Anika entre libros

Entrevista a Javier Arias Artacho por "Eitana, la esclava judía"

"Yo hago literatura, una literatura bien cuidada y tramada que intenta ser ambientada lo mejor posible. Huyo del enciclopedismo y de esas páginas recargadas"

Firma: Aída Albiar / Fotos: Autor / Junio 2011

 

Javier Arias Artacho ha hecho un excelente trabajo con su última novela, "Eitana, la esclava judía", presentándonos a la Roma de Nerón tras los ojos de Eitana. Catalán de nacimiento, Argentino durante muchos años, regresó a España hace quince años. Es licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Ciencias Religiosas. Tiene publicadas cuatro novelas más: Las lecciones del mar, Argentina, un sueño extinguido, La sombra de Masada y Náufragos.

Actualmente reside en Valencia, da clases de Secundaria y Bachillerato y también en la Universidad Católica de San Vicente Mártir. Está casado y tiene tres hijas. Hablamos con él de su último libro.

 

ENTREVISTA

 

¿Cómo podrías resumirnos la novela brevemente sin desvelar nada de la trama?

Eitana es una niña de trece años que es esclavizada en Betsaida, en la Galilea del año 54, durante el Imperio de Claudio. En aquel entonces, para ella Roma era un lugar demasiado lejano y terrible, y por supuesto eitana-portadano podía imaginar que era su destino, ni todo lo que habría de sufrir, ni las humillaciones a las que la sometería un juez sin escrúpulos que se convertiría en su amo. De hecho, si se lo hubiese imaginado, probablemente hubiese querido morir desde el principio. Sin embargo, la joven judía no había podido elegir su destino, como ninguno de nosotros, aunque sí superarlo. Así, con garra e inteligencia, conseguirá sobrevivir y luchar por su vida hasta convertirse en una de las más hábiles amanuenses de la Roma neroniana. En la trastienda de una librería del barrio de la Suburra, la muchacha aprenderá a cicatrizar los recuerdos de sometimiento, pero no podrá superarlos hasta que aprenda a ser libre.

 

¿Qué tiene que ver la libertad con esta historia?

Bueno, yo diría que el tema principal de la novela es la libertad. No debemos olvidar que junto a la historia de la protagonista surgen muchos otros personajes que enriquecen la novela y abren pequeñas historias a modo de cajas chinas. Sin embargo, el eje central, es la vida de Eitana y su búsqueda de la libertad. Al principio, ella pensará que la verdadera libertad es aquella que la desencadenaría de la domus donde vivía, pero con el tiempo comprenderá que la verdadera libertad nace desde el interior, y esa libertad siempre depende de uno mismo.

 

¿De dónde te vino la inspiración para este libro? ¿Cuál fue la chispa que creó a Eitana?

Bueno, en realidad la situación editorial actual tan difícil agudizó mi imaginación. Es decir, ahora mismo los editores tienen mucho cuidado con lo que editan y se publica mucho menos que antes. Por tanto, no puedes salir al mercado con cualquier cosa, y aún menos ser editado por una de las editoriales más importante del país. La historia de una esclava se me ocurrió porque soy un apasionado del mundo antiguo, pero sobre todo, del mundo grecolatino. Soy filólogo, pero he estudiado muy mucho la historia de Roma y de Oriente Medio en el siglo I. Dentro de este mundo romano, me pareció que un personaje así podía ser muy interesante por varios motivos: servía para reflejar los detalles de la sociedad romana - algo siempre interesante para el lector -, me permitía desarrollar personajes sumamente interesantes, como gladiadores, médicos, jueces, artesanos, esclavos…, y a la vez, tratar el tema de la superación personal, el de las agallas por vivir y buscar la libertad de la mano de una mujer, una mujer que había nacido para un destino sin apenas saberlo. Como todos, claro.

 

¿Te documentaste mucho para este libro?

Por supuesto que he tenido que documentarme muy bien, como en mis anteriores novelas. Es imposible de otra manera recrear con verosimilitud y rigor el Imperio Romano del siglo I. No sólo que el lector exige un esfuerzo por parte del escritor en este sentido, sino que mi intención a la hora de escribir es ser didáctico y educar. Sin embargo, evito enfangar el texto de historia, evito entorpecer una lectura ágil y apasionada. Yo hago literatura, una literatura bien cuidada y tramada que intenta ser ambientada lo mejor posible. Huyo del enciclopedismo y de esas páginas recargadas que a veces sólo demuestran que el escritor prefiere un texto expositivo, tipo manual de historia, que un texto narrativo que se nutre de la historia y no se dedica meramente a reproducirla.

 

¿Cuánto tiempo te llevó?

No sabría decirte. Como sabes, yo soy docente y compagino mi tiempo con la literatura. Siempre estoy leyendo y documentándome para que cuando llegue el momento pueda comenzar a narrar una historia. Probablemente estuviese unos seis meses leyendo y estudiando, pero siempre alternando con mis otras actividades. La redacción de la novela me llevó aproximadamente 6 meses más, pero en medio de un verano muy intenso, de muchísimas horas de escritura.

 

¿De dónde nacen tus ganas de escribir? ¿Desde cuándo escribes?

Escribo desde mi adolescencia. Vine a vivir a España cuando tenía 15 años y la nostalgia fue lo que comenzó a incubar en mí ese escritor que llevaba dentro. Yo estaba muy ligado a mi país, a la Argentina, y aquel desarraigo me obligó a sufrir. En aquel momento todavía no existían los correos electrónicos y yo me refugiaba en las cartas a mis familiares y amigos, mientras mataba mi soledad devorando a los escritores latinoamericanos que encontraba en la biblioteca. De alguna manera, javierariasartacho1casi sin quererlo, todas mis novelas acaban evocando aquella añoranza que todavía perdura aunque ya esté casado y con tres niñas.

 

¿Qué género literario prefieres?

No tengo ninguno como preferido. Creo que cualquiera es válido siempre que intente entretener, conmover e interpelar al lector.

 

¿Quién o quiénes son tus escritores favoritos?

Como te decía hace un momento, a mí me enseñaron a escribir los clásicos latinoamericanos. Este acento porteño que tengo tiene un motivo de ser. Así que Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique, Isabel Allende, Ernesto Sábato, Mario Benedetti y muchos otros fueron mi escuela.

 

¿Y tus libros?

Eso es mucho más complicado. ¡Cuántos libros hemos leído que nos han llenado y encantado! ¿Cómo mencionarlos a todos? Sin embargo, creo que puedo nombrar algunos que recuerdo que dejaron huella en mí: Cien años de soledad, La ciudad y los perros, Crimen y castigo, El príncipe idiota, Donde el corazón te lleve, El plan infinito, El médico, Mil soles espléndidos… ¡Es imposible enumerarlos todos! Sólo ansío dejar huella en alguno de mis lectores, como estas obras y otras muchas han dejado en mí.

 

¿Cuál es el momento del libro que más te gusta?

El momento en que no puedes dejarlo.

 

Alejandro Colucci ha diseñado la portada de tu libro, para mí es un genio, un artista. ¿Cómo te quedaste cuando la viste? ¿Interferiste de alguna forma para plasmarla?

La verdad es que es espectacular, desde luego. La gente me felicita y yo considero que es un gancho terrible para el libro. Sin embargo, aunque te sorprenda, cuando la vi me quedé un poco decepcionado. A mi parecer no reflejaba la esencia del libro: una historia de sufrimiento, lucha, superación, pero también de mucha esperanza. Luego fui entendiendo que yo la veía con los ojos del escritor y que los ojos del editor son mucho más inteligentes para vender el libro.

 

¿Crees que el escritor nace o se hace?

Bueno, creo que un poco de ambas cosas. Por una parte, uno debe nacer con determinadas aptitudes. Por ejemplo, como buen "pibe de la Pampa", cuando era chico a mí me encantaba jugar al fútbol, potrear por cualquier campo haciendo pasearse la pelota como si fuese mi mejor amiga. Pero cuando jugaba con mis amigos sufría por mi falta de talento. Aquello lo suplía con la fuerza y las ganas, pero nunca sería suficiente para jugar al fútbol de una manera profesional. Pues en la literatura pasa lo mismo. Tienen que existir ciertos dones, pero a la vez hay que trabajarlos, pulirlos. Evidentemente, en mi caso me ayudó muchísimo mis estudios de filología, el aprendizaje de la lengua, el mimo por las palabras y el estudio de la mejor literatura en castellano. Yo no soy el mismo escritor que comenzó con sus primeros cuentos. Fui aprendiendo a fuerza de horas frente al teclado, pero alentado por una inspiración innata en mí.

 

¿Eres de la opinión que se ha de leer mucho, para escribir?

Sí, desde luego. Aunque no necesariamente un buen lector sea un buen escritor, pero para un escritor no hay mejor aprendizaje que la lectura. Esto es algo que yo les insisto mucho a mis alumnos, pero no siempre cala en ellos. Sin embargo, no sé por qué, yo me acabo quedando con la sensación de que con el tiempo lo descubrirán, que mis palabras serán un peldaño más en esa escalera del conocimiento que ellos se irán forjando. No importa que no vayan a ser escritores, de hecho la mayoría no lo serán, lo importante es que la lectura les abrirá al mundo y, a la vez, les ayudará a crecer.

 

¿De dónde sacas el tiempo para escribir?

Es un milagro. Quizás es porque Dios me ayuda. Tienes que pensar que doy clases en Secundaria, Bachillerato y en la Universidad, aunque mis clases más importantes están en mi casa, junto a mis tres hijas. La verdad es que si no fuera por mi mujer apenas podría hacer nada. Soy muy disciplinado y constante, pero ella me ayuda mucho y sin ella sería imposible.

 

Descartando a Eitana, ¿con qué otro personaje de la trama te quedas? ¿Cuál es tu favorito?

Yo creo que me quedaría con Efren. Es el vivo retrato del ser humano: ni es bueno ni es canalla, y a la vez es bueno y canalla. Efren tiene un gran atractivo para el lector por su pasado… No pienso decir nada con respecto a esto, pero creo que a la vez es tan humano que todos podemos identificarnos con él. Es un personaje redondo, de esos que evolucionan, de esos que cambian, como nosotros a lo largo de la vida.

 

¿Por qué recomendarías a alguien que se leyese Eitana, la esclava judía?

Porque escribo tal como me gusta leer, con una trama de vértigo, con un lenguaje sencillo, pero que intenta hacer literatura, y, sobre todas las cosas, porque conmueve hasta decir basta, buscando no hacer sufrir por sufrir, sino buscando demostrar que la vida es un camino y que en ese camino el dolor no es un impedimento, sino una ayuda para crecer y convencerse de que, sobre todas las cosas, vale la pena vivir.

 

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