Como caminos en la niebla. Los impetuosos días de Otto Gross

Opinión:

Desde el punto de vista de alguien humilde y con el máximo respeto posible, la novela ha fracasado en entretener y en mantener un interés a lo largo de sus más de doscientas páginas. El tema es bueno, la información recopilada es más que interesante. De hecho, es inspirador. Al fin y al cabo, Otto Gross, para quien lo desconozca, es una figura fascinante, por su carácter irrevocable, fantasioso, irascible, irremplazable. Alguien de la contracultura. Alguien que, por ser diferente, puede aparecer como referencia de muchos seres humanos que se sienten incomprendidos. O como referencia de vida. Pero la forma en cómo está contado no acaba de convencer. 

El enfoque no parece ser el apropiado para cautivar y enganchar. Estructurado de una forma desordenada, sin capítulos, sólo con párrafos aparte, el narrador, Llerandi, viaja a Alemania, donde apila información sobre Otto, y conoce a una de sus supuestas nietas, Lise. Se imagina dentro de su cabeza las diferentes escenas de las películas que pretende rodar. Ese imaginario es algo caótico, si bien la línea del tiempo narrativo se desarrolla de forma bastante seguida, sin muchos saltos temporales o constantes flashbacks o flashforwards.

Además, la perspectiva se enmarca a tanta distancia, que el cuadro que uno contempla se presenta lejano, poco personal, poco vívido. Quizá éste es el problema principal: que uno no lo acabe de vivir. Tanto la historia de Otto Gross como de Renata, una amante de él en sus tiempo de la Montè Verità -  centro en una colina que sirvió como reunión de diversas personalidad de profesiones diferentes pero con la relación común de practicar técnicas poco ortodoxas (con escenas de lesbianismo, por ejemplo) - tanto una historia como otra, decíamos, son apasionantes y dignas de ser contadas pero están narradas de una forma poco pasional y cercana.

Hubiera sido una historia mucho mejor si se hubiese tratado de una crónica o de una biografía en vez de una novela. Para esto último, le falta. Aunque ya se sabe: Sobre gustos no hay nada escrito.

Cristià Serrano