Anika entre libros

Entrevista a Francisco Candel sobre el "caso Candel" (Archivo)

"Lo cierto es que el único error que pude haber cometido fue poner los nombres reales de los personajes, de los vecinos del barrio. Si hubiese puesto nombres diferentes, quizá no hubiese pasado tanto. De ese modo la gente se vio reflejada y les molestó"

Firma: Manel Haro / Fotos: web / Octubre 2007

 

ENTREVISTA INÉDITA DE ARCHIVO recuperada para nuestros lectores:

Francisco Candel nació en Casas Altas (Valencia), pero de pequeño se trasladó a un barrio suburbial de Barcelona. Allí gestó su primer gran éxito, Donde la ciudad cambia su nombre. Una novela escrita en 1957 y en la que reflejaba la vida pobre y violenta de sus vecinos. Candel decidió poner los nombres reales y eso le costó varios disgustos, como tener que declarar ante un juez, que prohibieran la venta de la novela, tener que rectificar por radio y lo peor, aguantar la amenaza de sus vecinos, hombres de barrio, que solo creían en aquello de cobrarse la justicia por su mano. La prensa se hizo eco de estos hechos y lo calificaron como "el caso Candel".

Muchos años después, en 2002, le hice una entrevista sobre lo que ocurrió con aquella polémica novela.

 

 

ENTREVISTA

 

¿Por qué se animó a escribir sobre los barrios de la Zona Franca de Barcelona?

Principalmente porque yo vivo aquí; nací en Casas Altas (Valencia), pero siendo muy pequeño me trasladé a Barcelona y viví durante algunos años en las Casas Baratas (Barcelona). Luego vine a la Zona Franca. Mi novela Donde la ciudad cambia su nombre es principalmente sobre las Casas Baratas.

 

¿Cómo diría que ha sido la imagen que ha dado del barrio?

Yo lo que hice es hacer una fotografía del barrio, es decir, puse en mi libro lo que sucedía. Eso teniendo en cuenta que la gente vivía muy junta, las puertas de las casas siempre estaban abiertas a la calle, eran casas pareadas y había mucha vida en la calle. Eso provocaba que, en ocasiones, hubiese conflictos entre los vecinos. Yo simplemente recogí la vida de las Casas Baratas y lo puse en el libro.

 

Muchos vecinos se quejaron de que la imagen que usted dio de ellos era incierta, inventada y muy negativa. ¿Cree usted que se ajusta a la realidad la imagen que ha dado de ellos en su obra?

Cuando se refleja a la gente sus aspectos negativos, es normal que se molesten. Ellos ven que salen mal retratados y protestan porque no les gusta esta manera de describirlos en el libro. Lo cierto es que el único error que pude haber cometido fue poner los nombres reales de los personajes, de los vecinos del barrio. Si hubiese puesto nombres diferentes, quizá no hubiese pasado tanto. De ese modo la gente se vio reflejada y les molestó. Pero eso es normal.

 

¿Por qué escogió el título Donde la ciudad cambia su nombre?

En realidad el título no lo escogí yo, fue el editor. Yo quería que la novela se llamase El dado, porque en esa época estaba de moda Delibes, Cela… y sus dondelaciudadtítulos eran, por ejemplo, La colmena, como símbolo de concentración de gente.

Un dado es una figura de seis caras con facetas diferentes y por esa razón quise llamarlo así, pero cuando hablé con el editor, me dijo que lo primero que debía cambiarse era el título. Se pensó en varios y al final se puso ese, Donde la ciudad cambia su nombre.

La gente tiene una imagen de Barcelona muy positiva, pero muchos no conocen las zonas suburbiales, porque las Casas Baratas es zona suburbial. Aunque ahora se les llama periféricas. Se crea una imagen de Barcelona muy buena hasta que entramos en estas zonas y ahí la Barcelona que todos conocen empieza a perder su nombre, su buen nombre. Debo reconocer que me costó encontrar ese título.

 

¿Se esperaba usted la reacción de sus vecinos?

No, para nada. Yo creí que nadie iba a leerlo, pero resultó que el libro se compró, se leyó y se le criticó, claro.

 

Dice usted que en ¡Dios, la que se armó! que había vecinos especialmente molestos como "el Marcelino". ¿Qué pasó con esta gente? ¿Los recuerda?

Sí que los recuerdo, de hecho al Marcelino, que todavía vive (1), lo veo a veces por la Zona Franca con su bolsa de la compra y dando grandes zancadas. De aquella gente no quedan demasiados con vida (2), por ejemplo "El Perchas" murió. "El Perchas" y el Marcelino eran personas que la justicia se la tomaban por su mano. Si alguien les hacía algo, ellos debían devolverla, no esperaban a nada. Cuando vieron el libro, se molestaron mucho conmigo y formaron una buena. Pero bueno, todo acabó bien, el Marcelino y yo nos hicimos muy amigos. Incluso una vez me dijo que él me daría temas para que yo escribiese libros. Acepté y me trajo un papel en el que ponía "de cómo me fui a vender ajos a Sabadell y me peleé con uno" (risas). Le dije "pero, Marcelino, ¿qué hago yo con esto?". Él me respondió que yo sabía hacerlo y que sacaría de ahí un libro.

(1) Ya no vive, murió el 28 de diciembre de 2006 (era mi abuelo).

(2) Hace pocas semanas murió el último de los personajes de la novela. Ahora solo queda vivo el autor. Paradojas de la vida.

 

Todo un personaje el Marcelino. Parece invención de Dickens.

(Risas) Una anécdota de este hombre fue la siguiente: vino una estudiante alemana a las Casas Baratas para hacer una tesis doctoral sobre el libro, ya que había leído una traducción al alemán. Quiso ver a varios vecinos, entre ellos el Marcelino. Le llamó a la puerta y salió la Rosalía, su mujer. La alemana le dice "quisiera conocer al Marcelino". El Marcelino gritó: "Rosalía, trae la barra de hierro". Cuando la trae, la coge y se la pone entre el puño y el pecho y con la fuerza la dobla. A continuación dice mostrando la barra torcida: "éste es el Marcelino". Era peculiar, sin duda (risas).

 

Sus vecinos, sus personajes, lo llevaron a juicio. ¿Cómo vivió eso?

Primero un vecino del barrio dijo un día que iba a ponerme una querella. La puso pero el juez no le hizo caso. Luego el abogado de Juan de Dios, que es el que en la novela comete el crimen, puso otra querella y a éste sí que le hicieron caso. Aunque tampoco pasó nada del otro mundo.

 

Francisco, no todo fueron malas críticas. Algún crítico dijo que usted era superior a Cela y que en pocos días se vendieron más de 300 ejemplares.

Sí, con ese libro empecé a tener un nombre dentro de la literatura. A partir de ahí, vendía bastante.

 

Una lanza por el Francisco Candel, de Ángel Carmona. ¿Lo recuerda?

Sí, lo recuerdo. Fue un artículo precioso y muy bueno.

 

Un tal García Castañeda le envió una carta de apoyo desde Cuba. ¿Se daba cuenta del alcance que tenía su obra?

Sí, García Castañeda era una persona que vivía en Cuba y que le había sucedido algo similar a lo que me pasó a mí. Pero bueno, él dijo que a mí me habían dado una paliza y no fue así.

 

Manuel de Pedrolo dijo que rara vez podríamos encontrar una historia en que el telón de fondo fuese un barrio suburbial, alabando así a Donde la ciudad cambia su nombre y Últimas tardes con Teresa, de Marsé.

Sí, es que no te encuentras fácilmente con una novela en que se describa un barrio suburbial como la Zona Franca o como el barrio chino. Juan Marsé sí lo hace en este libro que has nombrado. Otros escritores que también se dedican a esto son Vázquez Montalbán (3), Eduardo Mendoza… Son grandes escritores y en libros como Los mares del sur, La ciudad de los prodigios, hacen referencia a esa Barcelona tan poco frecuente.

(3) Murió en Bangkok en 2003.

 

¿Será que es difícil escribir sobre zonas suburbiales?

Escribir no es fácil. Sea sobre una zona suburbial o no. Yo tuve la ventaja de que vivía allí mismo, en las Casas Baratas, pero aun así no fue fácil. Hubo gente que me decía "yo también puedo escribir lo que tú has escrito, lo único que has hecho ha sido poner lo que ves, eso lo hace cualquiera". Yo les animaba a que escribiesen si tan claro lo tenían. Al cabo del tiempo les preguntaba cómo iban sus novelas y me respondían que lo habían dejado debido a su dificultad. Por lo tanto es difícil.

Esta novela que escribí no era una novela típica de planteamiento, nudo y desenlace, sino una simple fotografía de lo que pasaba entonces. Por eso decían que era fácil escribir algo así. Pero se dieron cuenta de que no era así.

 

O sea que ser escritor cuesta…

Sí que cuesta, además lo peor es que es complicadísimo publicar. Siempre puedes presentarte a un premio literario para que alguien se lea la novela, pero incluso eso es complicado, porque la mayoría están amañados. El Planeta es uno de ellos, es el más tramposo de España. Además, las novelas que premia no son demasiado buenas. A Juan Marsé por ejemplo lo premiaron por La muchacha de las bragas de oro, su peor novela. Es cuestión de tener suerte en esto de ser escritor.

 

No me cabe la menor duda. Francisco, última pregunta. ¿Se arrepiente de haber escrito lo que ha escrito sobre las Casas Baratas?

No, lo único que podría haber cambiado son los nombres, en lugar de poner los auténticos, pero por lo demás no me arrepiento de nada.

 

NOTA: Para más información sobre el "caso Candel", puede verse el artículo correspondiente en la sección Artiliteratura.

 

ver + Francisco Candel

 

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