El asesino hipocondríaco

Opinión:

Lo primero que ves de este libro de Juan Jacincto Muñoz Rengel y te llama la atención es, sin duda, la portada. Y la portada es fantástica, un reflejo perfecto del personaje: la calavera que será, el arma que necesita para su trabajo, las pastillas que debe consumir para cada enfermedad, el cerebro que manda impulsos haciendo que todo falle…Y es que Y -así se hace llamar- tiene enfermedades algo conocidas como la depresión o la afasia, pero también otras más espectaculares como hablar una cosa y entender otra. Y a las cosas que más o menos puedes dar por reales, se añaden las que sin duda deben ser ficticias, como el síndrome de Proteus (que hizo famoso a John Merrick, el hombre elefante) que sólo él ve. Pero no son las únicas, claro. Es más, si eres hipocondríaco, al lado del sr. Y e sentirás poca cosa, una mota de polvo. Él tiene todo lo que ni a ti se te ocurriría sufrir. Si temes sufrir leyendo el libro -como me pasó a mí, algo que hizo que alargara en el tiempo la lectura-, olvídalo, es más seguro que te partas de la risa.

Y lo segundo que llama la atención es el título, claro está… "El asesino hipocondríaco". Puede parecer que sea una novela de género negro, no en vano el sr. Y se pasa los días intentando asesinar a alguien porque le han pagado por ese trabajo, pero lo cierto es que es humor. Y del bueno, de ese que recomendarías a cualquiera porque ni es zafio ni chabacano, más bien es humor sano, divertido, capaz de arrancarte alguna carcajada en un momento dado. De hecho hay alguna escena desternillante.

Además tenemos otro aliciente, el de las biografías que salpican la novela… Y, que necesita sentirse integrado en el mundo, decide crear mentalmente un club de enfermos como él pero formada sólo por personas excepcionales. En fin… escoge especialmente escritores, filósofos…, gente sensible como él. Y con estas incursiones en biografías reales conocemos aspectos sorprendentes de algunos personajes como Descartes, Voltaire, Kant o Byron entre otros.

"El asesino hipocondríaco" no tiene desperdicio. Es un gustazo de libro. Me lo imagino, además, como un gran regalo a alguien querido, porque le va a arrancar sonrisas y le va a alegrar el día. 

Anika Lillo