Crónica de experiencia Hippie de Paulo Coelho

Crónica de la experiencia de lectura de "Hippie", el nuevo libro de Paulo Coelho, en Granada. 30 de junio y 1 de julio de 2018

Hippie, de Paulo Coelho. Una experiencia de lectura en Granada.

Llegados desde diferentes lugares de España, nos encontramos en el aeropuerto de Granada. Unos primeros contactos de tanteo entre personas desconocidas entre sí y unidas a la vez por un propósito: disfrutar de un fin de semana con la lectura del último libro de Paulo Coelho: Hippie.

El transporte llegó enseguida y, aunque algo nos habían comentado, fue toda una sorpresa. También un anticipo de la aventura que íbamos a emprender en unos minutos.

En cuanto nos pusimos en ruta fue el momento de las presentaciones. El grupo estaba formado por Marisa, Sara y Tamara, que habían ganado el concurso que había organizado Comunidad Coelho, en cuya representación venía Gemma, acompañada por Adriana, de editorial Planeta; también estábamos por parte de las webs literarias: Javier, de Todoliteratura, y el que suscribe, Selin, de Anika Entre Libros. Éramos siete, justo la capacidad de esta versión de Magic Bus que nada más verlo, lo hicimos parte de nosotros.

Desde allí nos dirigimos hacia la primera parada prevista: Beneficio, que se trata de una comunidad que mantiene el espíritu hippie que vivió Paulo Coelho en su juventud y que es lo que transmite en su libro. En un paraje, que sus habitantes han hecho todavía más acogedor, viven unas doscientas personas; unas de manera permanente, otras por temporadas o de paso. Una vida sencilla, sin drogas duras ni alcohol.

Vale que llegamos como otros turistas, pero enseguida nos sentimos a gusto y recorrimos animados parte del lugar; no todo, porque es bastante extenso y en breve tendríamos que continuar con el programa. Eso sí, también fue momento para empezar a hojear el libro en un momento relajado y con todos juntos.

La combinación de la lectura, de la motivación propia y del lugar nos dio una primera impresión muy positiva, propiciada además por un entorno de armonía con la naturaleza y entre las personas. Lo cierto es que hubiésemos estado todo el día.

Era momento de seguir el recorrido hasta Trévelez, la población situada a más altura en la Alpujarra. Un excelente mirador nos acogió durante la comida con unas sugerentes vistas a las montañas circundantes.

El recorrido hasta allí y el de vuelta atrajeron muchas miradas, sobre todo por ese peculiar Magic Bus que llamaba la atención por donde pasaba, además que también ayudaba la diversión de los que íbamos dentro, encantados de participar del ambiente festivo y dispuestos con buen humor a hacernos notar.

Atardecía cuando llegamos al cortijo rural donde pasaríamos la noche y el día siguiente. El tiempo acompañaba y aprovechamos la oportunidad para refrescarnos en la piscina. Tras la cena, preparada con la colaboración de todos, y algo de sobremesa, el par de mozos nos fuimos al apartamento que teníamos para nosotros, mientras las mujeres se quedaban en la vivienda con más espacio ya que ellas eran cinco.

Las primeras luces de la mañana nos fueron despejando y viendo que en la otra casa no había señales de movimiento, dedicamos un rato a la lectura. Supongo que nosotros somos más reservados y nos fuimos a dormir enseguida, mientras que nuestras compañeras habrían seguido un buen rato de conversación. Y tal vez de lectura.

Tras un desayuno animado nos esperaba una sesión de yoga, también algo de chikung al final, que resultó muy interesante, gracias también a nuestro comprensivo instructor, que soportó con paciencia nuestras meteduras de pata y más de una carcajada en las posiciones difíciles, sobre todo para mí, que ese día tenía dificultades con el equilibrio.

Poco después del relajamiento final, se realizaron las entrevistas a las ganadoras del concurso de Comunidad Coelho. Quedaron muy bien y aportaron sus interesantes opiniones sobre diferentes aspectos de la novela, lo que podéis comprobar en los vídeos que se han ido subiendo en las redes sociales por Comunidad Coelho.

La mañana ya había pasado y todos nos pusimos en marcha para preparar la comida, con buen resultado para el hambre que habíamos hecho. Después una larga sobremesa hasta que nos vinieron a recoger para ir hasta el aeropuerto.

Llegó el momento de las despedidas, sin saber si nos volveríamos a encontrar otra vez todos juntos. Durante dos días, unas cuantas personas heterogéneas habíamos formado un grupo compacto y compartido una experiencia única. Siempre tendremos el recuerdo de cómo nos había unido un libro.

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