Sugiero leer "El nadador" de John Cheever

John Cheever nació en Quincy, Massachusetts, en 1912 y falleció en 1982, no sin antes recibir el reconocimiento universal de su obra, incluso en la ex Unión Soviética donde fue considerado un escritor crítico e implacable del "American way of life". Soberbio expositor y representante genuino de la tradición novelística norteamericana del siglo XX, coetáneo de los extraordinarios narradores de su tiempo, ganó en 1958 con su formidable novela "Crónica de los Wapshot", el National Book Award; posteriormente en 1965 obtuvo la "Medalla Howells para la Ficción de la Academia de Artes y Letras". En 1978 por su colección de "Cuentos y Relatos" que incluye "El nadador", recibió el National Book Critics Circle Award y el máximo galardón de su país, el prestigioso Premio Pulitzer. Poco antes de morir, le fue entregada la Medalla Nacional de Literatura de los EE.UU. Su obra total se limita a cinco novelas y unos siete libros de cuentos cortos, destacando entre las primeras, la ya nombrada "Crónica de los Wapshot", "Suburbio" y "Falconer". Completan "El escándalo Wapshot" y "Parecía un Paraíso".

He querido recomendar este breve trabajo, con el objetivo de resaltar en esta muestra, la enorme capacidad y el talento que distinguen a este genial escritor, cuya absorción puede dejar perplejo al más experimentado de los lectores.

"El Nadador", una narración magistral, quizás el mejor y más reconocido trabajo de su obra de relatos cortos, dejan expuesto el prodigio de Cheever, capaz de entregarnos en no más de escasas catorce o quince páginas, una obra rutilante, un ácido comentario social sobre el fracaso del denominado "sueño americano".

Ned Merrill, un hombre marchitado por el tiempo y por los fracasos económicos, tiene un raro propósito: cruzar el condado en el que reside, rumbo a su casa, a través de las piscinas de los amigos y conocidos. El acuoso trayecto está compuesto por una treinta piletas, camino que su afiebrada imaginación bautiza con el nombre del río Lucinda en homenaje a su esposa, y cada vez que llega a cada una de ellas, le atropellan sus recuerdos, siempre centrados en la presencia de su mujer y de sus dos hijas.

Merrill nada de una piscina a otra, rumbo - el cree que a su casa, la que ha debido vender acuciado por su maltrecha economía - asunto que aunque le es recordado por una de las familias que cruza en su extraño recorrido, dan forma a la magnitud del estado emocional caótico, al fracaso de un hombre aún inserto en una sociedad delirante y narcotizada por la inadvertida frustración de un "sueño americano" que se desploma junto a millones de "nadadores".

Leer "El nadador", es asistir a un deslumbrante prototipo de la literatura norteamericana, es ingresar a la obra de John Cheever, por la puerta grande.

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