Anika entre libros

Entrevista a G. H. Guarch por "Shalom Sefarad. El médico sefardí"

"La libertad es nuestra meta y la esclavitud lo cotidiano. Somos esclavos de nuestros actos, de nuestras palabras y dueños de nuestros pensamientos y de nuestro silencio"

Firma: Pilar Alonso / Fotos: autor / Julio 2008

 

G. H. Guarch es arquitecto y urbanista y reside en Almería. Asiduo colaborador en periódicos y revistas, ha publicado, entre otros: Historia de tres mujeres. Crónica de una guerra, sobre el conflicto de Yugoslavia; El jardín de arena, análisis del conflicto civil y religioso en la Argelia actual; Las puertas del Paraíso, premio de Narrativa Vicente Blasco Ibáñez, 1997, una novela sobre el Egipto de Nasser; El árbol armenio, novela sobre el genocidio armenio, que obtuvo la Medalla de Oro al Mérito Cultural de la R. Armenia, así como el nombramiento de Miembro Honorario de la Academia de Ciencias y Letras Armenia.

Shalom Sefarad es uno de sus últimos trabajos y el autor se prestó amablemente a contestar a esta entrevista.

 

 

ENTREVISTA

 

¿Cómo surgió la idea de escribir sobre la expulsión de los judíos, sobre David Meziel?

No soy judío, ni que yo sepa llevo sangre judía. Aunque una bisabuela de mi abuelo Juan Guarch de la Torre se llamaba Raimunda Guarch Salom. Es decir, esa posible gota de sangre sefardí fue la que me hizo ver que todos podíamos estar implicados en la causa de la expulsión de los Shalomsefarad -portadajudíos sefardíes de España. Me puse a investigar y a leer y decidí escribir sobre ello, como una de las mayores injusticias históricas que se han cometido en Europa.

 

La novela está extraordinariamente bien documentada. ¿Ha resultado una tarea complicada recabar tanta información?

He leído mucho desde muy joven, con apenas doce años leía ya a los clásicos franceses y europeos, porque mi madre era una voraz devoradora de libros. Recuerdo que la colección de revistas se llamaba "Novelas y cuentos", a 30 céntimos el ejemplar. En homenaje a esa transmisión cultural, firmo mis libros con su apellido, ya que mi nombre completo es Gonzalo Hernández Guarch.

Mi padre era oficial de la marina mercante y siempre nos contaba anécdotas de sus viajes por el mundo, lo que me llevó a pensar de una manera "internacional" desde el principio.

Intento hacer las cosas lo mejor posible, y por ello cuando voy a escribir sobre algún tema, me documento en profundidad, incluso viajo a los lugares y si tengo ocasión, hablo con personas expertas sobre el tema.

 

Shalom Sefarad ya ha sido traducida y publicada en hebreo. ¿Qué acogida está teniendo entre la comunidad judía?

Fue publicada por Bambook Publishers y el editor se entusiasmó ante la idea de publicarlo. Creo que la acogida ha sido buena y sobre todo entre la comunidad sefardí de Israel. Tengo muy buena relación con el Presidente, Moshe Shaul, que además dirige la revista cultural judeo española "Aki Yerushalayim". Cuando voy a Israel, me habla en ladino y me escribe algunas cartas en ese antiguo idioma, síntesis del español antiguo salpicado de palabras hebreas.

 

En su novela apunta a algunas de las consecuencias que trajo para España la expulsión tanto de los judíos como de los moriscos. ¿Cómo marcó eso el resto de nuestra historia?

Nos hizo bajar varios escalones a nivel cultural y científico. También nos apartó de los circuitos financieros que comenzaban a moverse en Europa. Si los sefardíes hubieran permanecido en España, ahora tendríamos veinte o veinticinco Premio Nóbel, mucho mayor autoestima a nivel cultural y científico, y probablemente estaríamos entre las primeras naciones del mundo a nivel económico. Al final cada pueblo se busca su destino.

 

Apenas existen diálogos en la novela y sí extensos monólogos, distintas historias que se suceden, dentro de la historia, para ilustrar mejor los hechos. ¿Por qué eligió el autor ese recurso?

Me pareció una manera mucho más directa de aprender sobre lo que ocurrió. La historia está bien hilvanada, y me pareció suficiente para presentar a esos personajes, que en primera persona nos acercan a lo que ocurrió. El libro se lee con avidez y tiene un gran ritmo. Esa forma de escribir la he empleado en varios de mis libros y me parece oportuna.

 

Algunas de las reflexiones del protagonista tienen mucho que ver con la libertad. Pero, al mismo tiempo, la esclavitud de otros está presente en toda la obra y nadie parecía cuestionarla.

En efecto, la libertad es nuestra meta y la esclavitud lo cotidiano. Somos esclavos de nuestros actos, de nuestras palabras y dueños de nuestros pensamientos y de nuestro silencio. En ese momento de la historia muy pocos eran dueños de su propio destino, y eso se demostró con los sefardíes.

 

Resulta sorprendente que nadie se rebelase contra el poder. ¿Fue realmente así? ¿No hubo ningún foco de rebelión, ya fuese entre judíos o entre moriscos?

Sí los hubo y ya en 1391 hubo algunas matanzas de judíos, precisamente por rebelarse contra el poder establecido y no agachar la cabeza. El coste de la libertad se mide muchas veces en la historia por la cantidad de sangre derramada. Gentes nobles como Álvaro de Luna pagaron su ansia de libertad con la cabeza. Hoy en día, de alguna manera sigue siendo igual. Lo importante es conseguir ser un espíritu libre, sean cuales sean las circunstancias que nos aprisionen.

 

Muchos judíos se marcharon antes del decreto de expulsión, tal vez porque sospechaban lo que estaba a punto de ocurrir. ¿Cómo se explica que no fuesen muchos más los que optasen por el exilio voluntario?

Los judíos estaban convencidos de que eran españoles, tanto como los vascos, los catalanes, los andaluces y los gallegos, tan iguales y tan diferentes como todos ellos. Llevaban aquí muchas generaciones y eran fundadores y creadores de una determinada cultura "hispánica" y, por tanto, jamás podían sospechar que algo así iba a ocurrir.

La historia se ha repetido siglos más tarde con los judíos de Alemania, Austria y Polonia. A pesar de los progromos, los judíos nunca creyeron que iban a terminar en Auschwitz, o en Birkenau, o en tantos otros de los centenares de campos de concentración, llevados hasta ello por uno de los pueblos más civilizados y cultos de la historia de la humanidad.

 

Llama la atención la convivencia respetuosa entre judíos y moriscos en aquellos tiempos.

Desde la invasión de los árabes en el 711, los judíos hartos de la dominación visigoda y de sus crueldades, sirvieron de administradores, financieros, médicos y consejeros de los nuevos invasores. La relación anterior a la Declaración Balfour entre árabes y judíos era amistosa, a pesar de que el propio Profeta había terminado con los judíos de la Meca y de Medina para poder implantar la religión islámica.

Hasta la declaración de la independencia del Estado de Israel, centenares de miles de judíos vivían en Irak, Irán, Siria, Arabia, Libia, Túnez, Marruecos, Yemen, etc. Después, prudentemente emigraron a Ghguarch1Israel.

 

¿A qué cree que se debió el drástico cambio de los vecinos, que de repente se giraron contra los judíos con increíble saña?

El pueblo siempre está pendiente de hacia donde sopla el viento. El poder fuerza la sumisión y se aprovecha de la ignorancia. Los libelos contra los judíos propalaban falsas historias en contra de ellos.

Por otra parte, la envidia de gentes diferentes - hay que reconocer que no se integraban en la religión cristiana y, por tanto, eran señalados como distintos, como los otros -, gentes más leídas y escribidas, más cultas, inteligentes porque cultivaban esa inteligencia, que se ayudaban entre sí y que normalmente escalaban con facilidad posiciones sociales, lograron que el odio se extendiera con rapidez.

De nuevo, en Alemania y Austria sucedió lo mismo, y los colegios de médicos, abogados, etc., expulsaron a los de raza judía porque se habían atrevido en muchos casos a destacar y a convertirse en los mejores.

 

¿Por qué sentían los Dominicos un odio tan desaforado y sobrecogedor por los judíos?

Los Dominicos eran los más fundamentalistas de entre las Órdenes existentes. Estaban muy cerca del Poder y en ese momento el Poder y la Iglesia tenían una vinculación muy directa, como ha ocurrido a lo largo de los siglos, prácticamente hasta la Revolución Francesa.

Los Dominicos poseían la ignorancia de los integristas, es decir, una visión unidireccional de los sucesos y de la historia. El poder se lo proporcionaba su estrecha relación con la Inquisición. La envidia, las delaciones y la imposibilidad de unos juicios justos, incluso de defenderse, lograron que ese odio fructificara.

 

¿El exceso de celo de Torquemada tenía que ver con el hecho de que corría sangre judía por sus venas?

Es muy posible. De hecho, los conversos que ocuparon cargos en la Iglesia Católica, se convirtieron en muchos de los casos en los principales enemigos del judaísmo. En ello tenía que ver el complejo de inferioridad moral de haberse vendido.

 

En su novela cuenta que los judíos escondieron muchos de sus textos y reliquias en los cementerios. ¿Pudo recuperarse todo eso más tarde? ¿Aún existe alguno de esos cementerios judíos y, tal vez, antiguos textos por desenterrar?

Las "genizahs" o escondites hebreos siguen existiendo y, por supuesto, que seguirán apareciendo. Se han descubierto muchos y en los museos judíos se exponen muchos objetos y documentos recuperados. Pero también muchos se perderán para siempre al haberse perdido la pista, ya que si no los escondían adecuadamente, corrían el riesgo de que los encontraran y los destruyeran.

En el Museo Judío de Tel-Aviv y en el Arqueológico de Jerusalén se pueden ver verdaderas joyas encontradas en "genizahs".

 

David Meziel es sin duda, y a pesar de las circunstancias, un hombre afortunado. Tiene la suerte de aprender de grandes eruditos judíos y árabes. ¿Era común esa forma de compartir conocimientos entre ambas culturas?

Por supuesto. Como he comentado antes no existía una mala relación y menos aún entre los que pudiéramos considerar sabios o eruditos. Los clásicos griegos llegaron a Europa a través de los árabes, y muchas veces a través de las traducciones que sabios hebreos realizaron, porque en muchos casos eran bilingües y hablaban y escribían con soltura el hebreo y el árabe.

 

Shalom Sefarad es su décimo libro, si no me equivoco. ¿Cómo compagina la escritura con su profesión de arquitecto?

Actualmente estoy escribiendo mi libro número 17, además de un capítulo en una posible publicación de la Fundación Real Dreams, en la que he tenido el honor de escribir el capítulo dedicado a los reflexiones de Ben Gurión en el amanecer del 14 de mayo de 1948, horas antes de la Declaración de Independencia del Estado Judío, que significó la creación del Estado de Israel.

Con muchas dificultades compagino mi amor por la escritura con mi profesión como arquitecto. Pero estoy empeñado en dejar un pequeño legado, una gota de agua en el océano, en una serie de novelas históricas que tienen como base "el hombre en conflicto". Intento realizar una escritura pedagógica y culta, tal vez eso impide su difusión en grandes tiradas, pero no me importa, ya que me siento satisfecho conmigo mismo y estoy convencido que los que los leen entienden el mensaje positivo que en ellas se esconden.

 

¿Para cuándo su próximo trabajo? ¿Puede adelantarnos algo?

Estoy terminando "Sudán", una historia novelada sobre el Sudán de los últimos 50-60 años, mi protagonista llega a Sudán en 1950 y permanece ya ligado a ese país de una u otra manera hasta el fin de sus días. En ese libro se intenta explicar quiénes han sido los actores de la transformación de un paraíso como era el Sudán de mediados del siglo XX, en lo que hoy conocemos como uno de los lugares más conflictivos de la tierra.

Por otra parte, el Islam político accedió al poder por primera vez en Jartum, en la personalidad de Al-Turabi como ideólogo de ese nuevo integrismo islámico-político, que ha asimilado la ideología radical desde Mawdudi, o al-Afghani, Sayyid al Qutb, o Hassan al-Banna, dando un giro radical en la creación de una Constitución Islámica, que está siendo la coartada para la destrucción de los pueblos animistas, y de culturas orales que van a desaparecer en muy pocos años.

 

Si quiere añadir algo más...

Me gustaría que mis libros se difundieran mejor, pero comprendo que para ello es preciso que las grandes editoriales cambiaran de criterio y se dedicaran a la cultura, en lugar de a los temas comerciales de intentar ganar el máximo dinero posible sin mayor interés cultural. Por suerte he dado con Editorial Almuzara y con la persona de Manuel Pimentel y su equipo, que han podido entender perfectamente esta filosofía, porque la comparten íntegramente.

 

Ha sido un placer leer su novela y tener la oportunidad de entrevistarle. Muchas gracias y mucha suerte en el futuro.

Ha sido también para mí un placer contestar a sus preguntas, que me han parecido inteligentes y muy razonadas. Me tiene a su disposición para cualquier colaboración en el futuro. Un cordial saludo.

 

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