreso a la cabaña, donde le he prometido que le prepararé un guiso de papas con choco y unas tortillitas de camarones, con los avíos que he llevado en la mochila. El vino también corre por mi cuenta, un fino de Moriles que envía desde tierras cordobesas una de las más incondicionales seguidoras de Tristante y a la que Jerónimo brinda emotivas dedicatorias cada vez que saca libro.

Por cierto, acabo de acordarme de que las botellas están en el maletero del coche. Fresquitas, pero a un tiro de piedra…

 

+ Jerónimo Tristante

 

 

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