Contar ovejas

Opinión:

En la última década, la literatura de vuelta a la naturaleza y canto de las ventajas de una vida rural conoce una auténtica edad dorada. El ecologismo ha encontrado una nueva vía en el mercado editorial, añadiéndose a los libros que denuncian el deterioro de nuestro planeta títulos inspiradores y de mucha calidad que promueven las ventajas para cuerpo y espíritu de una experiencia de contacto lo más real posible con la naturaleza. Así hemos disfrutado "Dalva", de Jim Harrison, el notable "El libro de la madera. Una vida en los bosques", de Lars Mytting o "Las ocho montañas", de Paolo Cognetti, por nombrar solamente algunos de una larga lista de publicaciones exitosas sobre nuestra vuelta a la naturaleza.

Sin embargo, confieso una notable decepción en la lectura del libro de Axel Lindén, probablemente debida a que antes de emprender su lectura había formado en mi cabeza una idea muy distinta de lo que finalmente se encuentra entre sus páginas.

Leyendo la contraportada y los textos promocionales, mi deseo era encontrar un texto de riqueza filosófica y hondura naturalista-ecologista como los aludidos, una experiencia en primera persona de contacto con el medio del que se pudieran extraer conclusiones vitales. Sin embargo lo que se encuentra en "Contar ovejas" son textos de vuelo muy corto, poco más que un diario de hechos en la granja, observaciones acerca del trabajo realizado y algún apunte, normalmente de poca sustancia, sobre la impresión que la experiencia le causa.

El mayor problema del libro es que es absolutamente literal. Con ello quiero decir que, capítulo a capítulo, ante nuestros ojos no hay más que apuntes prácticos de qué se ha hecho en la granja y qué no: si se ha instalado una valla, si las ovejas se encontraban de tal o cual forma, si se ha aprendido algo más del campo. Pero en un libro en el que, uno supone, la reflexión y el pensamiento debe ser lo esencial, cuesta encontrar momentos en los que ese discurso más allá de lo evidente se desarrolle con plenitud o que, cuando lo haga, alcance verdadera hondura.

Asistimos al pasto que brota, a la descripción del clima y su repercusión en el paisaje, pero conseguimos muy pocas ideas de ello. Solamente queda considerar que en la idea motora del libro había un buen material, que quizá el escritor no supo dotar del desarrollo y expansión suficientes.

Rafael Ruiz Pleguezuelos